Salud infantil

Una iniciativa poco común en nuestra sociedad. Los padres de familia de pacientes del Hospital del Niño han hecho un público reconocimiento a la gestión de ese centro de salud, a su director y al equipo humano que lleva adelante la atención de los pequeños. Los resultados del arduo trabajo han permitido crear, pese a las dificultades en ese ámbito, un ambiente que posibilita devolver la salud a los infantes, luego de los tratamientos de rigor.

A menudo se escuchan quejas en los establecimientos hospitalarios sobre todo tipo de complicaciones: con los medicamentos, con la atención, con los implementos; con las intervenciones quirúrgicas y con el hacinamiento. El Hospital del Niño basa sus tareas en un sistema de patronato que coordina las dinámicas y logra hacer una función eficiente, no obstante, los fantasmas que merodean la salud infantil en el país.

Sobre esto último, algunos indicadores de las autoridades de salud nos brindan un panorama de la realidad que viven niños y niñas en cuanto a la morbilidad y mortalidad. Tan solo un dato es ilustrativo: en 2020 la tasa de defunción infantil por mil nacimientos vivos fue de 11.2, en 2021 ascendió a 12.2. Existe la presunción que en 2022 llegó a 13 %. Es decir, una tendencia a un aumento de 1 % por año.

Según el informe de estadísticas del propio hospital, las principales causas de muerte “continúan siendo ciertas afecciones originadas en el periodo perinatal, 51.6% y 48.6 en el año 2021 y 2022, respectivamente, siguiendo las malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas con 22.7 % y 26.4 %, respectivamente y 6.4% y 4.5 % enfermedades respiratorias”.

Hay que contrastar estas cifras del Hospital del Niño en cuanto a otro índice. “Los nacimientos vivos en la maternidad del Hospital Santo Tomás en el año 2021 alcanzaron la cifra de 9,168; hubo una disminución 156 menos que el año pasado y en el año 2022 ... 9,067 nacimientos, 101 nacimientos menos”. Es importante seguir detalladamente la progresión de los datos que tienden a demostrar una situación más delicada en la salud de los niños.

Desde hace unos años se trata de construir un nuevo hospital para la atención de la infancia. El proceso se ha visto afectado por múltiples circunstancias accidentales que han retrasado su culminación; pero, al parecer, ya está en firme la obra y se sabe que se ha logrado hasta ahora un poco más del 50 % del avance. Esa es una buena noticia para la amplia población menor de edad y que asiste a este centro de atención.

Lógicamente la nueva edificación contará con los equipos y tecnología más avanzados que requeridos en los tratamientos. Esto supone una modificación de los procesos para hacer más efectivos y menos invasivos los métodos de intervenciones quirúrgicas, por lo menos. Así se reducirían los riesgos en la población joven y se disminuirían los extensos padecimientos que afectan en todo sentido a quienes llegan en búsqueda de la atención.

La salud de los menores de edad es una prioridad en cada etapa de su desarrollo. Hay delicados peligros que se inician desde antes del nacimiento. Pero no es solo una prevención que debe ser asumida por el Gobierno central, sino que también se extiende a los gobiernos locales, los centros de salud y que termina con la familia. En esto juega un papel importante la higiene que se alcance en poblados, rincones, así como en los hogares.

Es necesario, además, garantizar las fuentes de agua para el consumo humano; así como las medidas en el vecindario y evitar la proliferación de insectos y de plagas que merodean los sitios habitados.

La existencia de un nuevo hospital no es el final de los problemas. Significa un avance cualitativo que implica consolidar y profundizar ese compromiso del equipo médico que se ocupa de nuestros niños.