• 23/10/2024 00:00

Una ciudad de conos

No quiero ser negativo, pero hagamos un análisis de lo que diariamente vemos en las calles de esta metrópoli, que muchos vemos como una gran ciudad; otros la ven como con ganas de mudarse para acá; otros, como la telaraña a la que tengo que entrar y salir todos los días; otros, como la gran oportunidad...

En varios artículos anteriores, he comentado que a veces siento que vivimos en una anarquía, casi imposible de superar. Luego, llego a mi casa y me doy cuenta que, en gran parte, para develar a los culpables de que tengamos las ciudades que tenemos, tendríamos que pararnos frente a un espejo colocado en cualquier lugar de, por ejemplo, la ciudad capital de Panamá o en otras ciudades, muchos concordarán con esta forma de pensar.

No quiero ser negativo, pero hagamos un análisis de lo que diariamente vemos en las calles de esta metrópoli, a quienes muchos vemos como una gran ciudad; otros la ven como con ganas de mudarse para acá, otros, como la telaraña a la que tengo que entrar y salir todos los días; otros, como la gran oportunidad de ganarme una platita para mantener a mi familia y otros, como la forma de amasar una fortuna mayor de la que ya tienen.

Todos, repito, todos tienen razón, pues nuestra ciudad es como un “porfiao”, esos muñecos inflables a los cuales tú les pegas y no importa que tan duro les des, siempre regresan. Esta es una ciudad multicultural, que al igual que otras grandes capitales en el mundo se creó, creció y se engrandeció gracias al aporte de propios y extraños. Todos los que hoy la vivimos o nuestros antepasados, emigraron de algún lugar del mundo.

Pero esta gran amalgama de gente que hoy llamamos Panamá, ante el desorden, la falta de acción, la no certeza del castigo y del “mientras no me cojan es legal”, han hecho de las leyes municipales y nacionales un pasquín de antaño, como los de Archie o Hermelinda Linda.

Hace algunas semanas se anunció que se eliminarían los mal llamados “bien cuidaos” del Casco Antiguo y de varios otros lugares donde florecen cual maleza, y nos preguntamos: ¿se acabaron o siguen ahí todavía, extorsionando y amenazando a cuanto conductor se ve en la necesidad de un estacionamiento, de los que no hay suficientes en esas áreas?

Hemos sido varios que hemos denunciado hechos donde ya sea supermercados, restaurantes de comida rápida o escuelas, no cuentan con espacio suficiente para que sus clientes entren y salgan, y estos conductores de manera irresponsable, “bloquean” las calles mientras entran o mientras esperan a que sus hijos entren o salgan de las escuelas. ¿Han visto alguna vez a un agente de la policía haciendo cumplirla ley?

De igual manera hay quienes han tratado de ayudar avisándole al municipio y a la policía cuando las construcciones de nuevos edificios literalmente bloquean las calles para que los camiones despachadores de concreto, entreguen este producto para los “nuevos vecinos” del barrio. Lo más interesante es que dentro del perímetro de estas construcciones están estacionados los vehículos de ingenieros y de los propios obreros, despachadores de otros materiales y hasta de uno que otro agente de la autoridad del tránsito que está muy ocupado viendo su celular, mientras el desmadre esta frente a sus ojos, pero ¿alguna vez han escuchado que les han puesto alguna multa ejemplar?

Y qué decir de los despachadores de bebidas gaseosas, gas en tanque y cuanta cosa toque despachar a tiendas de abarrotes y similares. En varios de estos casos, los policías hasta los acompañan para violentar el mismo reglamento de tránsito que deberían hacer cumplir.

De igual manera, los dueños de locales en áreas muy visitadas, donde estos se han apropiado de no solo las aceras sino de las calles frente a sus respectivos locales. Por regla general esto viene acompañado de “asistentes” que recolectan un “salve” por cuidarle el espacio a los dueños de estos establecimientos comerciales. ¿Alguna vez han visto a algún policía defender los derechos de la mayoría de los ciudadanos?

Lo más interesante de casi todos los casos mencionados y en varios otros que se quedan por mencionar, es el uso de los muy populares conos color naranja, que en diferentes dimensiones utilizan los “dueños de las vías” involucrados.

Estos parecieran ser la nueva patente de corso, de la cual se han adueñado algunos en perjuicio de la mayoría. Considero que hay que cumplir y hacer cumplir las leyes, ya sean locales o nacionales. Al principio nos costará acostumbrarnos, pero al final estoy seguro que nadie quiere vivir entre conos, ¿verdad?

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