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- 17/07/2015 02:00
Temo por la vida del papa
Después de sus recientes pronunciamientos en Bolivia y Ecuador, temo por la vida del papa. Temo, porque el mensaje que envía va en contra de los intereses de un capitalismo desenfrenado y vengativo.
Cierto es que estos fueron temas expresados anteriormente por él. Empero, ¿en el seno de la América Latina con una oligarquía criolla intransigente; con millones de feligreses ‘originarios', cuyos ancestros fueron víctimas de ultraje, hurto de sus tierras, esclavización, usurpación de su patrimonio y el inhumano intento de reducirlos a una especie inferior, tildando sus ritos religiosos y culturales como ‘paganos'? ¡Dios lo guarde!
Antes de continuar, deseo aclarar que no escuché sus palabras, pero sí las leí en los medios estadounidenses. Si estas son relatos fieles, opino que los recipientes de su castigo moral y reproche, aquellos, a nivel global, y de aparente poderío político ilimitado, están muy conscientes de su exhortación —vía Latinoamérica— a los ‘desterrados de la Tierra' que seguramente encontrarán resonancia y reposo. Por ende, opino que probablemente el papa se ha colocado, nuevamente, en la mira del rifle de un francotirador. Acordémonos de Gandhi, del Dr. King y, por supuesto, de JESÚS, predicadores de PAZ, JUSTICIA y AMOR A LA HUMANIDAD.
¡Consideren algunas de sus reflexiones! ‘Algunos, justificadamente, podrán decir, ‘cuando el papa habla se olvida de las acciones de la iglesia'. Esto lo digo con mucho remordimiento. ¡Muchos pecados gravísimos fueron cometidos en contra de los pueblo originarios de América en el nombre de Dios'!
Y estas: ‘Con humildad pido perdón, no solamente por las ofensas de la iglesia, sino también por los crímenes cometidos en contra de los pueblos indígenas en la llamada Conquista de América'.
John C. Hirsch, catedrático de la Universidad de Georgetown, comentó: ‘Lo impresionante del papa Francisco es su comprensión de la ‘Renovación Cristiana' que involucra no solamente Justicia Social e inversión en los pobres, sino también confesiones de pecados del presente, del pasado y de injusticias'.
Claramente, su llamada para la estructuración de un movimiento global para acabar con el neocolonialismo que, según él, ‘ha producido inequidad, materialismo y la explotación del pobre'; su exhortación a los pobres a cambiar el ‘orden social'; a que busquen alternativas y que no cesen de luchar para encontrarlas, añadiendo además: ‘Digamos ‘NO' a una economía de exclusión, de inequidad, donde reina el dinero en vez de servir. Esas economías matan. Esas economías son excluyentes. Esas economías destruyen a la madre tierra', subrayan la tesis de Hirsch.
Sus palabras, claras, sencillas y sinceras, conmovieron tanto al presidente de Bolivia, Evo Morales, crítico de la Iglesia Católica, que este, en un momento de reflexión, exclamó: ‘¡Por primera vez siento como sí tenemos papa! Papa Francisco'.
Honestamente, la humildad del papa, su devoción a la humanidad y su compromiso con su fe, no es la razón primordial por la cual temo por su vida. Lo es su infatigable crítica corajuda de un capitalismo no frenable y de las poderosas corporaciones multinacionales.
Pronunciamientos como estos: ‘Yo diré que el futuro de la humanidad está, en gran parte, en sus manos mediante sus habilidades para organizar y llevar a cabo alternativas creativas, mediante sus esfuerzos creativos para asegurar las tres ‘Tes': TRABAJO, TECHO y TIERRA'; ‘la persecución sin frenos del dinero es el excremento del demonio' y ‘algunos tratados de ‘libre comercio' y de ‘austeridad' cinchan los cinturones del obrero y de los pobres', no caerán en oídos sordos. ¡Cuando los ‘poderosos' perciban la posible pérdida de su hegemonía y sus huríes desafiadas, se sentirán obligados a defenderse!
En esta coyuntura global, cuando apenitas hemos empezado a ‘oler' la fragancia de la existencia de movimientos populares en aras de la transformación socio, económico y político a nivel global, la voz del papa es un clarín que despierta e inspira a luchar y enfurece a los opresores.
ESCRITOR