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- 06/04/2024 00:00
¿Qué hicimos con el grado de inversión?
“Llegó el lobo”. Tal como se esperaba luego de la crisis minera de octubre-noviembre del año pasado, perdimos el grado de inversión. Fitch Ratings fue la primera calificadora que nos lo dio y la primera que nos lo quita. Que Moody´s y Standard & Poor’s hagan lo mismo es solo cuestión de tiempo.
Pero más allá de la búsqueda de “culpables”, así como las recetas de “cómo hacerlo” y las promesas de recuperarlo, máxime en un torneo electoral, ¿qué lecciones podemos aprender? Es más, perder el grado de inversión no es el fin del mundo y recuperarlo llevará tiempo ¿qué vamos a hacer mientras tanto para atraer inversiones y generar empleo?
Lo que opinaba Fitch sobre Panamá a principios del 2021.
El 28 de enero del 2021, la calificadora de riesgo Fitch Ratings, mejoró la perspectiva del país de Negativa a Estable y reafirmó la calificación soberana de Panamá en BBB-, manteniendo el país su grado de inversión reflejando la mejora continua en la posición fiscal y una recuperación económica mejor de lo esperado luego del shock inicial de la pandemia.
La calificadora identificó al Canal de Panamá y Minera Panamá como responsables directos de este impacto, citando de manera específica el aumento de los ingresos del Canal y las exportaciones de cobre como los generadores de ese crecimiento económico por encima de las expectativas.
Fitch esperaba que el Gobierno reanudase el gasto de capital en proyectos de infraestructura a medida que retiraba el apoyo pandémico directo a los hogares vulnerables y disminuya los subsidios.
Por qué Fitch nos quitó el grado de inversión.
El Informe de Fitch del 28 de marzo 2023 comienza señalando lo siguiente: “La rebaja de la calificación de Panamá a ‘BB+’ refleja desafíos fiscales y de gobernanza que se han visto agravados por los acontecimientos que rodearon el cierre de la mina más grande del país.
Los grandes déficits fiscales y el bajo rendimiento de los ingresos han impulsado algunos de los mayores aumentos de la deuda pública/PIB y de los intereses/ingresos entre pares desde 2019 antes de la pandemia.
Esto ha limitado el espacio de políticas anticíclicas que ya era más limitado en el contexto de la dolarización, y plantea una mayor vulnerabilidad a la luz de la fuerte dependencia del soberano de los mercados externos para su financiamiento. El cierre de la mina de cobre de Minera Panamá complica aún más las perspectivas fiscales y pone de relieve los crecientes desafíos de gobernanza, en opinión de Fitch”
¿Qué hicimos con el grado de inversión mientras lo tuvimos?
Inversión Extranjera Directa (IED). Durante el período que Panamá mantuvo grado de inversión, los flujos acumulados de IED por sector o actividad económica fueron: Zona Libre de Colón = 31%. Minería = 21%. Centro Bancario = 18%. Información/Comunicación = 8%. Logística = 6%. Industria = 6%. Construcción = 3%. Turismo = 2%. Otros sectores = 5%.
70% de los flujos de IED que entraron al país desde el 2010 estuvieron asociados al sector externo de la economía.
Generación de empleo: Entre el 2010 y 2023 se generaron 483,024 empleos, a pesar de que el mercado laboral panameño sufrió dos “shocks” y dos “aftershocks”. El primer shock fue la finalización de los trabajos de ampliación del Canal ($5,500 millones de inversión) cuando se perdieron 64,571 empleos (2014-2019), de los cuales, 21,559 (33%) fueron indirectos e inducidos, en áreas como agricultura, industria, comercio, y actividades profesionales y técnicas.
Impacto sobre los niveles de inversión: Los mayores niveles de confianza quintuplicaron en la inversión en el país, particularmente la privada, según cifras del INEC. La inversión pasó de $5,361 millones en el 2010 (69% privada) a más de $26 mil millones anuales durante el 2017, 2018 y 2019 (85% privada).
¿Qué podemos hacer a corto plazo, sin el grado de inversión?
A la pérdida del grado de inversión se agrega que en el 2024 no se recibirán los $375 millones de la mina, el Canal estará aportando $700 millones menos al Fisco (debido a la sequía), la crisis del Programa de IVM se agravará y las metas de recaudación para el 2024 no se cumplirán.
Urge inyectar liquidez a la economía, pagando la deuda que el Gobierno mantiene con sus proveedores ($1,700 millones) y mejorando la confianza del sector privado para la canalización de financiamientos bancarios, que son “el aceite del motor de la economía”.
Nuestra crisis laboral no es de empleo, sino de confianza.