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- 19/11/2022 00:00
Rol de la Iglesia frente a la moralidad y desenfreno sexual (2)
Algunas de las personas más amargadas e infelices sobre la Tierra son aquellas que se han separado de Dios y han perdido fe y confianza en Él. Cuando uno pierde fe y confianza en Dios, es allí que satanás viene a hacerte la visita.
Hoy día, vemos cómo los activistas LGBTQ+ y sus secuaces, se han volcado a las calles para exigir el sagrado sacramento cristiano del “matrimonio”; no para adherirse a los códigos morales de la sociedad, sino para tratar de cambiar la sociedad y desbaratar una institución en la que realmente no creen, y transformar por completo la noción de matrimonio, familia y género.
No debemos permitir a grupos izquierdistas, feministas y activistas de género, destruir una estructura social como el matrimonio y la familia, que han existido por siglos y han probado ser ejemplares y beneficiosas para la gran mayoría de personas.
Uno de los grandes problemas que confrontamos hoy día es que la élite que domina la política, los medios de comunicación y las redes sociales, han dado la espalda a conceptos tradicionales del bien y el mal, de familia, géneros y sociedad, creando gran confusión y graves conflictos.
Aunado a eso, el clero en muchas iglesias cristianas parece haber perdido su rol de liderazgo comunitario en lo moral, y está siendo despreciado y descartado, al haber fallado en el llamado a ser la conciencia moral y una voz profética para la sociedad, y, en muchos casos, parece ser tan corrupto, carnal y comprometido como otras personas.
Como resultado, el nombre de Dios está siendo objeto de burlas, y muchos han dejado la iglesia, y en ese vacío espiritual, nuestra generación joven ha sido convencida por elementos ateos y marxistas de que somos simplemente el producto de un proceso evolutivo aleatorio sin ninguna guía, y que realmente no existe una esfera espiritual.
Ya es hora de que nuestras sociedades, guiadas por la luz de nuestras iglesias, se levanten sin miedo al mal, y alcen sus voces sobre la perversión social, mental y cultural de nuestra juventud, la destrucción de nuestra sagrada institución del matrimonio, el asesinato de bebés, etc.
Desafortunadamente, muchos prelados guardan silencio ante temas socialmente tóxicos, y parecen intimidados ante una cultura agresiva y beligerante que está adoctrinando y pervirtiendo a nuestros hijos.
Parafraseando al periodista Jason Whitlock, “nos hemos alejado de vivir una vida que glorifica a Dios, a una que glorifica la diversidad, la inclusión y la equidad.
Hoy, en este mundo moderno, increíblemente estamos debatiendo sobre qué es una mujer o qué es un hombre.
El Congreso norteamericano nombró recientemente a una mujer para la Corte Suprema, y cuando se le pidió que definiera lo que es una mujer, no tuvo respuesta. ¿No es aterrador y preocupante que una mujer adulta y educada, colocada en la corte más alta de su país, finja que no puede definir qué es una mujer, porque para ser inclusiva y diversa, necesita dejar espacio para hombres que dicen 'sentirse' como mujeres y viceversa, para personas transgénero, cisgénero, no-binarias, y todo ese espectro del arco iris de estupideces de género?”.
¿Dónde están las voces orientadora de los pastores de nuestras iglesias en todos estos disparates de géneros? Los prelados de las iglesias necesitan orientar a su congregación con lo que está pasando en la sociedad y cómo resistirlo con fundamentos bíblicos.
La izquierda demócrata ha creado ese mito en la sociedad de que cualquier cosa que una persona dice que siente o quiere, debe ser respetada, honrada y tolerada, en nombre de la diversidad, inclusión y equidad. Te pueden arrestar estos días en muchos países por no usar el pronombre preferido que personas LGBTQ+ quieren que les llamen.
Brandon Showalter, reportero de The Christian Post, ha dicho que “lo que está pasando en torno al movimiento transgénero en Norteamérica, constituye uno de los escándalos médicos y escenario de salud más grotesco y horrible que el mundo jamás haya visto. Es además, la situación de abuso infantil más miserable, sádica y monstruosamente terrible que se puede imaginar”.
Teológicamente, dijo, “todos debemos defender la integridad de la persona humana”.
El señor Showalter se ha dado cuenta de la magnitud del horror, la cruda y horrible maldad de lo que está sucediendo; está horrorizado y pidiendo que alguien dé un paso al frente y dijera la verdad al respecto.
Según el Dr. Michael Biggs, profesor de la Universidad de Oxford, “niños pequeños están recibiendo drogas que bloquean la pubertad, y cirugía para la transición de género, con efectos secundarios devastadoras e irreversibles, mientras se detiene el crecimiento corporal crítico, incluido el de los genitales”.
El anticristo parece haberse apoderado de la administración norteamericana actual, creando una cultura tóxica y una mentalidad autodestructiva.
Parece que hay un culto satánico dirigiendo esa sociedad, cuya intención es acicalar y lavar el cerebro a los niños y a mujeres jóvenes para que rechacen el matrimonio y la vida en pareja con hombres. La nueva tendencia es que esa relación se puede hacer, cada uno desde su casa, mientras tengamos zoom, celulares, mensajería de texto, etc.
El presidente Joe Biden, Barack Obama y Nancy Pelosi, todos afirman ser cristianos; pero hacer el mal en nombre de Dios, o unir el nombre de Dios a ideas o hechos falsos, inmorales y perversos, es un pecado que Dios nunca perdonará. Más bien, parecen burlarse de Dios.
Los hombres en nuestra cultura, tienen que ponerse los pantalones y asumir su rol de liderazgo dado por Dios. Es por buen motivo que Dios creó una jerarquía orientada hacia los hombres, aunque en estos tiempos, muchos hombres, al parecer, prefieren escudarse detrás de las faldas de las mujeres.