Silvia Carrera: líder, madre y mujer de lucha

Actualizado
  • 29/10/2014 01:00
Creado
  • 29/10/2014 01:00
No asistió a la escuela, fue madre a los 13 años y lleva con orgullo el tradicional vestido ngäbe. La cacica es un líder nata

La cacica Silvia Carrera Concepción no es una figura nueva en la lucha por la defensa de los pueblos indígenas.

Se convirtió en foco de interés nacional en el año 2010, cuando el Movimiento Campesino Indígena 10 de Abril (M10) se enfrentó al proyecto de construcción de la hidroeléctrica Barro Blanco, en el río Tabasará —impulsado por Gabriel Btesh y Felipe ‘Pipo’ Virzi, socios del expresidente Ricardo Martinelli Berrocal—. Pero su participación en los movimientos de rescate de su pueblo se iniciaron desde su niñez.

A pesar de ser bien conocida, es poco lo que la ciudadanía sabe sobre la vida personal de esta mujer originaria de Alto Laguna, corregimiento de Cerro Pelado (distrito Ñurum).

Como muchas niñas de su cultura, fue madre a una edad temprana. Alumbró a su primer hijo, Bernardo, cuando tenía 13 años, y al segundo, Sixto, a los 18.

Solo llegó hasta sexto grado, pero siguió formándose ella misma.

‘Me eduqué gracias a la lectura de la Biblia. Leía, leía, leía, y trataba de entender el mensaje’, relata.

A partir de los 19 años, su vida tomó un rumbo nuevo.

A esa edad, decidió separarse de su esposo para criar a sus hijos sola, cultivando yuca, arroz, frijoles o maíz, en la comunidad de Cerro Pelado, al lado de sus padres, Juan Carrera y Virginia Concepción.

Esta tenaz mujer nunca dejó el activismo por la autonomía indígena y le enseñó a sus hijos la importancia ‘de luchar por sus derechos y exigir que nos respeten’.

Quizás por eso, su hijo Bernardo Jiménez es ahora un reconocido líder ngäbe. Bernardo es serio y de pocas palabras, como Silvia, pero de una fortaleza inquebrantable, con formación de abogado y un amplio recorrido en la defensa de los derechos humanos.

UNA MUJER POBRE

Carrera es, de acuerdo con las frías definiciones de las estadísticas, una persona pobre. Vive en un rancho con techo de zinc y piso de tierra. No tiene luz eléctrica ni servicio higiénico, pero no le gusta hablar de eso.

Orgullosa de su pueblo y de sus costumbres, asegura que jamás se quitará el vestido tradicional ngäbe: ‘nací con él y no me lo quito porque me siento orgullosa de él, porque representa la belleza de nuestras costumbres y de nuestra cultura’, sentenció Carrera.

Al acercarnos a ella, algunas preguntas recibieron respuestas contundentes. Una de estas es la referente al nombramiento de su hijo como embajador en Bolivia.

‘Eso se lo debe preguntar al presidente, quien es libre de asignar a quien quiera. Parece que alguien tenía amistad con mi hijo y lo recomendó. Yo no estoy empapada de eso; yo estoy en mi trabajo y paso poco tiempo en casa. Un día llegué y me enteré de que Bernardo era embajador’, explicó .

También rechazó hablar del auto Hilux que le obsequiaron. ‘Eso es bochinche. Yo ando a pie’.

¿Y qué cosas le agradan a la cacica?

‘Que somos un pueblo muy unido’.

¿Proyectos de Silvia para la comarca?

‘Ahora mismo el pueblo se está reuniendo con las autoridades de la comarca, con los alcaldes y representantes, para consensuar proyectos antes de presentarlos al gobierno. Sobre todo, carreteras, puentes, universidad, energía eléctrica... Tenemos colegios sin tecnología, estamos haciendo planes de desarrollo’.

¿Y las acciones en Barro Blanco?

‘Eso está ahora mismo en conversación con el Ministerio de Gobierno y las personas afectadas. Esperamos que pronto haya respuestas’.

Carrera no rechaza hablar de los amargos días de represión y hostigamiento que vivió el pueblo indígena durante la pasada administración, especialmente el 12 de febrero de 2012, cuando murieron de disparos a quemarropa dos jóvenes idealistas, Jerónimo Rodríguez Tugrí y Mauricio Méndez, en unos enfrentamientos contra los agentes antidisturbios de la Policía, en la carretera Interamericana.

ELEGIDA CACICA

Silvia fue elegida cacica en un proceso organizado por el Tribunal Electoral que abrió una profunda brecha entre la dirigencia ngäbe. Sin embargo, la resistencia de los últimos años ha demostrado que cuando la comarca es amenazada, los ngäbe-buglé trabajan en conjunto, bajo un liderazgo que los coordina en la defensa de los intereses comunes.

‘Para ser líder hay que tener positivismo y habilidades. A mí siempre me ha gustado colaborar. Lo poco que yo sabía lo puse al servicio de mi gente, inspirándome en las ideas bíblicas, que hablan de ‘servir y no ser servido. Así me convertí en líder’, dijo.

La cacica confiesa ser cristiana y señala que religiones y sectas hay muchas, pero ella ‘solo cree en Dios’.

Reconoce que la educación de su gente es vital para el desarrollo de la comarca Ngäbe Buglé. Colaboración de Iván Saldaña

El valor de la mujer ngäbe

Las mujeres ngäbes han demostrado su protagonismo en continuas manifestaciones y protestas a través de los años, en el río Tabasará, en Changuinola y en la ciudad de Panamá, donde han dejado claro que la dignidad es una palabra que rima con el género femenino.

La cacica Silvia Carrera valora ese ‘espacio que están ocupando las mujeres en el engranaje comarcal y gubernamental’.

Carrera ha dicho en múltiples ocasiones que su interés de hacerse cacica estuvo motivado en el deseo de evitar la explotación minera de Cerro Colorado, pero lleva el tema del género implícito en sus actuaciones.

Aun así, la dirigente asegura que ‘ni el hombre ni la mujer valen más; valemos de igual manera y debemos trabajar conjuntamente para que la comarca se desarrolle’, señaló.

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