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- 16/01/2022 00:00
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A causa de los 200 años de la independencia de España y la compleja situación económica y social en la que Panamá está sumergida, el sociólogo Dídimo Castillo plasma en su obra, Panamá modelo dual y excluyente, una reflexión que discurre en dos sentidos comunicantes:
En un primer sentido, reflexiona sobre la relevancia histórica de la independencia de España, las contradicciones que este hecho generó y la articulación de esas contradicciones con la construcción del Estado. Es decir, cómo se reflejan esas contradicciones en la realidad social y cómo operan en la construcción del Estado.
En el segundo sentido, reflexiona sobre la vulnerabilidad demográfica, económica y social que generó y genera el modelo transitista. Modelo que se consolidó con la independencia y la construcción del Canal. Pero que se actualizó con la conformación y modernización de la plataforma de servicios comerciales, financieros y actividades conexas, a comienzos de la década de 1970 y, más recientemente, con la ampliación del Canal.
De esta reflexión, concluye el autor que, de este proceso histórico, iniciado con la colonia y promovido con la independencia y la construcción de la República, se generó una estructura social dual, fragmentada, desigual y excluyente.
Señala Castillo que las estructuras económicas, políticas y sociales posindependencia fueron heredadas de la colonia. Este hecho está relacionado –estrechamente– con la manera en que Panamá fue insertado en la economía global, del mismo modo en que el territorio panameño fue insertado en el tiempo de circulación de la mercancía durante la colonia, mantuvo este mismo rol posterior a la independencia. Y se mantiene así hasta la fecha. La función que ha desempeñado el istmo de Panamá en la división internacional del trabajo –en los últimos 500 años– ha sido la del tránsito.
Pero nos aclara el autor que a pesar de que Panamá estuvo integrada tempranamente a la economía global, no significó ser un territorio productivamente capitalista. En ese sentido, no se puede confundir la esfera de la producción de la mercancía con la esfera de la circulación de la mercancía. Son dos tiempos distintos de un mismo proceso.
De paso, señala en este punto que Panamá jugó un lugar central en la acumulación originaria de Europa. Ese mismo proceso de acumulación primitiva retrasó y debilitó el desarrollo capitalista en territorios de la periferia. Panamá no fue la excepción.
Un mismo modelo económico (el transitismo), las mismas relaciones en condiciones de dependencia con la metrópoli hegemónica del momento histórico, una misma clase dominante (rentistas, comerciantes y financieros), una misma estructura demográfica (escasa población, dispersa y la poca población: concentrada en la zona de tránsito) y las mismas debilidades estructurales de la clase trabajadora organizada (bajo niveles de organización, pauperización o explotación del trabajo e informalidad).
1.- La independencia solo implicó un reemplazo de la élite peninsular por una élite empresarial criolla. Este hecho, y muy posterior con la construcción del Canal de Panamá, acentuó la asimetría entre el poder de la élite comercial citadina y los grupos dominantes rurales. Por tanto, se mantuvieron las mismas estructuras de poder y control social y político.
2.- Con la creación de un Estado capturado por las élites dominantes citadinas para mantener y legitimar su proceso hegemónico de acumulación de capital frente a los sectores subordinados. Pero a lo interno de la propia élite ha permanecido una disputa constante por maximizar la renta devengada de las operaciones del Canal.
3.- La dependencia que mantuvo el territorio panameño por poco más de 300 años de la metrópoli española fue rápidamente sustituida por la de Washington a partir de 1849.
4.- Las actividades de tránsito que se establecieron durante la colonia se reafirmaron con la construcción del ferrocarril transístmico y el Canal de Panamá. Esto generó una hipertrofia de las actividades terciarias y escaso desarrollo productivo. Del mismo modo, una fragmentación y desigualdad social entre el campo y las ciudades terminales.
5.- La poca población encontrada por los españoles se mantuvo posindependencia por la continuidad de un modelo económico dedicado al tránsito. Es decir, un engranaje económico que no demanda de una masa importante de trabajadores. Al contrario, descarta. Los registros señalan que para 1607 se encontraban apenas 25 mil habitantes. Trescientos años después, para 1896, 316 mil habitantes, y no es hasta pasada la primera mitad del siglo XX que se logra superar un poco más del medio millón de habitantes (862,585). Hecho que posibilitó la conformación de un incipiente mercado interno. Sin embargo, no se puede perder de vista que 50 años antes, con la construcción del Canal, solo se había logrado un proceso acelerado de urbanización debido a la dinámica migratoria.
6.- La poca población, su dispersión y la dedicación prioritaria a la actividad del tránsito trajo como consecuencia una tardía integración del interior panameño. No fue hasta 1980 que quizás el 40% de las tierras ocupables se encontraba bajo alguna forma de explotación. Hecho que mantuvo a los trabajadores campesinos en condiciones de pauperización y subsistencia.
El autor desdobla su obra planteando que el modelo torrijista, que se extiende por una década (1971 a 1981), fue una forma tardía y rezagada de estado de bienestar, debido al intento de integración rural-urbana y social del país, pero con la particular característica de una sociedad salarial industrial ausente. Este intento fue acompañado a la par de un proceso de una incipiente modernización estructural que impulsaba dicha integración.
En términos de poder político, este periodo, a consideración del sociólogo, también significó una ruptura con el Estado capturado. Estado que se configuró con la fundación de la república y permaneció secuestrado por los sectores empresariales hasta 1968. Agotado el gobierno militar, encabezado por el general Omar Torrijos, el Estado retomó su condición de capturado. Es decir, a un Estado subordinado “a los intereses de una élite empresarial vinculada al capital extranjero”.
Por último, el autor plantea un análisis de indicadores macroeconómicos y sociales de Panamá que aparentan un bienestar generalizado experimentado en las últimas dos décadas sobre toda la población, pero que encubre profundas realidades desiguales propias del modelo dual, desigual, fragmentado y excluyente que esta obra se dedica a revelar y rastrea su origen desde la colonia.
Por ejemplo, en el mismo momento en que Panamá mantenía la segunda estructura de salario mínimo más alta de la región, solo precedida por Costa Rica, presentó a la vez indicadores muy altos de informalidad (45%), que además están atenuados por la empleabilidad que genera el aparato estatal. “De ahí que decir que Panamá ocupa el segundo nivel de salario mínimo más alto entre los países de América Latina es formalmente cierto, pero en la práctica este nivel de salario mínimo impacta en menos de la mitad de la fuerza de trabajo ocupada”.
En resumidas cuentas, la obra del Dr. Dídimo Castillo comprime en muy pocas páginas cómo el pasado colonial pesa aún sobre la realidad social y económica del país. Una realidad que es dual, desigual, fragmentada y excluyente.
El autor es sociólogo, Universidad de Panamá
Pensamiento Social (Pesoc) está conformado por un grupo de profesionales de las ciencias sociales que, a través de sus aportes, buscan impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de estas disciplinas.
Su propósito es presentar a la población temas de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.