Darién hoy es sinónimo de crisis migratoria y problemas de seguridad. Una asociación que, aunque real, al ser la provincia el principal escenario de estos problemas, deja en segundo plano el lamentable abandono que tiene esa región del país. La débil presencia del Estado en Darién es incluso anterior a la República y manifiesta un desprecio histórico del poder central en la Ciudad de Panamá por esta provincia, con un territorio poseedor de una de las mayores diversidades naturales y culturales del país. Y que además tiene potencialidades logísticas, agropecuarias y turísticas perdidas, por falta de una política que incorpore íntegramente a las regiones fuera de la capital. El Estado no solo debe manifestar su presencia con armas y policías, hace falta que toda su oferta de derechos llegue hasta la frontera, y empiece a pensar proyectos que formalicen una conexión con Sudamérica. Es momento ya de integrar a Darién al desarrollo nacional.

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