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Ruptura del caudillismo político: Naturaleza de la crisis política de enero de 1931
- 11/04/2021 00:00
- 11/04/2021 00:00
Nos proponemos examinar una primera expresión del caudillismo político, en las primeras décadas de fundación de la República. Elemento crucial para entender sus nuevas expresiones a través del presidencialismo vigente.
Al despuntar la nueva República, el capital extranjero, principalmente estadounidense, tomaba control de los sectores más dinámicos de la acumulación capitalista en Panamá (donde sobresale la construcción, mantenimiento y operación del canal interoceánico); a los sectores dominantes locales les quedaba la propiedad rural (hatos ganaderos, caña e ingenios, madera), la propiedad del suelo urbano y la propiedad de las casas de alquiler.
Además, controlaban la poderosa compañía de seguros (IS), y directivas de instituciones del Estado, como el Banco Nacional. La expresión política de este sector social es el Partido Liberal que tiene la capacidad de colocar en el solio presidencial a las primeras administraciones, desde Belisario Porras (1912-1916), 1918-1920 (segunda Administración de Porras), la tercera Administración de Porras (1920-1924) y la del caudillo liberal Rodolfo Chiari (1924-1928) y de Florencio Harmodio Arosemena (1928-1931).
En el seno del propio Partido Liberal se recrea el caudillismo en las primeras décadas de vida republicana. Ya desde la sexta convención del Partido Liberal (1916), emerge con fuerza la confrontación entre los caudillos Belisario Porras y Rodolfo Chiari.
Para el año de 1924, los liberales habían celebrado ocho convenciones nacionales. La novena convención nacional la realizan en Las Tablas (provincia de Los Santos) el 15 de febrero de 1924. En esta convención se postula a Rodolfo Chiari como candidato a presidente de la República, para las elecciones generales de agosto de 1924.
Para estos comicios realizados el 3 de agosto de 1924, se enfrentaron los caudillos Rodolfo Chiari y Manuel Quintero Villarreal. Ambos contendientes de raigambre liberal aparecen como candidatos a la Presidencia, en la convención del Partido Liberal realizada en Las Tablas, en febrero de 1924.
En el caso del general Manuel Quintero Villarreal (durante la Guerra de los Mil Días [1899-1902] ocupó el cargo de jefe civil y militar de la provincia de Chiriquí), acusó a Chiari de ser miembro de los empresarios que controlaban el trust de la carne, del azúcar, del aguardiente y del transporte marítimo. (El Tiempo, sábado abril 12 de 1924).
Ya con el control del Partido Liberal, y como una muestra de la intensificación de la pugna entre chiaristas y porristas, el presidente Rodolfo Chiari expulsa a Belisario Porras de las estructuras del partido. Otros expulsados: Enrique A. Jiménez, Luis A. Solanilla, Rodolfo Estripeaut y Juan A. Jiménez. Además, se declara en rebeldía a todos los liberales que se afilien a las ligas porristas, pues a juicio de la facción chiarista, sus actividades son actos de disociación. (El Tiempo, miércoles 22 de junio de 1927).
Cuando han transcurrido dos años de la gestión de Rodolfo Chiari, retumban las acusaciones que le dirige Jeptha B. Duncan, después de su salida de la Secretaría de Instrucción Pública. En efecto, Duncan empieza refutando punto por punto las acusaciones realizadas a la Secretaría de Instrucción Pública cuando él desempeñaba el cargo de secretario. Algunas de las acusaciones de Duncan, formuladas como preguntas:
¿Por qué no ha investigado (la Asamblea), “ese despilfarro monstruoso del manicomio de Matías Hernández por el cual en la Ley 37 de 1924, en su artículo 4 se fijó la suma máxima de B/.50,000.00 y se gastó en ese manicomio como diez veces más la suma autorizada, o sea unos B/.500,000.00?
¿Por qué la Asamblea Nacional no ha investigado lo que ocurre en la edificación del Palacio de Justicia cuya construcción se calculó primero en B/.350,000.00 y ahora lleva todas las probabilidades de costar más de medio millón de balboas?”. (El Tiempo, sábado 27 de diciembre de 1930).
Ya en el verano de 1927, cuando se coloca en la discusión pública (básicamente al interior del Partido Liberal), la búsqueda del candidato que abanderaría el chiarismo para las próximas elecciones, el desgaste político del chiarismo es real. Los elementos que explican ese deterioro son cuatro:
- Las luchas intestinas al interior del propio Partido Liberal (expulsión de la facción “porrista” de la directiva).
- El alzamiento que protagonizan los indígenas gunas, quienes proponen la creación de la república de Tule (febrero de 1925).
- El accionar reivindicativo del movimiento de masas y que, como fenómeno urbano, aceleró en debilitar aún más el mandato de Chiari, obligándolo incluso a solicitar la intervención estadounidense, nos referimos a la lucha inquilinaria que se escenifica en octubre de 1925.
- Y, por último, las actividades de disidencia articuladas tanto por sectores obreros y populares aglutinados en el Sindicato General de Trabajadores y sectores de profesionales nucleados en el movimiento de Acción Comunal, que se opusieron a la aprobación del tratado Kellogg-Alfaro, durante todo el año de 1926.
Estos componentes separables solo en el análisis actuaron al momento de abanicar la posibilidad de reelección.
En este frustrado cuatrienio hay un recrudecimiento de la crisis económico-fiscal. Para el año de 1930, retenemos apenas dos evidencias: la quiebra de la casa comercial Ling Hop & Co., como la caída del valor de las construcciones de casas para el mes de mayo de 1930.
El caudillo Rodolfo Chiari, en control de la maquinaria partidaria, apoyado políticamente por la mayoría de los secretarios del Gabinete de Florencio H. Arosemena, y cuyo poder real se sustentaba en el grupo económico que controlaba el comercio importador, los propietarios de casas de inquilinato, los más grandes ingenios azucareros, las empresas de transporte marítimo interno, grandes empresas que destilaban alcohol, las que acumulaban desde el sector de seguros, de la matanza de ganado, entre otras. En esas condiciones, el dirigente Chiari controlaba la correlación de fuerzas políticas.
A finales de diciembre de 1930, Rodolfo Chiari reúne a los diputados liberales en un banquete, y desconociendo la profundidad de la crisis política, donde el anciano régimen caudillista había fenecido, acota en su discurso:
“(...) que el liberalismo unido, compacto, teniendo además el valioso concurso de los conservadores progresistas, es una fuerza política preparada y eficiente, el partido mejor organizado y el más poderoso en el país, y es el pleno convencimiento de esta aplastante verdad lo que motiva el furor, la exaltación y la atormentada agitación de sus adversarios”. (Diario de Panamá, domingo, diciembre 28 de 1930).
Ocho días después de esas palabras, la poderosa maquinaria del Partido Liberal –desplegada en esas primeras décadas– ya no constituye un elemento central del poder, y con ella sucumbió este tipo de caudillismo como modalidad concreta de dominación.
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