- 29/12/2011 01:00
La Prudencia
D La prudencia, una de las cuatro virtudes cardinales, consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello. Para ser prudente se debe reflexionar y considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto. Aristóteles considera prudente al hombre capaz de deliberar rectamente sobre lo que es bueno y conveniente. Recordemos que los valores son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y orientan su conducta. En esencia, los valores son la columna vertebral de una convivencia sana entre seres humanos y la prudencia debe formar parte de nuestros valores y, por ende, estar presente en nuestro diario vivir.
Prudente sería utilizar los pasos elevados para ir de un lado al otro de la vía y así evitar un accidente al cruzar la calle; sin embargo, vemos que por apuro o pereza de caminar hay personas que de manera imprudente, cruzan una avenida muy concurrida, muchas veces con el paso elevado a pocos metros. Otros ejemplos los vemos cuando muchos conductores obedecen las señales de tránsito y en esto son prudentes porque el no hacerlo, no sólo pone en riesgo su propia existencia, sino que también amenaza la vida de los demás ó cuando utilizamos el cinturón de seguridad al ir en un automóvil, también señal de prudencia, ya que la consecuencia de no utilizarlo, eleva el riesgo de perder la vida al suceder un accidente.
La prudencia debe ser una cualidad de los administradores y políticos, tal como se reflejaba en la Grecia clásica, en donde existía una relación muy estrecha entre la ética y la política. Las teorías de Aristóteles sobre la política definen al ser humano como un ser social y que debe organizarse en Estados basados en la moderación y dirigidos por gente que destaque en la virtud de la prudencia, la cual tiene en definitiva un gran valor para una sana convivencia. Con esta idea, la prudencia nos permite evitar los extremos y mantenernos alejados de los vicios. Para René Descartes es prudente no fiarse por entero de quienes nos han engañado una vez. Santo Tomás ha llamado a la prudencia genitrix virtutum que significa madre de las virtudes.
Hoy en día, hablamos mucho de las transformaciones que necesita nuestro sistema educativo para que nuestra Nación pueda enfrentar los retos futuros. Por lo tanto, no se debe olvidar que dentro de la educación de nuestros niños debe inculcarse la enseñanza de la prudencia si queremos formar una sociedad sana. Para ser prudentes debemos evitar tomar al pie de la letra todo lo que leemos o lo que oímos, debe tratarse siempre de reflexionar antes de actuar y debemos ser discretos. Cada vez que hablamos y damos opiniones, debemos estar seguros de que sea cierto lo que decimos y, si lo hemos leído o escuchado, es conveniente aclarar que no estamos seguros sino que lo leímos o escuchamos en algún lado. Es importante callar cuando pensamos que ofendemos a alguien, esté presente o ausente por lo que debemos utilizar la prudencia para evitar cometer errores que luego nos arrepentimos de haber hecho y que son insubsanables. El silencio vale más que palabras mal dichas. Las personas prudentes se las conoce como moderadas, con buen juicio y capaces de discernir en momentos difíciles. Esa precaución hará de cada uno que la practica, persona halagada por la sociedad y respetada por su manera de actuar.
Entonces, tal vez en un futuro cercano, observaremos la prudencia insertada en la política. Comisión Valores Club Rotario Panamá.
ROTARIO