• 01/08/2023 00:00

Donde quiera que vayas, haz una fiesta

“[...] como dijo Sófocles, “la alegría más grande es la inesperada”, y no sabes cuándo tu sonrisa puede cambiar una historia”

Los panameños somos alegres, pareciera que esta característica fue insertada por el Creador en nuestro ADN, y así lo transmitimos de generación en generación.

De extremo a extremo de nuestra geografía podemos corroborar que irradiamos felicidad y todo momento es una ocasión para celebrar.

Dice una conocida extranjera, que esto se debe a la posición geográfica de nuestra patria, su cercanía a la costa, al sol que baña nuestras aguas y desliza sus rayos por nuestro cielo atravesando los espacios donde nos movemos.

No necesitamos organizar grandes programaciones, para ser felices, somos capaces de disfrutar el sabor de la mañana, el olor de la tierra mojada, mirar los colores de la naturaleza, caminar descalzos en espacios verdes, escuchar las armoniosas voces de las aves. Armando una tremenda fiesta, rápidamente y lo mejor de ella: gratis.

Reitero, cualquier motivo es oportuno para celebrar. Nacimientos, bautizos, matrimonios, divorcios, ascensos laborales; usted dígalo y encontrará un panameño buscando un motivo para hacer una fiesta, pues panameño que se respete es sinónimo de diversión.

En mi juventud se decía “el panameño” está donde suena una lata, somos como la “coca cola” de la fiesta, además de ser la “chispa de la vida” -no puede faltar-. Sin embargo, la vorágine en la que nos sumergimos día a día hace que las preocupaciones absorban y nos involucren en la rutina, dejando apartada nuestra esencia: ser felices por naturaleza.

Estoy orgullosa de ser parte del grupo “de la alegría” y prefiero pensar que vengo de un mundo que ve más allá, y aunque nos es difícil encontrar similares, sabemos que están afuera y que todavía hay gente como uno.

Esa gente que, aun callada, rebosa alegría; esa que es de verdad, es de la que escribo hoy, pues soy escritora de las emociones que se quedaron ocultas y de esas voces que no se expresaron, por alguna razón.

Reclamo en esta reflexión, que, aunque siempre celebramos, Panamá no tiene su día dedicado a la alegría.

Diversos países latinoamericanos celebran el 1 de agosto el Día Mundial de la Alegría, esto surge luego de la propuesta de un colombiano, quien, en una reunión internacional, comentó a sus colegas que solo se hablaba de problemas y fechas tristes, por lo que sometía a la consideración de sus homólogos la instauración de un día diferente, un día dedicado a la alegría.

Este día lleva consigo una especial moraleja, y una gran ilusión, pues cuando el mundo casi te obligue a rendirte, “descansar debes, pero nunca desistir”, dar la vuelta a las tristezas e imprimir alegría en lo que vemos o hacemos, es el fin de su creación.

La vida se va en un suspiro y mientras estemos en este paseo, seamos felices siendo imagen de lo bueno que hemos recibido por herencia.

La gente alegre emana chispa, genera energía y quién no quiere recibir un poco de esa contagiosa magia. No permitamos que se empañe nuestra alegría e irradiemos más vitalidad.

Podemos vivir tiempos difíciles, pero la vida te demuestra que siempre hay algo o alguien para darte felicidad.

Organicemos nuestra propia fiesta de traje, yo llevaré la alegría y tu traerás paz. Que nuestra vida sea una fiesta de lujo, donde tú eres el anfitrión.

Canta, baila, ríe, llora, grita, vive a tu ritmo; goza la simpleza de las cosas y vive alegre por donde andes. Date la oportunidad de conocer gente que inspire y que viva en la misma frecuencia que tú, esa gente inesperada que te cruzas aquí o allá, que te da tranquilidad y felicidad, pues, como dijo Sófocles, “la alegría más grande es la inesperada”, y no sabes cuándo tu sonrisa puede cambiar una historia.

Abogada

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