Encontremos la lógica al paso de nuestra vida. Es como aquella canción muy popular: “tengo una bolita que me sube y me baja ... ¡ay!”. Así es nuestra vida, llena de experiencias de distinta índole. A veces muy gratas, otras tristes, decepcionantes, pero en cada una encontramos una enseñanza.

Entonces, ¿cuál es una buena medida para seguir adelante, a pesar de nuestras vicisitudes? Simple: cumplir la voluntad de Dios, ser amables, generosos, comprensivos, compasivos, y nunca, nunca, deprimirnos porque las cosas no salen como las planeamos.

Cuando una persona lleva muy dentro de su corazón un sentimiento de odio, egoísmo, tristeza, esa condición no le permite ser feliz. Saquemos a flote todo aquello tóxico y negativo que nos hace daño.

Vivamos cada momento de nuestra vida con alegría, sobrepasando aquellas cosas que, según nuestras cuentas, son adversas a nuestra felicidad. Cada minuto es una bendición, aprovechemos nuestros momentos.

Habrá momentos en que hay situaciones que nos dejan una estela de tristeza. Eso es normal en nuestra condición humana. Pero son pasajeros, y con la fortaleza que nos da Dios, lo podemos superar.

Busquemos siempre el apoyo de familiares, amigos y personas que están a nuestro alrededor que nos dan valor y, a veces, solamente con estar allí en silencio, a nuestro lado, en darnos una sonrisa, o tomarnos de la mano, percibimos su gran apoyo.

Allí es donde verdaderamente se muestran los grandes amigos.

Tengamos una meta en la vida; busquemos alguna persona que tenga una profunda trayectoria de convicción humana, e imitemos sus logros.

Seamos personas de bien, sin criticar ni juzgar. Cada uno de nosotros tiene sus defectos, pero los verdaderos amigos y familiares son aquellos que nos aceptan por nuestro corazón, con todos nuestros defectos.

Tengamos en mente que el perdonar es un don de Dios. No dejemos que sentimientos adversos nos carcomen el alma, porque no nos lleva a ninguna parte.

La elección de nuevas autoridades en nuestro país es un paso muy importante.

No hagamos comentarios negativos, que solo llevan al caos. Mantengamos la verdad y honestidad por encima de todo. Allí está la clave de una persona feliz. No hacerle mal a nadie.

Hay tantísimas cosas que nos llevan a la felicidad. Cosas muy simples, nada complicadas. Pero hay que tener la voluntad para encontrarlas.

Hay que rodearse de personas con buenos sentimientos, que nos alimenten el alma.

Cuidar nuestro caminar pensando en el bien de los demás. En hacer una obra, en favor de las personas que nos topamos, por más sencilla que parezca. Un simple “buenos días” muchas veces alegra a aquella persona que ha pasado una mala noche, o está triste.

Lleve el equivalente de una comida en exceso, a una persona necesitada. Servir a los demás es la gratificación más bella que el ser humano puede tener.

No nos aprovechemos de nadie. No tomemos cosas que no nos pertenecen.

Respetemos las leyes y a cada persona por lo que representa, no por lo que tiene. Hagamos de nuestra vida una alegre fiesta, en lo sencillo, en lo natural. Amemos la naturaleza y sus constantes maravillas.

La autora es jubilada
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