Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
En ocasión de las declaraciones del señor presidente respecto a las personas con discapacidad en su primer informe a la nación, considero oportuno consignar algunas consideraciones de orden conceptual a manera de ilustración.
I. Los términos como tuertos, cojos o mudos en el contexto de las épocas anteriores a las legislaciones sobre discapacidad, tenían como efecto inmediato sobre las personas señaladas:
Primero: descalificar sus capacidades. El mensaje entonces es “tú eres un inútil”.
Segundo: disminuir su valor como persona, que se resume en “tú eres inferior a nosotros”.
Tercero: estigmatizar socialmente a la persona, que en concreto significa “tú perteneces a una categoría de seres distintos, por tanto, mereces ser rechazado o al menos estar lejos de nosotros que somos la sociedad”.
II. Pero también debemos examinar el modo o el tono en que se utilizan los términos aquí analizados porque ello revela la carga emocional y actitudinal de quien lo expresa. En un contexto popular, tales términos se emplean en dos sentidos:
Primero: el tono burlón o de mofa. Resulta que fue y aún es gracioso destacar, resaltar o exhibir la condición de inutilidad, fealdad o dificultad de las personas a quienes se alude.
Segundo: un modo despectivo o peyorativo. Cuando se busca agredir al otro u otra, la mejor manera es referirse a él o a ella aludiendo a su discapacidad física sensorial o mental con el fin de disminuirle y herir su dignidad.
III. Quién lo dice. La lengua constituye un instrumento poderoso diseñado para comunicar y con ello establecer lazos de conexión entre las personas. Quien la utiliza se expresa y se revela a través de ella, pero cuando se trata de alguien con investidura de autoridad, como el presidente de la República, dicha investidura impone a quien la ostente pautas rigurosas de uso por todo el impacto que pueden generar sus expresiones.
Por tal razón, el mal uso de la lengua en cargos de alta investidura de autoridad, mancilla la propia dignidad de su investidura y coloca un manto de dudas sobre las competencias y legitimidad de quien ostenta el cargo de autoridad a falta de una comunicación respetuosa, asertiva y apropiada para con sus gobernados.