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- 10/06/2024 23:00
Y eso que no hay lucha de clases
Imagínense que usted tiene un terreno y en su ausencia el alcalde pacta con unos extranjeros para extraer piedras preciosas y hacer negocios en su propiedad. Al enterarse, usted pone una denuncia en el tribunal y este, falla en su favor para que los expoliadores de su finca suspendan su osadía. Entre tanto, mientras ocurre tal cosa usted procedió a responder cual propietario de su terreno, impidiendo la entrada y salida del camión que acarreaba los bienes de “su propiedad”. Por este motivo, el alcalde, que autorizó la desposesión de bienes en su propiedad, lo acusa de actos terroristas, pero la administración de justicia lo libera de tal acusación criminal.
Poco tiempo después, al saberse que el hermano del alcalde saliente, será el nuevo jefe municipal elegido por “votación popular”, los extranjeros se envalentonan nuevamente y lo demandan a usted por daños y perjuicios, aduciendo que habían hecho una gran inversión y usted se las dañó. ¿Cuál debería ser el fallo frente a esta nueva demanda? Desde el punto de vista del derecho, podría caber cualquier cosa, según se encuentre algún artículo que lo sustente, de acuerdo a la opción política que asuma el juez. Desde el punto de vista de la justicia, no cabe otra decisión que la de desestimar tal demanda.
Pues bien, esta es precisamente la realidad que hoy enfrenta a unos extranjeros con mucho poder llamados Cobre-Panamá (o si prefiere Minera Panamá) representantes del gran capital internacional y a los lancheros de Donoso. En efecto, envalentonados con un gobierno que ya dijo ser “100% empresa privada”, ha dado instrucciones a sus mercenarios abogadiles criollos para que procedan a demandar a estos representantes de la clase trabajadora -y de paso, de la soberanía territorial y ecológica panameña -y procuren hacerlos pagar su osadía de defender los bienes que los llamados a protegerlos no hicieron.
Ahora bien, ¿de dónde y quiénes originaron la lucha entre ambos grupos de la sociedad? No cabe duda - salvo que se vea este asunto “con los ojos del amo”- que al igual que los que irrumpieron en su imaginaria propiedad de la metáfora anterior, el conflicto lo causó la corporación multinacional First Quantum Mineral, alias Minera Panamá, con la complicidad de autoridades de los aparatos estatales republicanos y “democráticos”.
En términos que odian emplear los grupos a los que pertenecen los dueños de esta corporación minera y sus apologistas en varios medios de (in)comunicación, estamos frente a una lucha entre clases sociales. Conflicto no propiciado por la clase que acuerpa a los intereses de los trabajadores -y en este caso, del pueblo en general - sino por los que expresan los intereses corporativos de ese gran capital privado.
Debe tenerse claro que una lucha no necesariamente se da cuerpo a cuerpo, con violencia física, con lucha armada. Esto es el conflicto llevado a su extremo. El tinglado puede ser el de los tribunales; si es controlado totalmente por los aduladores de este gran capital privado, el resultado más que obvio es la condena de los que representan la clase trabajadora. Esto suena al asedio financiero contra los fondos de trabajadores agremiados en el Suntracs a través de sus cuentas, ¿o no? Por otro lado, si los jueces representan a otro sector económico de la clase pudiente, habría alguna esperanza para un fallo favorable a los trabajadores. Pero si los tribunales no están atestados de apologistas y funcionarios del gran capital, cabe esperar un fallo justo.
En la empresa PSA Panama International terminal, despidió hace poco a más de 100 trabajadores, a pesar de no estar resuelto el pliego de violaciones presentado por el sindicato en el año 2022, que jurídicamente impedía tomar tal tipo acciones por parte de esta corporación de escala mundial.
A pesar de tal acción, reiterada en esta empresa asiática, la organización sindical que defiende los intereses de los trabajadores allí, “ha actuado responsablemente y ha insistido en establecer acuerdos para la estabilidad del clima laboral” (CS, 6/junio/2024). Así, a pesar de los ataques hacia los trabajadores portuarios, la organización de la clase trabajadora no muestra ser la conflictiva, ni la fomentadora de tal conflicto.
En todos estos casos, no hay otra cosa que una lucha entre contrarios. Aun así, dicen los dueños y aduladores del capital privado, no hay lucha de clases ... si esto no lo es, no quiero imaginarme cuando esta exista.