Así se vivió el emotivo funeral del papa Francisco. El evento reunió a mas de 200.000 personas en la Plaza San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones...
- 11/05/2016 02:02
‘Éramos muchos y parió la abuela'
Una expresión irónica del refranero popular que nos viene al pelo, lamentablemente, cortesía de ICIJ, un diario muniqués, la OCDE y ahora, de la Lista Clinton y la DEA. Como si ya no teníamos suficientes problemas agobiantes para cuestionar y zarandear el país a nivel internacional con el asunto Mossack-Fonseca, de repente aparece otra ‘cosa '. Nos preguntamos ¿qué hemos hecho, o dejado de hacer, para merecer otro escándalo?
Cuando creíamos que estábamos solucionando un problema, se han añadido nuevas contrariedades todavía más graves y complicadas. Porque, a diferencia del problema de los ‘Papeles ', que se limita primordialmente a un sector abogadil —y también posiblemente bancario local— en actividades con efectos fuera de nuestras playas, las acusaciones contra individuos y empresas del Grupo Waked golpean indiscriminadamente dentro del país a muchas personas, empresas y actividades comerciales y financieras normales. Las repercusiones tienen un dramatismo insospechado y llenan de ansiedad a mucha gente inocente.
Por eso es importante no saltar a conclusiones irreflexivas, respetar el principio de presunción de inocencia, confiar en que las autoridades dispondrán todas las medidas posibles para proteger los intereses nacionales que puedan peligrar, incluyendo el pan de tantos panameños que dependen de sus trabajos en las empresas cuestionadas. A ese esfuerzo conjunto todos los sectores de la vida nacional deben contribuir: empresarios, gremios, sindicatos, partidos políticos, todos los órganos del Estado. Nadie debe quedarse por fuera ni darle la espalda, porque es un episodio que nos puede afectar a todos hoy y, peor aún, un precedente que nos podría volver a tomar por sorpresa mañana. Si hay que corregir rumbos en forma drástica, que así sea. Pero estos golpes no pueden repetirse, sobre todo si fueran causados por nuestra propia negligencia.
Hoy vuelve a estar el nombre de Panamá en el centro de atención del mundo entero, empañando injustamente la imagen de nuestro país. No es lo mismo cuando Roberto Durán nos regaló a cada panameño(a) tanta buena fama que, con solo nombrar a Panamá en el exterior, se nos felicitaba y admiraba donde quiera que viajáramos. Tampoco es lo mismo cuando un 9 de Enero demostramos coraje y orgullo patrio en defensa de nuestra soberanía; o cuando, gracias a hábiles negociaciones y diplomacia se logró el apoyo de la mayoría de naciones a favor de la causa panameña por el Canal; o cuando los mandatarios del continente un día fueron testigos en Washington de la firma del Tratado que nos devolvió la jurisdicción sobre el área canalera; y, más tarde, el propio Canal. Tampoco, cuando vemos nuestro pabellón ondear en naves de la marina mercante surcando todos los mares del universo, que nos enorgullece siempre que esa actividad se administre con pulcritud y competencia.
La posición geográfica privilegiada de Panamá es una bendición que nos ha ubicado desde siempre como Puente del Mundo al servicio del comercio entre naciones: desde la proeza de Vasco Núñez de Balboa y de las famosas Ferias de Portobelo, hasta la ampliación el próximo mes. Pero esa bendición también facilita el tráfico de productos indeseables o de transferencias virtuales, gracias a la tecnología del ciberespacio del siglo XXI.
Tenemos que impedirlo y demostrar al mundo que somos un país que ocupa un puesto ejemplar en la comunidad de naciones. Esperemos el resultado de las investigaciones sin condenar de antemano, porque podemos imaginar el terrible costo para los empresarios y entidades hoy acusadas y castigadas con medidas asfixiantes, si mañana se determina que ninguna resulta responsable de las acusaciones hechas. ¿Cómo se resarciría entonces el daño causado a reputaciones, negocios y empleos?
EXDIPUTADA