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- 01/12/2019 00:00
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Para un músico, tan importante como la reacción del público es poder ver la reacción del compositor de una obra cuando esta es interpretada. Claro está, esto es solo posible con los contemporáneos. Ver a Georges Colbourne en una sesión de ensayo, o en la presentación de su obra siempre era placentero. No era conocido como muy expresivo, su presencia era muy discreta, pero sentida. Solo una sonrisa era necesaria para mostrar su satisfacción ante la obra ejecutada.
Esta semana recibimos la noticia del fallecimiento del maestro Colbourne. Su pérdida la sentirán, sobre todo, las agrupaciones corales a las que ofrecía sus composiciones y arreglos polifónicos muy variados, pero con una gran raíz panameña.
Georges Raphael Colbourne Jean Joseph nació el 16 de octubre de 1933 en la antigua Zona del Canal y desde muy temprano fue expuesto a la buena música. Su madre era una cantante aficionada con entrenamiento básico. En su adolescencia, Colbourne ingresa al Conservatorio Nacional donde se gradúa en Canto y Composición. Fue discípulo del maestro Roque Cordero.
Su carrera musical se inició con tonadas populares y comerciales. Compuso la melodía de los himnos de diversos planteles escolares. Sin embargo, siempre tendría predilección por la música panameña.
En 1973 fue llamado como compositor de Casa del Coro Polifónico de Panamá por su investigación extensiva en la música folklórica panameña.
“Arreglista, compositor de jingles, de himnos, su mayor aporte han sido los arreglos de música coral en los que se refleja totalmente el pueblo panameño”, asegura Electra Castillo, directora del Coro Polifónico. “Sus arreglos tienen un valor incalculable porque son como un espejo donde nos podemos mirar, porque plasma nuestro Panamá. Y no solamente son apreciados aquí en Panamá; en otras partes del mundo cantan y valoran los arreglos corales del maestro Georges Colbourne”, agrega.
Para el ministro de Cultura, Carlos Aguilar, Colbourne “ha sido un artista que dejó huellas permanentes, no solo para quienes lo conocieron, sino para generaciones que deben conocer, apreciar y escuchar sus composiciones vertidas en piezas corales nacionalistas, de hondo amor a la patria, a su gente y a la naturaleza de esta tierra proverbialmente hermosa que es Panamá”.
Jorge Ledezma Bradley, director de la Orquesta Sinfónica y fundador del Coro Música Viva sostiene que “es una tarea difícil desentrañar el profundo significado de la creación de cualquier artista, y la significación para la identidad cultural de su país, su patria, su continente. En Colbourne encontramos la continuación de Brenes, la continuación de algunas piezas de Edgardo Quintero, algunas cosas que he compuesto yo; pero Colbourne tiene la obra más extensa desde el punto de vista de la cantidad y de temática”, afirma el músico. “Él aborda tanto la melodía urbana como la melodía folclórica en sus versiones a cuatro voces, y enriqueció mucho con obras importantes como el “Aleluya de los Diablicos Sucios” - mejorana-, como “Reflexiones” -tamborito-, o “Machi olo Kamutule” -basado en el lenguaje y ritmos de la etnia guna-”.
“El tamborito se está muriendo”, así inicia Reflexiones, pieza que no solamente pone de manifiesto los ritmos autóctonos, sino que con su letra, hace que el oyente medite sobre la importancia de esta manifestación cultural. “Aquí el ritmo de tamborito está entretejido, dentro de una tela Polifónica, dándole a los elementos folklóricos del trabajo cierta apariencia universal”, destaca la biografía que el Ministerio de Cultura elaboró sobre el compositor.
“Su obra culminante es la Misa del Manglar que escribió para 4 voces y orquesta, que fue estrenada en Nueva York por el coro de los panameños residentes en Nueva York, después en Europa por el Coro Música Viva, en la gira que realizó en Europa en 2014; la misa ha sido grabada pero no ha podido ver la luz”, lamenta Ledezma Bradley. “Esperamos poder grabarla con Música Viva”, dice.
El 25 de julio de 2014, en la iglesia María Madre de la Familia del Gobernatorato del Vaticano, Música Viva, acompañada de una orquesta de cámara conformada por estudiantes del prestigioso conservatorio Santa Cecilia en Roma, estrenó la Misa del Manglar. La obra fue interpretada en abril de este año en uno de los conciertos de gala del Festival América Cantat en el que participó una masa coral con cantantes del Coro Música Viva, Coro Polifónico, Cantemus Panamá, y Cantus, acompañado de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por la maestra Electra Castillo.
La Misa del Manglar, sin ser folclórica, “tiene la esencia de la música panameña en sus ritmos, en sus intervalos melódicos, en sus melodías, nos recuerdan el folclor de Panamá”, describe Ledezma Bradley.
Para Castillo, esta obra “ha sido una de las más especiales, diría yo que su obra cumbre, aunque sus obras corales a capella como 'Niña de la cara sucia', 'Así', o las dos versiones del 'Aleluya de los Diablicos Sucios' plasman la esencia del panameño”.
El Maestro Colbourne lega 35 obras corales de gran importancia y belleza, así lo destaca el Ministerio de Cultura, obras que seguirán siendo parte importante del repertorio coral panameño, sobre todo del Coro Polifónico y el Coro Música Viva, sus grandes amigos musicales.
“Seguiremos en el empeño de difundir la música del Maestro Colbourne a nivel nacional e internacional”, dijo Paola Cuellar Rendón, actual directora del Coro Música Viva.
“Yo le doy las gracias al maestro Georges Colbourne por habernos dado la oportunidad de tener una representación viva en la música coral a través de él.”, concluye Castillo.