Integrantes de la caravana migrante en el estado de Chiapas, en el sur de México, denunciaron este jueves 21 de noviembre que las autoridades les bloquearon...
- 01/11/2019 00:00
- 01/11/2019 00:00
La chitreana Clara Cedeño Tello de Saavedra sigue disfrutando -día a día- sus 113 años de vida. El martes 10 de septiembre de 2019 se vistió de gala: basquiña de lujo con encajes, cadena chata cerrada de oro, tembleques perlados y tenue maquillaje. Entronada en su silla de ruedas, recibía a funcionarios, familiares y amigos.
¿Qué hay de raro en que luzca bella y alegre? si siempre ha sido así. Lo inusual es que dos magistrados del Tribunal Electoral, Heriberto Araúz Sánchez y Eduardo Valdés Escoffery, viajaron hasta Chitré para entregarle una placa de honor por ser la ciudadana de más edad en haber votado en todos los eventos electorales desde 1994 hasta 2019.
Antes de salir al recibidor de su casa en Chitré, Herrera, fue al centro, a un improvisado salón de belleza: le acicalaron el cabello nevado , empolvaron su apacible rostro, lustraron sus finas uñas y hasta intentaron que comiera algo para validar aquel principio campirano de: “¡Clara, llévate un bollo!”.
Frente a la casa, una carpa protegía a los visitantes del renovado e inmisericorde sol. Los automovilistas pasaban despacio -con esa curiosidad de los pueblos chicos- extrañados por el ajetreo en el próspero y laborioso corregimiento de 9,796 habitantes.
Clara nació en Llano Bonito el 12 de agosto de 1906. Probó la sal bautismal de manos del sacerdote Melitón Martín, párroco de la Catedral San Juan Bautista. Sus padres fueron Tomás Cedeño y Manuela de Cedeño.
Ese mismo año, el 14 de noviembre, Theodore Roosevelt, presidente de Estados Unidos, hizo una visita de tres días a Panamá para inspeccionar las obras de la construcción del Canal. El mandatario llegó a Colón en el acorazado Louisiana, acompañado de su esposa Edith Roosevelt.
Uno de los nietos de Clara, Francisco Elías Paz Cedeño, de 30 años, explicó que después de un riguroso estudio, el Grupo de Investigación Gerontológica de los Récord Guinnes publicó que Clara Cedeño Tello es la mujer más longeva de América Latina.
El agasajo congregó a mucha gente. Buena ocasión para la mofa regional. Bredio preguntó al monagrillero “Liopo” si había ganado con el Gordito (lotería). Este contestó: “¿Será que a ese Gordo le pusieron banda gástrica; no gano ná”.
En medio de la espera, surgió el tema de la edad. “Antes la gente duraba más, no se comía tanta chatarra. Todo venía de la huerta, sin pesticidas. Ahora los pollos de tres semanas ya dan vuelta en la varita y a los lechones no los dejan ni ser alcancía”, comentó 'Tillo', un pescador de la Boca de Parita.
Otro le preguntó a Sergio: “¿Tú piensas llegar a 113 años como la tía?” Y este, con un gesto solemne, ripostó: “Me gustaría llegar a 100 años, pero no a 113, soy muy supersticioso.” El para atrás fue inmediato: “Tú no llegas a 80 años ni aunque te hagan una estatua de barro en La Arena (corregimiento de Chitré)”.
Los policías cerraron la calle para evitar interrupciones. El acto estaba programado para las 11 de la mañana.
De pronto, un clamor de alegría llenó el ambiente. Había llegado el carismático padre Pablo Velasco, párroco de la Catedral San Juan Bautista. Chocó la mano uno a uno como si los conociera de toda la vida.
Clara vivió muchas épocas: la inauguración del Canal de Panamá (1914), las dos guerras mundiales (1914 y 1940), la muerte del cantante argentino Carlos Gardel (1935), el magnicidio de José Antonio Remón Cantera (1955), el golpe militar de 1968, la muerte del general Omar Torrijos Herrera en un accidente aéreo (1981), la invasión de Estados Unidos y el derrocamiento del general Manuel Antonio Noriega en 1989. Conoció a los tres veces presidentes Belisario Porras y Arnulfo Arias Madrid. Y mucho más.
Carmen Heredia García, del programa “Jurado del Pueblo”, que transmite Radio Reforma, dijo que Clara Cedeño ha dedicado su vida a servir a sus comprovincianos.
Proviene de una familia tradicional interiorana, gente sencilla, sana, apegada a la enseñanza hogareña y respeto a los valores cívicos y morales: decencia, honestidad, respeto, responsabilidad, trabajo y solidaridad con los más pobres.
García dijo que ella vivió con sencillez: labores domésticas y artesanales, confección de tembleques, bordados, zapatos de pana (babuchas). Fue modista cuando se cobraba “25 centésimos” (un cuarto de dólar) por un vestido de señora. Conoce de telas, con tocar un tejido sabe si es caliente, fresco o de pacotilla.
En 1944 se casó con Elías Cedeño y juntos formaron una familia modelo. No tuvieron hijos, pero sí muchos sobrinos y nietos. En estos momentos ella no habla, pero su mirada y su sonrisa transmiten amor, cariño y ternura. La pareja educó a tres sobrinas: Evelia Cedeño de Girón, Carolina Cedeño Vda. de Saavedra y Carmen Cedeño.
Alberto Q., agrónomo, cuenta que cuando pasaban frente a su casa recibían “confites y consejos”. Preguntaba por las tareas y les inculcaba que la educación es el mejor camino para la superación personal. Los que no recitaban los valores morales no recibían gladiolas ni golosina de gofio con premio.
Pero todo no es trabajo. Le gusta la música de Dorindo Cárdenas “el Poste de Macano Negro”. Es su fan desde que “El Doro” comenzó a serenar acordeones en 1957, con su conjunto “Águilas Istmeñas”. Seguro recuerda piezas como “Olvidemos el pasado” “Décimo Quinto Festival” “El Poste” “La Espina” “Desolación”, “El Solitario”, “Manizaleña”, “Aunque los padres no quieran”, “La vieja cachiporra”, entre otras.
¿Cuántas adversidades habrá superado Clara y cuántos momentos felices ha disfrutado en 41,285 días de vida? Ha corrido mucha agua por los ríos Santa María y La Villa. A la hora de los discursos, el padre Pablo Velasco expresó que a Clara le tocó vivir todas las etapas de la vida y en cada una de ellas supo superar barreras y compartir logros con su familia, con su pueblo y con su país.
Al entregar la placa de reconocimiento, los magistrados Heriberto Araúz Sánchez y Eduardo Valdés Escoffery, manifestaron que Clara Cedeño es un ejemplo de civismo para las nuevas generaciones y un modelo de vocación democrática.
“Para una comunidad debe ser motivo de orgullo y satisfacción que uno de sus logros en concepto de familia es una señora, que a sus 113 años, es vivencia de amor entre sus seres queridos”, expresó la psicóloga clínica Geraldine Emiliani.
Agregó que aparte de una buena alimentación y salud, los pensamientos positivos, el apoyo familiar, la seguridad y protección, son primordiales para una larga vida. La comunidad también aporta una gran fuente de energía.
Al finalizar el acto, Clara estaba exhausta, pero feliz. Rosalyn, una niña de 3 años, de la familia, jugueteaba con los encajes de la basquiña de la anciana y acariciaba el relieve de sus pronunciadas venas.
La madre se llevó a la pequeña en contra su voluntad y entre amagos de llanto. Ninguna de las dos habló. Una dulce y sentida despedida con la mirada demostró que cuando la sangre llama a los niños no les vale una diferencia de 110 años.