• 17/01/2024 00:00

Reflexión

La industria de la construcción va mucho más allá de los límites y accionar del gremio, aunque los problemas y situaciones por resolver parecieran ser los mismos. Durante dos años conocí a otros líderes empresariales, compartimos las mismas preocupaciones sobre el país y conocí el sentir de los sectores más necesitados

El advenimiento del nuevo año coincide, en el tiempo, con la terminación de mi gestión como presidente de la Cámara Panameña de la Construcción, creando un espacio propicio para reflexionar sobre hechos recientes del pasado y nuestra visión frente al futuro inmediato.

Mi tránsito como presidente de la Capac, me permitió enriquecer mi pensamiento y el entendimiento de muchas cosas que me tocó atender durante mi gestión, unas vinculadas a la industria y otras al sector que representamos.

Aprendí que la industria va mucho más allá de los límites y accionar de nuestro grupo empresarial, aunque los problemas y situaciones por resolver parecieran ser los mismos, este cargo me permitió conocer a otros líderes empresariales, compartir con ellos las mismas preocupaciones sobre el país y conocer desde nuestra óptica empresarial, el sentir de los sectores más necesitados.

Durante este período tuve la oportunidad de interactuar con gobernantes y conocer la complejidad de la administración pública y las dificultades del buen gobernar.

No cabe dudas, que esta experiencia enriquecedora me permitió madurar, fortalecer mis valores personales y contar con una visión más amplia de una sociedad cada vez más confundida y compleja.

En mis dos años de gestión viví, de manera directa y participativa, el proceso de negociación de la Convención Colectiva Capac-Suntracs, siempre compleja y demandante, la crisis social del año 2022 y el accionar de la mesa de diálogo para encontrar respuestas a las demandas sociales y en fechas más recientes, en el año 2023, vivimos las experiencias de las manifestaciones de sectores mayoritarios de la sociedad panameña, en oposición al proyecto minero y en expresión crítica a la gestión de gobierno.

En oportunidad de estos sucesos, pude apreciar el valor de la estabilidad y la paz social y de las repercusiones negativas que tienen para el país, la pérdida de este valor en lo económico, lo social y en la vida rutinaria de los panameños.

En cuanto a los sucesos que afectan la estabilidad social del país, reconozco que la cancelación del proyecto minero ha tenido y tendrá graves repercusiones económicas en lo inmediato y nos propone grandes retos a cumplir, particularmente el cierre planificado, ordenado y eficiente de las instalaciones mineras.

Por otra parte, este hecho produjo la pérdida de mano de obra y el desarrollo de la economía paralela que giraba en torno al proyecto minero.

Pero si esta situación ha creado graves consecuencias económicas y sociales, mayor es el reto que debemos asumir los panameños para salvaguardar los intereses nacionales, frente a los potenciales reclamos que debemos afrontar como resultados y consecuencias del fallo que declaro inconstitucional la ley que autorizaba el contrato de concesión minera suscrito entre la empresa minera panamá y el Estado panameño. Sin embargo, comparto conocido adagio que nos dice “que frente a grandes problemas tenemos que encontrar grandes soluciones”.

Hace algunos días, leí un análisis donde se planteaba, que el proyecto minero era cosa del pasado y que los panameños tenemos que enfocar nuestros esfuerzos, en el desarrollo de nuevos proyectos que nos permitan compensar y superar los efectos económicos producidos por el cierre de la mina.

En este análisis se plantea, como un hecho puntual, la prioridad de iniciar cuanto antes, los trabajos de embalse y obras de infraestructuras para resolver la carencia de recursos hídricos para la operación del Canal y asegurar el abastecimiento de agua potable a un gran sector de la población panameña.

Me llamó la atención que, en el análisis en referencia, en una relación de costo beneficio se comparaba el aporte de 375 millones de dólares al año, producto del proyecto minero, mientras que el Canal de Panamá entrega al país una cifra superior de dos mil millones de balboas al año.

Frente a la fría realidad de los números, el estudio concluye con una interrogante que merece especial atención: “hasta cuándo mantendremos el duelo y las lamentaciones de un hecho cumplido y cuándo iniciaremos las obras para que el Canal de Panamá mantenga su operación eficiente y continúe aportando al país un monto tan significativo”. Pero más allá de lo económico, se refería a la importancia de conservar la imagen de eficiencia de los servicios que brinda la entidad canalera al comercio internacional.

Por razones de tiempo y espacio, concluyo estas reflexiones sabiendo que existen muchos otros temas que merecen de igual reflexiones, pero en esta oportunidad me he permitido tratar de manera específica dos temas de particular importancia y a la vez despertar en el ánimo de los panameños, la necesidad de enfocarnos hacia nuevas iniciativas y la necesidad de iniciar cuanto antes, la generación de proyectos posibles y realizables que fortalezcan la estabilidad económica del país, la generación de nuevos puestos de trabajo y de acciones que contribuyan a la estabilidad y paz social de todos los panameños, como el mejor camino para garantizar la convivencia pacífica, el fortalecimiento de la democracia y el desarrollo de la libre empresa.

El autor es ingeniero y expresidente de la CAPAC
En esos dos años, Carlos Allen interactuó con gobernantes y conoció la complejidad de la administración pública y las dificultades del buen gobernar
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