En 2005, durante la presidencia de Martín Torrijos, participé en un pequeño grupo de voceros que debía explicar la situación en la que se encontraba la Caja de Seguro Social y, de manera especial, el programa de IVM. La urgencia era la de tomar decisiones para salvar el mismo a través de medidas urgentes, que requerían de voluntad y valentía política para enfrentar la catástrofe que se avecinaba: evitar el inminente colapso.

Muchos ciudadanos nunca llegaron a entender la complejidad del problema al que el gobierno y el país se enfrentaban y buena parte de ello, por el absoluto desconocimiento de la situación financiera en que vivía la Caja y la negación irracional a las medidas propuestas, que eran absolutamente necesarias y esto fue en 2005.

A pesar de manifestaciones, algunas violentas y con posiciones muchas veces iracundas e irracionales, el proyecto a la reforma se aprobó con la advertencia de que estas decisiones solo servirían para paliar el problema de fondo y, a lo sumo, en 20 años estaríamos de nuevo ante una crisis igual o peor.

Salieron entonces a relucir los obstáculos nacidos de la incomprensión del problema financiero y hasta de la simple realización de que el modelo existente debía reformarse, porque la realidad demográfica mostraba un incremento importante en la expectativa de vida de hombres y mujeres, además el número de cuotas no alcanzaría para poder mantener el beneficio durante 20 años o más después de jubilarse.

A los que nos habíamos asomado al abismo nos quedaba claro lo que representaría esta crisis si llegaba el momento en que no podría ni cumplirse con las pensiones mínimas para quienes habían trabajado prácticamente toda su vida adulta y en muchos casos perderían este derecho, que a duras penas les permitía cubrir las necesidades mínimas para llevar una vida digna.

No es mi intención hacer un examen exhaustivo de la propuesta, mas, me referiré a las más importantes.

Se propone el aumento de tres años para hombres y mujeres para alcanzar la edad de jubilación, de manera que las mujeres se jubilarían a los 60 y los hombres a los 65 años.

Este nuevo aumento en la edad no afectará a quienes les falten siete años o menos para acogerse a la jubilación y se mantiene el requisito de las 240 cuotas como referencia de años de servicio y el monto de la jubilación seguirá siendo del 60 %.

El nuevo sistema permitirá el retiro a cualquier edad y con una pensión mínima de 265 balboas. Se creará una pensión básica mínima de 144 balboas para los que nunca han cotizado, tal como ahora se hace con el programa de 120 a los 65.

No se aumentará el monto de las cuotas para el seguro social a los trabajadores. Sí se aumentará el pago de la cuota patronal en un 3%.

He resumido aquí los puntos que más preocupan a todos los asegurados y he dejado por fuera las consideraciones técnicas y financieras mucho más complejas. No puedo terminar sin llamar la atención a otras modificaciones imprescindibles, tales como la revisión inmediata de la planilla, del presupuesto y de la administración de la Caja de Seguro Social.

Se tiene que poner fin a los casi 50 años de desgreños administrativos, del saqueo a las arcas de la institución, al abultamiento de la planilla con fines políticos y eliminar las escandalosas jubilaciones especiales y proponerse el mejoramiento inmediato de los servicios médicos, así como el suministro de los medicamentos requeridos.

La Caja ha sido un tesoro anhelado por políticos para cumplir sus promesas electoreras; de juntas directivas –salvo honrosas excepciones– integradas por personas que no tenían ni formación profesional ni capacidad para entender el manejo de fondos multimillonarios y de administrarlos con eficiencia y transparencia.

Si hoy optamos por no atender las llamadas de atención o no entender lo que se ha expuesto de la situación de la Caja, debo decir que el camino ya está determinado. ¿Qué pasará si no se hace nada? El día de la presentación del proyecto de ley se comunicó que en 2025 “solo se podrán pagar el 87 % de las pensiones” y para 2029 “no se llegaría a pagar la mitad de las pensiones que se pagan hoy”.

Hay que conocer, leer y entender el proyecto de ley. ¡Se acabó el tiempo!

*La autora es exdiputada de la república

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