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La basura en las calles es, sin duda, uno de los problemas más palpables de la ciudad capital, y las autoridades tienen el deber de hacerle frente de una vez por todas. El descuido ciudadano y la ausencia estatal han provocado que Panamá viva rodeada de desperdicios que quedan en las aceras y en los lugares destinados para su posterior recolección y que, la mayoría de las veces, es tardía o nula. Lo denunciado por el presidente José Raúl Mulino, en su tradicional conferencia de los jueves, evidencia el fracaso en la gestión de esta realidad. Y es que Mulino se refirió no sólo al tema de la morosidad en el servicio de aseo, la cual asciende a $116 millones, sino que expuso que se encontró -al llegar a Las Garzas- con una veintena de camiones compactadores tirados, en abandono, casi para el descarte. Afortunadamente, según explicó, han sido reparados con una mínima inversión. “Con menos de $15 mil, se arreglaron los carros, si eso no es peculado, yo no me llamo como me llamo, ¿cuál era la idea?, ¿dejarlos perder para comprar más? (...) Lo cierto es que por menos de $180 se arreglaban esos carros”, enfatizó Mulino. Es necesario que se investigue con rigor esta irregularidad que ha generado graves consecuencias. Recordemos que la basura afea el entorno, crea sensación de inseguridad y -lo peor- genera daños en la salud de cada individuo. Hay que mejorar la disposición de los tinacos, hacer campañas masivas de educación sobre la importancia de separar los residuos, delimitar bien los espacios de almacenamiento y garantizar un servicio de recogida eficaz. El tiempo se agota, hay que actuar ya.