Construcción social de la maternidad en nuestros días

Actualizado
  • 09/12/2012 01:00
Creado
  • 09/12/2012 01:00
La maternidad es una de las atribuciones más poderosas que han marcado la vida de las mujeres, al tiempo que constituye uno de los temas...

La maternidad es una de las atribuciones más poderosas que han marcado la vida de las mujeres, al tiempo que constituye uno de los temas más sensibles, polémicos y menos analizados en las ciencias sociales. Quizá esta situación esté relacionada con la ambigüedad del propio hecho maternal, el cual remite tanto a un estado fisiológico momentáneo, el embarazo, como a una acción a largo plazo: la crianza y la educación. Entendida de ese modo, la maternidad incluye una serie de procesos biológicos (concepción, embarazo, parto, puerperio y en algunos casos lactancia), pero que se extiende mucho más de ellos hacia prácticas y relaciones sociales como cuidado y socialización, atención de la salud, alimentación, higiene, afecto y cariño, las cuales se entrelazan con representaciones acerca de lo socialmente aceptado, legitimado, ‘naturalizado’.

¿EXISTE EL INSTINTO MATERNAL?

Si bien hace más de 60 años, Simone de Beauvoir fustigó la muy popular idea del ‘instinto maternal’, lo cierto es que esta referencia continúa apareciendo en variados y recientes estudios sobre el tema. Sorprendentemente, el estudio más antiguo – ‘Las Madres’, del antropólogo británico Robert Briffault, publicado en 1927— sigue siendo un punto de vista novedoso sobre esta cuestión.

Para este autor, ‘La fuente de la cohesión social radica en el instinto maternal. Los sentimientos no racionales que unían a los grupos maternales primitivos han dado lugar a lealtades más variadas y generalizadas; es en este sentido solamente que la familia debe ser considerada como el fundamento de la sociedad. La ‘familia’ patriarcal de la ciencia social académica es sólo un eufemismo para el hombre individualístico con sus dependientes subordinados. La sociedad humana no podía haber surgido de intereses individualísticos en conflicto.’

LA MADRE ¿NACE O SE HACE?

Para Elisabeth Badinter, la Madre en el sentido corriente del término es un personaje relativo y tridimensional: relativo porque no se concibe sino en relación con el padre y el hijo; tridimensional porque además de esa relación doble, la Madre es también una mujer, esto es, un ser específico dotado de aspiraciones propias que a menudo no tienen que ver con las de su marido, ni con los deseos del niño. Al enfatizar que toda indagación sobre las conductas maternales debe tener en cuenta estas diferentes variables, Badinter sostiene que resulta imposible evocar a uno de los miembros de la microsociedad familiar sin hablar de los otros dos. La relación triangular no es solamente un hecho psicológico, sino también una realidad social.

En otro sentido, Elsa Chaney sostiene que es importante reconocer que la Madre rebelde no es una figura ausente de la historia; las Madres tanto indígenas como las esclavas negras del Caribe, no siempre estaban conforme con su situación, especialmente en relación a sus hijos. Sin embargo, con la excepción de las mujeres que participaron en las guerras independentistas (de las cuales parece que muy pocas militaron como "madres"), Chaney reconoce que no hay mucha documentación sobre este tema, aunque existen algunas investigaciones históricas, por ejemplo, sobre el caso de Hipólita, la nodriza del Libertador, que documentó Protzel (2010), o el de las madres esclavas en el Caribe, especialmente las provenientes de la Costa de Oro (Ghana), según Mathurin (1965).

POLÍTICAS DE MATERNIDAD

Marcela Nari plantea el fenómeno de la ‘maternalización de las mujeres’, es decir, el progresivo traslapamiento de mujer y madre, femineidad y maternidad, que se ha ido construyendo y extendiendo gradualmente en diferentes ámbitos y planos de la vida social, del mercado de trabajo, de las ideas y prácticas científicas, políticas e intersubjetivas.

Este hecho forma parte de un conjunto de transformaciones sociales, económicas y políticas clave que han contribuido a modernizar las sociedades capitalistas. Transformaciones en las relaciones productivas, en las unidades de producción, en las representaciones y legitimaciones políticas; transformaciones que se vinculaban a los cambios poblacionales, al valor otorgado a la población, al lugar otorgado a la familia en la conformación de la sociedad y la política.

Ligadas a la tesitura anterior, aparecen las ‘políticas de maternidad’ o las Madres como objeto de políticas del Estado -la maternidad como un asunto público, como un problema de Estado-, que contienen diferentes ideas de la maternidad, del ‘valor’ de la población, de la moral. Ejemplos, las leyes específicas para mujeres-madres-trabajadoras (y niños), relativas al trabajo en fábricas, talleres, minas, la legislación local respecto de filiación, abandono y tutela infantil, infanticidios, abortos, y violencia de género, entre otras regulaciones.

Para Nari, más allá de sus fines específicos, los procesos ligados a la ‘politización de la maternidad’ han permitido imponer o reforzar una identidad femenina vinculada a la maternidad; han conducido a la maternidad al plano público, la constituyeron como objeto de discusiones aparentemente centrales para el futuro de la sociedad, la nación y la raza; la politizaron y, en ese plano público-político la maternidad se ha erigido desde fines y perspectivas diferentes, incluso antagónicas.

Ello porque estas políticas no han implicado la socialización de la maternidad; no han pretendido modificar su organización privada, aislada y feminizada, lo cual implica una fuerte tensión interna: si, por un lado, se considera que determinadas decisiones con respecto a la procreación y a la crianza de la prole son ‘cuestión de Estado’ o ‘asunto público’ y, por lo tanto, no pueden quedar al arbitrio de las personas (es decir, de lo privado), por otro y por razones diversas, se prescinde casi totalmente de intervenir en las condiciones materiales y afectivas necesarias para realizar la maternidad.

MATERNIDADES EN CONSTRUCCIÓN

La maternidad, con todo lo que ella contiene y con todo lo que se ha construido en derredor, evoluciona históricamente. En las últimas décadas tiene lugar en nuestro medio el surgimiento de nuevos actores que intervienen el campo de los derechos sexuales, impulsados en gran medida por el reconocimiento internacional de lo que Hannah Arendt denominó el ‘derecho a tener derechos’. Se trata de personas homosexuales, lésbicas y transexuales que han decidido enfrentar la discriminación y luchar por derechos a la salud, al trabajo, al matrimonio y otras reivindicaciones específicas de personas con opciones sexuales diferentes.

En este sentido, las nuevas técnicas de reproducción humana han contribuido al rompimiento de esquemas socio/sexo/culturales, que exigen de modo cada vez más urgente que la sociedad asuma la deliberación respetuosa y plural acerca de los nuevos esquemas conductuales y de valores ligados a la maternidad, justamente uno de los nuevos territorios de disputa en que se ha convertido la repolitización transnacional de los derechos sexuales y reproductivos, en medio de las transformaciones de la relación entre el Estado, la sociedad y los actores sociales a nivel global.

DOCENTE UNIVERSITARIA

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