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- 02/08/2021 00:00
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De doctora a escritora. Combina su labor profesional en medicina, pediatría superior y terapia intensiva, con su pasión por la literatura y la música. Diana Florián, panameña de 32 años, es autora de Más allá del camino de ladrillos, ambientada en Las Bóvedas de la ciudad de Panamá, por una conexión personal que le refiere olor a cultura, historia y mar. El pasado 22 de mayo se realizó el lanzamiento oficial de esta novela que trata temas sensitivos y de índole social. “Me interesa tocar temas sociales, alzar mi voz y mostrarle al mundo que estoy en desacuerdo. Quiero enviar un mensaje de esperanza a quienes estén pasando por estas situaciones”, indica la escritora, quien nació en el Casco Antiguo de Panamá y vivió su niñez teniendo como lugar predilecto de esparcimiento y juegos Las Bóvedas, que ahora se convierten en protagonistas de su novela. Las calles que llevan al Casco Antiguo son de ladrillo rojo, pero conforme se va ingresando a Las Bóvedas o murallas el panorama cambia, termina el camino de ladrillos e inicia el concreto, un contraste que para Florián se volvió el escenario perfecto para desarrollar los momentos más importantes de su historia, donde se recrean situaciones específicas. Más allá del camino de ladrillos habla de violencia de género, violencia psicológica, física y sexual. Habla de cómo la cultura patriarcal no permite a las mujeres crecer, desarrollarse y salir de esos círculos dañinos. “El libro trata de formar un camino, es un llamado a no quedarse con los brazos cruzados, sabiendo lo que nos interesa como sociedad”, zanja la autora.
Desde niña, siempre me encantó la literatura. Me metía en las historias. Esta pasión por los distintos géneros literarios es de los dones más grandes que la humanidad tiene.
Temas del sistema patriarcal, de desigualdad, del maltrato físico, emocional y sexual del hombre hacia la mujer. El maltrato físico, emocional y sexual hacia los niños.
Aproximadamente un año y medio porque soy una persona con bastante ocupación en el tema de terapia intensiva.
Me gusta el resultado, pero como perfeccionista que soy, creo que pudo ser mejor.
Es difícil porque siempre estaba leyendo; recuerdo muy bien que leía libros animados, esos que vienen con dibujos.
Adoro a Víctor Hugo Méndez.
Me gusta mucho el estilo directo con el que escribe Galeano.
Porque me gusta ayudar a las personas; me encanta salvar vidas y brindar esas oportunidades que solo la ciencia da. Pocas personas entienden que nosotros trabajamos casi 24, 36 o 48 horas seguidas. Trabajamos también los fines de semana; mientras los otros duermen todavía estamos haciendo turnos en el hospital en la terapia intensiva y bueno, las actividades extracurriculares y el tiempo libre son pocos. Soy especialista en terapia intensiva y realmente digamos que vivo con la adrenalina al 100%.
Apoyar a los pacientes.
Cuando un paciente muere a pesar de todo lo que se hizo y la enfermedad pudo más. Cuando un paciente sufre de una enfermedad que prácticamente lo ha consumido y que por más que se hagan medidas bastante avanzadas fallece; tener que darle esa noticia tan dolorosa a los familiares, es lo que menos me gusta de mi profesión.
Tratamos de ser bastante empáticos en el proceso de duelo con los padres de los niños que fallecen. Procuramos que sus familiares tengan recuerdos especiales. Les damos un dibujo de la palma de la mano, o de los pies, pequeñito, un poquito de cabello, entre otros detalles. Tratamos de hacer la situación lo más acogedora posible para estos familiares. Porque para todos los padres, el hecho de que su hijo esté en terapia intensiva, es estar al filo de la muerte todos los días.
En todas las profesiones hay personas que hacen su trabajo y personas que no lo hacen. Esta pandemia ha dejado muy en claro nuestro sacrificio. Mientras la mayoría de las personas estaban aisladas protegiéndose, nosotros no salíamos de los hospitales; había cansancio extremo, afectaciones psicológicas y, aun así, ahí hemos seguido. Realmente no, la mayoría de los médicos no tenemos esa característica de pérdida de sensibilidad hacia el paciente.
Lo hemos visto en esta pandemia, quedó claro. Quiénes son las personas o profesiones esenciales que están con la sociedad. No son los grandes deportistas que ganan millones de dólares, las personas famosas que ganan millones de visitas, los actores, cantantes. Son los policías, bomberos, enfermeras, doctores, yo creo que esta pandemia dejó esto sumamente claro.
Creo que la lista sería larga, pero lo resumo en una sola cosa: el respeto a la vida humana. Con este requisito, en la profesión, va a dar el todo por el todo por ese paciente.
Nunca. Eso jamás ha pasado por mi cabeza.