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- 11/06/2010 02:00
Ineficiencia de la ONU vs saharauis
Durante 26 años el pueblo saharaui ha esperado impaciente que la ONU, a través de MINURSO, termine de realizar el referéndum que les permitiría dejar de ser el último territorio colonial en el continente africano. El papel de la ONU en el caso saharaui ha sido tan pobre, que a este digno pueblo no le está quedando otro camino que el de empuñar nuevamente las armas y enfrentar a sus opresores. El tono y las manifestaciones del Frente Polisario, a través de los medios de comunicación no nos dejan dudas al respecto.
Para probar la incapacidad de la ONU baste señalar la forma tanto inoperante como impávida e impotente con la que ha asistido al levantamiento de los muros de Berlín, (1961), del Sahara Occidental (1980, 2700 Kms) y más recientemente el de Palestina (2002, 709 Kms) entre otros. De éstos, el primero ya cayó; por su orden de construcción le toca caer ahora al del Sahara Occidental. De ello no hay la menor duda.
La situación de los saharauis en los territorios ocupados es cada día peor; el mismo está sometido a un régimen de terror, en donde los derechos humanos no existen; el encarcelamiento domiciliario de Aminetu Haidar; las condiciones infrahumanas a las que son sometidos los presos políticos en la Cárcel Negra del Aaiún (cárcel de mayor densidad de población en el mundo); la conculcación del derecho a reunión y opinión, son solo algunos ejemplos de los hechos cotidianos en la colonia.
El país colonialista, Marruecos, ha sabido cómo mover los hilos de la ONU, para que no se realice el esperado referéndum y para ello se ha valido de sus manipulaciones diplomáticas y la fuerza del dinero en los medios de difusión occidentales. Esta guerra propagandística ha llevado recientemente a la prensa marroquí y sus corifeos a deshacerse en halagos para Ahmedu Uld Souilem, quien después de arrodillarse y besar doblemente (primero por arriba y luego por la palma) la mano del rey Mohamed VI, ahora se apresta a presentarse, y nuevamente de rodillas, besar la mano de su majestad Juan Carlos de Borbón, rey de España, donde ha sido nombrado embajador en pago a su genuflexa postración y entrega.
El caso de Souilem es digno de estudio. Anteriormente fue un destacado luchador del Frente Polisario y primer embajador de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en Panamá y con ello primer embajador de este país en Avía Yala (América). Su cambio hacia las posiciones colonialistas, como son la autonomía tutelada y regida por Rabat, al decir él que esta autonomía es posible en un país regido por un soberano que ostenta por la constitución de 1992, la ‘misión divina y de personalidad inviolable y sagrada’, que aparte le da poder absoluto sobre vida y bienes, y se autodenomina ‘líder del Consejo de Ulemas y jefe de los creyentes’, lo cual constituye un contrasentido; Souilem pasa por el contrario a ser el ejemplo de quien espera toda su vida su reivindicación y ya viejo, impaciente y obsoleto, siente que el tiempo no le alcanza y se entrega por algunos momentos de placer y disfrute. Son pocos los que como él cederán, abandonando la lucha y entregando su dignidad; otros, la mayoría, pelearán hasta la independencia total. Las aseveraciones de Souilem de que el Polisario ya ‘ha llegado a su límite de capacidad’ y que está penetrado por la corrupción y otros improperios contra el Frente, no justifican su actuación, al contrario, le señalan como un tránsfuga más, que abandona el buque que cree se hundirá; la historia lo colocará en el lugar de demérito que le corresponde.
La ONU deberá ser cambiada por una organización con el poder suficiente para ser la gestora de paz que en este momento no es; para eso lo primero que toca hacer es reformar el Consejo de Seguridad y con ello el veto de las potencias nucleares de principios de los 50. Hoy son más los actores con poder nuclear, entre ellos: India, Paquistán, Israel, Corea del Norte, África del Sur. Lo emanado de la asamblea general de la ONU deberá tener más peso y provocar acciones más concretas, para que los acuerdos aprobados por la mayoría de los países tengan un peso específico mayor y generen acciones más contundentes. Es triste ver que la inoperante acción y la forma como se ha manipulado el caso del Sahara Occidental por la ONU y MINURSO en particular, no han hecho más que empujar al pueblo saharaui a una nueva confrontación bélica.