El módulo Blue Ghost, de la firma estadounidense Firefly Aerospace, envió impresionantes imágenes de la Tierra mientras orbita el planeta azul y previo...
- 21/12/2014 01:00
Con motivo del fin de año
Todos los años, para esta época de diciembre, salen a relucir los famosos pronosticadores del Gobierno con una serie de estimaciones de año nuevo. Sus clientes son un grupito muy disfuncional, que incluyen al propio presidente de la República, ministros de Estado, directores de instituciones, banqueros y asesores de segunda importancia, entre otros. Su estilo es anunciar orgullosamente sus resoluciones para el próximo año y esperar que con el pasar de las semanas nadie se recuerda de ellos. Porque si fueran responsables y hubieran establecido metas concretas y planes de acción definidos, estarían contratados todo el año para su debida implementación, pero como son meros pronosticadores y a ellos se les puede dejar pasar esas imprecisiones, nadie los tilda de fracasados. Así pues, ¿quién no se puede ganar la vida al estilo de Nostradamus, pensando en el mañana y esperando que las cosas sucedan, si es que suceden?
La pregunta cajonera es, ¿cómo podemos hacer para que nuestras autoridades aseguren el cumplimiento de sus metas, sin el mareo que causan los pronósticos? Lo primero que deben hacer es sentirse responsables por el cumplimiento de sus tareas. Si la meta es que el déficit disminuya en 20 %, entonces manos a la obra y seguramente todos se sentirán satisfechos si lo logran. En cambio, la satisfacción de un pronóstico es anunciarlo —y cobrar por ello. Piense en la típica reunión en la que un pronosticador llega a una sorpresiva revelación: la tasa de crecimiento del 2015 será 5.8 %. Esta es una estimación y seguramente los miembros de Gobierno se sentirán tan bien como cualquiera de nosotros cuando al principio de año aseguramos que correremos un triatlón o pasaremos más tiempo con nuestros hijos.
Sabemos que los funcionarios se sienten bien cuando oyen estos pronósticos, pero estos carecen de refuerzo. Definitivamente, es posible convertir un pronóstico en una meta alcanzable, pero para llevarlo a cabo, las autoridades deben ser más astutas de lo que han sido hasta ahora. Por ejemplo, si aspiran a una mayor transparencia, deben primero desaparecer el Programa de Ayuda Nacional o eliminar las partidas circuitales, porque todos sabemos que allí es donde reside la corrupción. Pero como nuestros gobernantes se resisten, no será fácil llegar a la meta.
Igualmente, para evitar que las metas se degeneren en meros pronósticos, lo ideal es crear un plan estratégico y hacer chequeos permanentes para identificar dónde se está. Lo curioso es que todo esto es contagioso. Ocurre con la obesidad, que si andas con gordos te vuelves gordo, y lo mismo sucede con la cirugía plástica. Hasta escupir es contagioso (vea un juego de béisbol). Uno decide lo que es normal viendo a su alrededor. Así que si quiere que sus resoluciones de año nuevo se vuelvan metas, deberá rodearse de gente que lleve a cabo las resoluciones. ¡Buena suerte!
Otra forma de que el Gobierno asegure el cumplimiento de sus metas es que los funcionarios hagan una lista de chequeo con tareas básicas y rutinarias. Pero deben usarlas correctamente, porque pueden salvar vidas, cambiar el juego y mejorar muchas cosas. Considere el caso del Dr. Pronovost, que desarrolló una lista de cinco pasos sencillos para ser utilizada a la hora de colocar líneas intravenosas en pacientes de la unidad de cuidados intensivos.
La lista no tenía nada nuevo ni controversial, solo acciones concretas como ‘lavarse las manos antes de comenzar’, o ‘limpiar la piel del paciente con antiséptico en el punto de inserción’. Al utilizarse en un período de 18 meses, desaparecieron las infecciones, el hospital se ahorró $20 millones y se salvaron 1500 vidas.
¿Cómo puede algo tan sencillo ser tan poderoso? Las listas son buenas porque educan a la gente sobre el mejor curso de acción, mostrándole la forma estrictamente correcta. Una lista puede ser ignorada, pero nunca disputada. Por otro lado, una lista de chequeo puede ayudar a evitar puntos ciegos en ambientes complejos. Si el Gobierno constantemente comete errores por no considerar toda la información disponible, entonces una lista de chequeo podría ayudarlo.
El problema es que pocos funcionarios las utilizan. En muchos casos, reina la inercia y además su utilización depende de la cultura que el Gobierno quiera implantar. Hay quienes las consideran deshumanizantes, porque las asocian con las largas listas que permiten a un niño hacer bien su trabajo en un establecimiento de comida rápida. Si algo es tan sencillo que se puede desglosar en pasos discretos, seguramente será una tarea que hasta un mono pueda hacer. ¡Equivocación! Pregúntele al piloto de un 767.
No interesa saber qué sandeces habrán dicho los pronosticadores este año. Lo importante es que el Gobierno haga su lista de chequeo y la cumpla a cabalidad. Seguramente se salvarían vidas, mejoraría la toma de decisiones, se evitarían grandes errores, garantizarían la transparencia y, definitivamente, evitaría el derroche de dinero.
¡Feliz Año Panamá!
EMPRESARIO