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- 13/01/2025 00:00
Política exterior y nacionalismo frente a Trump
En la víspera del vigésimo quinto aniversario de la culminación, el 31 de diciembre de 1999, de la transferencia final del Canal de Panamá, simultáneamente con la retirada de las fuerzas militares estadounidenses y el desmantelamiento de las bases militares -que marcó el fin del enclave colonial-, el presidente electo de Estados Unidos retoma la retórica de la “Doctrina Monroe” en su postura hacia el Canal de Panamá y de ataque a la soberanía panameña.
Ante las amenazas de Donald Trump, el presidente de la república de Panamá, José Raúl Mulino respondió con un pronunciamiento nacionalista que contrasta con lo que ha sido la política exterior de su administración y la de la mayoría de los gobiernos posteriores a la invasión estadounidense de 1989. Todos ellos alejados de la estrategia política y diplomática que permitió al general Omar Torrijos presionar por un acuerdo que reconociera la soberanía y devolviera el Canal a sus legítimos dueños.
Concluida la lucha anticolonialista, la nación panameña sigue teniendo ante sí la tarea permanente de preservar su soberanía e integridad territorial. Sin embargo, una serie de acuerdos en materia militar, el alineamiento con la política exterior de Estados Unidos y la injerencia en los asuntos internos de otros países, han comprometido el ejercicio soberano del Estado panameño.
Tal como lo fue la estrategia anticolonial, se impone la necesidad de un enfoque pragmático basado en el interés nacional. Tomando en cuenta el peso específico que tiene la potencia norteña en la región, el país debe aplicar la neutralidad, el no alineamiento y el multilateralismo. La neutralidad no se reduce a la operación del Canal ni a su entorno, implica también al Estado panameño y su praxis internacional. El no alineamiento significa, atender el interés nacional sin alinear el país a los intereses de Washington, tal como ha estado ocurriendo. La sobrevivencia digna y soberanamente de la nación se afirma en el legado que condujo a la gran conquista nacional para participar de la nueva realidad geopolítica.
La defensa de la soberanía nacional conlleva el respeto a la soberanía de otros Estados, la no injerencia en sus asuntos internos y no dejarse arrastrar a conflictos ajenos, como lo fue convertirse en el único país latinoamericano en declararle la guerra al Estado Islámico, provocando riesgos para el país y sin tener fuerzas armadas.
Por lo tanto, el momento actual es oportuno para el rescate y fortalecimiento de la soberanía nacional, implica asegurar que las decisiones clave en materia de política exterior, comercio y seguridad se tomen de manera autónoma sin la indebida influencia de Estados Unidos principalmente. Requiere de la diversificación de las relaciones internacionales y la vinculación a espacios donde nos hemos distanciado.
Es irónico que en la misma semana que el presidente Mulino viajó a Francia para seguir luchando contra las listas de colores, donde arbitrariamente han incluido al país, su propio gobierno decide aplicar sanciones unilaterales de Estados Unidos contra países con los cuales Panamá tiene relaciones normales. Eso es incoherencia y sumisión de la política exterior a intereses ajenos. Es el camino equivocado y los otros países lo notan.
Al ser un país pequeño, Panamá debe desarrollar una neutralidad activa, el no alineamiento, utilizar su posición estratégica y su experiencia en la operación del Canal de Panamá como capital diplomático para promover su soberanía en la comunidad internacional. Este será su escudo para resistir fuertes presiones, como las que hoy dramáticamente recibe.