• 20/11/2019 15:10

Las reformas constitucionales, las juventudes y la lucha de clases

La coyuntura política del país esconde intereses de clases. Por un lado, el sector empresarial del país propone (...) mantener su modelo de acumulación y su posición de privilegio y control (...) Por el otro, se contraponen los jóvenes estudiantes junto con los jóvenes trabajadores

La coyuntura política del país esconde intereses de clases. Por un lado, el sector empresarial del país propone reformas a las reglas del juego para mantener su modelo de acumulación y su posición de privilegio y control. Adelantándose -ellos- a la crisis que pueda llevarlos las contradicciones inherentes de su modelo económico. Por el otro, se contraponen los jóvenes estudiantes junto con los jóvenes trabajadores. Estos de una pasividad han pasado a proponer una transformación de las reglas del juego por vía de un proceso constituyente. Estos dos intereses se tensan en las cercas de la Asamblea Nacional de Diputados cuando se encuentran los estamentos de represión y la valentía de los jóvenes estudiantes y trabajadores.

Esto es así, a secas, en el plano de las correlaciones de fuerzas. Sin embargo, no se expresa tan llano en los actores. Como bien describió el joven filósofo, Abdiel Rodríguez Reyes, en “Reforma o Revolución”, los jóvenes, sean estudiantes o trabajadores, mujeres u hombres, de preferencia sexual heteronormativa o LGTBIQ+, tienen formas distintas de manifestarse y de recursos discursivos según al estrato social al que se suscriban (sea material o ideológicamente).

Decía el autor que los jóvenes de capas medias se ubican en una posición más reformista. Mientras los estudiantes organizados, particularmente de la Universidad de Panamá, de estratos combinados, pero suscritos ideológicamente a las capas populares, están más inclinado a una posición transformadora. Estas conjeturas son ciertas desde una descripción fenoménica de los hechos (Antes de seguir avanzando, es preciso aclarar que intencionalmente se utiliza en este texto, las categorías de clases y estratos sociales, tal vez teóricamente excluyentes, pero que arbitrariamente hemos considerado necesarias en esta coyuntura, o por lo menos en este texto, para lograr nuestro fin de explicación de los acontecimientos).

Si examinamos cada una de los elementos que les incomoda a estos jóvenes o sus demandas, propiamente, nos devuelve a la discusión de clase. En cuanto una, la dominante, no le permite a la clase dominada alcanzar sus anhelos. Veamos cada uno de los actores desde la descripción que nos regala el autor. Empecemos por las mujeres feministas (sectorizadas en las capas media).

Sus luchas en las calles abogan por la transformación de una sociedad con estructuras patriarcales a una distinta, que no puede abrirse paso mientras una clase dominante regule, vigile, sancione y disponga las formas materiales e ideológicas de convivencia. Lo mismo aplicaría para los jóvenes adscrito a la población LGTBIQ+, sin importar el estrato social al que pertenezcan. 

En cuanto a los jóvenes estudiantes o trabajadores de capas medias reclaman mayor participación en la economía del país, traducido esto a capacidad de consumo por encima de sus expectativas. Esto implicaría formas de acumulación y distribución distintas a las vigentes. Mientras los jóvenes estudiantes organizados de la Universidad de Panamá antagonizan directamente con el orden de la clase dominante.

En conclusión, todas las demandas de los distintos sectores involucrados afluyen en un antagonismo de clase, aunque fenoménicamente no lo expresen sus demandas, propiamente, y sus actores no tengan conciencia al respecto. Cada una de estas preocupaciones, no excluyentes entre sí, sólo podrán ser alcanzadas con una transformación profunda de los cimientos de la sociedad panameña. Por ello, cambiar la constitución desde y con la base de estos grupos y con el resto de los sectores populares, que se estarán sumando a la lucha, podría ser un buen inicio para la transformación necesaria que requiera la sociedad panameña.

Investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos, (CELA), “Justo Arosemena”

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