Miles de feligreses celebraron este lunes el Día de los Reyes Magos en Bolivia con la costumbre religiosa de llevar las imágenes del Niño Jesús a los templos...
Donald Trump ya adelantó cuáles serán sus términos en las relaciones con Panamá y América Latina. El presidente electo de Estados Unidos, fiel a su estilo verborreico y desempolvando el rancio manual de la “diplomacia de cañonero”, ahora no descarta sanciones o usar la fuerza militar para doblegar la postura panameña en torno al Canal. La firme posición asumida por el Gobierno ante esas amenazas no puede quedarse en meros discursos y comunicados. Panamá debe tener una estrategia de contingencia frente a un escalamiento de las tensiones con la nueva administración en la Casa Blanca. La errática política exterior de los últimos gobiernos y el uso del servicio exterior como un botín politiquero en detrimento de los diplomáticos de carrera y profesionales preparados con compromiso patrio, nos dejan vulnerables ante los conflictos geopolíticos que se auguran para los próximos años. Defender la soberanía no es llenarse la boca de nacionalismo, sino tomar acciones de Estado que garanticen los intereses del pueblo panameño. Con el mismo espíritu que impulsó las negociaciones canaleras de 1977, el Gobierno tiene que construir mayores alianzas internacionales, diversificar sus socios comerciales y fortalecer la economía para disminuir la dependencia. Cualquier tipo de indolencia e ineficiencia ante este enorme desafío, es imperdonable.