Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 13/06/2010 02:00
- 13/06/2010 02:00
PANAMÁ. Ni las gambetas de Messi o las brabuconadas de Wayne Rooney impidieron a Los Magníficos hacer su debut en la gran pantalla. Este fin de semana, varios países de Latinoamérica fueron testigo del show que montaron cuatro mercenarios que lo único que saben hacer, aparte de respirar, es meterse en todo tipo de líos. Mejor dicho, son los gurús de los problemas.
La acción de la película la empieza el jefe del cuarteto Hannibal Smith (Liam Neeson), quien es atrapado por unos policías mexicanos corruptos que lo dejan a merced de dos horrorosos canes hambrientos en una bodega clandestina. Pero este, en un acto de magia un poco exagerado, se escapa, se lanza al desierto y conoce a su homólogo B. A. Baracus (Quinton Jackson), otrora veterano de guerra. Ambos mercenarios deciden ir en busca de Face Peck (Bradley Cooper) que sin ninguna esperanza y a punto de ser liquidado por sus verdugos logra ser rescatado. Pero todavía faltaría una pieza loca en el rompecabezas. Es allí donde se une al equipo Murdock, (Shartlo Copley) un médico que ocupa sus aburridos días emparapetando y cosiendo al primer desafortunado paciente que le pongan en frente. El cómico, pero efectivo grupo, es contratado para realizar una misión en el ‘bosque encantado’, ¡ay no!, me equivoqué, tienen que ir al temible y hostil terreno de la guerra en Irak. Allí se les encomienda un dura tarea: recuperar un montón de dinero, que nadie explica de dónde sale y unas placas que podrían ser utilizadas por los ya malgastados personajes árabes que a toda costa quieren fabricar el dólar. Luego de hacerse con el trofeo y tras el supuesto asesinato de un general, son encerrados injustamente por la corte marcial de EEUU. Cada uno es llevado a una cárcel distinta. Es en este kilometraje de la cinta cuando los dotes de escapismo de Hannibal dejan como un completo ridículo a Houdini. Primero sale ileso de un crematorio, saca infantilmente a Face Peck de su claustro y recupera a sus otros dos compinches con mediocres chorros de mentira hollywoodense. Y falta más. Ya con un plan en mente, se trasladan a Frankfurt a destrozar la urbe alemana que se ha convertido en una cueva para malhechores. Finalmente son atrapados, pero antes de recuperar su libertad, no les vamos a decir cómo culmina este acto circense, vuelven añicos un puerto de Los Ángeles y para colmo sobreviven a un torrencial de pólvora y contenedores. En realidad A-Team, del director Joe Carnaham, es un filme de hora y media que combina chistes y escenas descabelladas con bastante entretenimiento. Eso es lo que al fin y al cabo, sin mayor esfuerzo, lograron sus productores. ¡Ah!, otro detalle, las tunas del carnaval pueden emular el despliegue pirotécnico.