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- 18/11/2024 00:00
Seguridad democrática
En el camino, sin prisa pero sin pausa, hacia un proceso constituyente para poder contar con un Estado Constitucional Democrático de Derecho, la seguridad democrática ha de ser una de las principales características y propósitos del mismo.
Dentro del necesario marco de estricta igualdad, la seguridad democrática está llamada a ser una situación protegida, dentro de la cual todos los ciudadanos disfrutemos las garantías que una Constitución ciudadana y un sistema democrático está llamado a ofrecernos. Dentro de dicho sistema es que aceptamos -como necesarias-, las restricciones que se puedan presentar y cumplimos nuestros deberes y obligaciones en forma solidaria.
De nuestros días, la seguridad democrática requiere de determinadas condiciones para existir como tal. La primera es la protección de la democracia en sí misma, tarea que le corresponde, en primera instancia, a los ciudadanos y simultáneamente a todos los organismos e instituciones del Estado. La segunda es que no puede haber democracia si no existe una seguridad jurídica y una seguridad ciudadana. La tercera es que la democracia debe estar -en todo momento-, segura de que sus instituciones y procedimientos no serán modificados sin el debido consentimiento de la población.
La democracia sigue siendo hoy día, el sistema predominante de organización política a nivel mundial, tanto en formaciones sociales como la nuestra, que se vieron sometidas a sistemas políticos autoritarios, como en aquellas sociedades donde la democracia ya existía.
La democracia necesita reglas de juego colectivamente aceptadas y respetadas. Democracia y respeto a sus reglas de juego son dos conceptos inseparables y del uno se deriva el otro. Pero, estas reglas y procesos deben ser fijados democráticamente así como es necesario que sean respetados y cumplido por todos. Por ello es necesaria la democratización de la democracia y, más, en una sociedad como la nuestra que sigue sometida a un estatuto constitucional impuesto, vigente por más de 52 años y que permite y promueve tantas desigualdades sociales, económicas, educativas y políticas.
Debemos dirigirnos hacia un Estado comprensible y digno de la concertación. La comunicación debe ser, ante todo, honrada y con muchísima base ética y moral. Sin ello, no podemos garantirnos la seguridad democrática requerida porque la democracia requiere conversación, diálogo, discusión, debates, desacuerdos, tolerancia y las segundas instancias.
Un proceso constituyente originario, de plena participación ciudadana, nos permitirá afianzar la democratización de la democracia fallida que, durante los últimos 35 años, nos ha mantenido alejados de los progresos jurídicos e institucionales necesarios para poder ejercer nuestros derechos, deberes y garantías.
La seguridad democrática, hoy ausente en nuestro medio, requiere también del interés de todos los ciudadanos dado que todos nos vamos a beneficiar de la misma. La seguridad democrática, como tarea de todos, debe formar parte de la alfabetización ciudadana que nos permitirá contribuir a alcanzar un nuevo contrato social que nos libere del pseudo constitucionalismo consentido que tanto daño ha hecho y hace a toda la población. A mayor seguridad democrática, mayor seguridad ciudadana y mayor seguridad jurídica.