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- 29/03/2025 00:00
Al observar el hermoso bohío sobre tus ojos claros mi mirada siente el despertar de un nuevo sentimiento. Son esas perlas perdidas en la colina las que descienden como fumarolas por tus labios color carmín. En eso veo el graznar de las gaviotas sobre la costa y el correr del reloj de arena sobre mi pecho. A lo lejos se pierde la figura de una dama blanca con una silueta perfecta como un almendro en primavera. Es el trinar de los pies descalzos sobre el césped mojado el remedio a mi malestar por las amebas. Es como si las horas pasaran en medio de la temporada de tulipanes o cerezos rosa, muy delicada pero con un aire fragmentario. Es una prosa escrita en una etapa confusa y convulsionada, pero que ve correr desde Cerro Galera la inmensidad del orgullo arraijaneño. Sentado en una madera carcomida por la broma veo cantar al jilguero y el pisar de unas botas correr entre medio del arroyo, mientras acomodo la paila sobre la repisa. Al descender la ventisca detiene mis pensamientos y me vuelve preso a una escena de circo. La brisa entrecortada por la espesura de la bruma son el pan de cada día de los que descienden el camino de Stella Sierra. Es una lucha con sabor a victoria. Mientras tanto en ese espesor el color de los gatos que maúllan y saludan al alba con notas al secretario son claras. Son señores quienes predican el arte con devoción. Es un camino largo con espinas que incluso dibuja una acuarela de máscaras a las que solo se puede resistir con esperanza. El patrullero se levanta de su sueño con una tanqueta de notas filantrópicas del día anterior. Como olvidar la banqueta de agua y el jabón resbalar por la grasa del sudor intenso. Solo eso se vive en el medio rural. Un medio donde las colinas se pierden entre los parajes claroscuros de promesas que se pueden tachar como represivas. El campo es una mezcla entre el silencio del pan mojado con cebada o el maíz pilado con las manos curtidas por la morena de la periferia. Es el sentir de esa morena la que amasa el destino de una familia. Eso se vive en el campo. En el camino a la ciudad los obreros ven el paisaje cambiar de una selva a pilares construidos con tonos grises que se mezclan con el café servido en una cajetilla sin filtro. Otro episodio vive el informal que solo embriaga su boca con las croquetas del día anterior y el suave cantar de su amada.