La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 16/11/2024 00:00
¡Por ahí no van esos tiros!
Frase un tanto jocosa del presidente José Raúl Mulino, pero con un implícito mensaje para los receptores, que parece ser que muchos no han comprendido.
A pesar de lo expresado en múltiples ocasiones por el presidente, en varios casos, hay algunos que, habiendo sido designados como parte de su gobierno, quieren realizar acciones y tomar medidas contracorriente. Muchos se venden como seguidores de su partido o se denominan amigos de Mulino. Parece ser que la traducción de lo que significa esa frase no les llegó, o prefieren ver para otro lado y hacer lo que más les convenga.
Flaco favor le hace al mandatario cuando tiene que reiterar: ¡por ahí no van esos tiros!, haciéndole resaltar su personalidad fuerte e impositiva, lo cual, lo sabe muy bien, no es lo prudente ni conveniente para lograr los cambios que pretende.
Tal como expresé en otro artículo, “en la cima, la brisa es más fuerte”, la brisa que lleva lisonjas y complacencias y la tempestad que trata de doblegar el árbol. Es allí donde se tiene que aplicar, al máximo, la capacidad de resiliencia para saber que esa brisa fuerte pasará y no nos afectará, si sabemos, como el junco, ceder oportunamente a la brisa para volver a la normalidad después de pasado el vendaval.
No es fácil, sobre todo, para alguien que pretende en su corto período lograr una transformación, sin percatarse de que esa transformación tiene que venir de la sociedad, no solo del Ejecutivo. Sin embargo, es menester que las figuras del gobierno estén claras en los objetivos intermedios y se encuentren alineados con las metas generales de este proceso de cambio. Es cierto, se ha tratado de aplicar la meritocracia para conformar un buen equipo, pero ¿han sido capaces de aplicarlo hacia abajo?
Solamente consideremos ¿qué le hace sentir cómoda a la población panameña?, obviamente, que exista una relación entre yo digo y yo hago, porque no es lo mismo la franqueza con la que habla el presidente, y la escasa transparencia que se ve en algunas acciones del entorno político.
Miremos alrededor y nos daremos cuenta de que persiste el matraqueo, que puede ser considerado normal en la política, pero cada vez más dejamos fortalecerse esos nichos de poder, de corrupción, de amiguismo, sin darnos cuenta de que los verdaderos amigos se hablan claro y no se hacen daño.
Tomemos conciencia de que la escasa transparencia, el amiguismo y la ausencia de meritocracia han logrado destruir organizaciones políticas que otrora fueron referentes políticos, dejando una sensación de mal sabor de boca a los muchos que han renunciado a sus filas; no permitamos que esta enfermedad contagie la democracia de nuestro país.