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- 07/03/2025 00:00
Chile y Panamá: desafío portuario y geopolítico en el escenario global
Como es sabido, estamos en tiempos convulsos entre las dos mayores potencias mundiales: China y Estados Unidos. Sumado al conflicto bélico ruso-ucraniano y a diversas variables que han reconfigurado y desafían el modelo logístico de la infraestructura portuaria tradicional.
Panamá es un país puerto y con su Canal tiene una vocación marítima por antonomasia, siendo tal vez él o uno de los actores más relevantes en la materia. Por otro lado, Chile es un país puerto y puente con el Asia-Pacífico, siendo el primer país latinoamericano en establecer relaciones diplomáticas con China en 1970 y el tercer actor en la agroindustria del gigante asiático.
La realidad actual, sin embargo, es desafiante para ambos países hermanados por su cultura y vocación marítima. Por un lado, es imperativo para Chile mejorar su infraestructura portuaria y de aquí al 2030 debe realizar grandes inversiones públicas y privadas a través de concesiones y modelos de ejecución público-privados y, por otro, Panamá debe afrontar la presión diplomática propia de los ya referidos tiempos convulsos.
Solo como datos, y algo más alentadores que lo descrito, Chile se ubicó como el país sudamericano y latinoamericano que más flujo de carga contribuyó al Canal de Panamá en el año fiscal 2024, y se posicionó en el quinto lugar en la jerarquización de naciones por origen y destino, en línea con lo consignado por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) en su Informe Anual 2024.
En concreto, la cantidad de productos ligados a Chile que atravesaron la vía navegable panameña llegó a un volumen total de 17.423.910 toneladas, lo que se estableció como el registro más bajo desde 2020, según lo observado. Con todo, aún estamos lejos de superar las cifras del año el año fiscal 2022 con 30.198.738 toneladas y de 2020 con 28.896.398 toneladas.
Si bien la ACP destacó que lo anterior fue posible gracias a las rutas que tocan los puertos de Arica, Iquique, Mejillones, Antofagasta, Valparaíso, San Antonio, Lirquén, San Vicente y Coronel, la realidad de la infraestructura portuaria nacional es perfectible y tiene que asumir con urgencia la ampliación y modernización de sus puertos, y no quedarnos en un relato sin sustrato fáctico y geopolítico en la realidad.
Todo lo expuesto demanda no solo el trabajo del sector público o el descanso en las siempre armónicas y fructíferas relaciones diplomáticas entre el istmo y Chile, sino el rol de un sector privado activo, de fondos de inversión, de un trabajo jurídico de primer nivel que facilite las tratativas, negociaciones y licitaciones público-privadas y se haga cargo de potenciales diferendos arbitrales con inversores y subcontratistas y, en general, una conciencia plena de la sociedad civil y de la clase política de la urgencia de los tiempos presentes de dar un salto en la modernización, capacidad y preponderancia de nuestro principal ethos en materia de importaciones, exportaciones y negocios asociados: el comercio marítimo internacional.