Así se vivió el emotivo funeral del papa Francisco. El evento reunió a mas de 200.000 personas en la Plaza San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones...

Hace 50 años ocurrió la caída de Saigón. Las fuerzas de Vietnam del Norte tomaron el palacio presidencial de esa ciudad, terminando así la Guerra de Vietnam, el conflicto que moldeó la segunda mitad del siglo XX.
La noticia se difundió por radio aquel 30 de abril de 1975. Poco antes de las cuatro de la tarde se anunció un importante cambio histórico: el gobierno de Saigón se disolvía oficialmente.
Mientras los tanques comunistas derribaban las puertas del Palacio de la Independencia y los adversarios capitulaban, Vietnam del Sur dejaba de existir como un Estado independiente.
El país se reunificó en 1976 bajo el nombre de República Socialista de Vietnam. Saigón, bulliciosa y herida pasó a llamarse Ciudad Ho Chi Minh, honrando al venerado líder independentista.
Esto tiene un antecedente importante. En 1954 se selló un episodio poco recordado: durante la Conferencia de Ginebra, Vietnam se dividió en dos. El norte bajo tutela soviética y el sur bajo la estadounidense. Fue esa fractura la que provocó la Guerra de Vietnam, segando la vida de un millón de vietnamitas y 60 mil estadounidenses: el mayor desastre de la política exterior y militar de Washington.
Hoy, Vietnam es un fénix que, surgido de las cenizas, demuestra que la devastación puede ser el prólogo de un renacimiento espectacular. ¿Quién hubiera creído que después de una guerra tan brutal se levantaría como potencia económica?
Yo lo constaté en 2012. Caminé sus calles vibrantes y calurosas observando con admiración y asombro las motocicletas que zumbaban como enjambres, llevando familias enteras, refrigeradoras y cerdos vivos. Palpé la energía inagotable de un país que —haciendo equilibrios, igual que los conductores— disfruta ahora de un gran ascenso, gracias al “Doi Moi”, la reforma iniciada en 1986 que cambió la economía cerrada y de planificación central a una de mercado.
Obviamente, esto implicó abrirse al libre comercio y recibir las inversiones de empresas privadas. El resultado es elocuente: un crecimiento promedio del PIB de 5 % anual durante los últimos veinte años, reduciendo así el desempleo de 60 % a principios de los años noventa a 3 % hoy.
Es así que Vietnam ahora es la “otra” China, porque su manufactura ha crecido desde 2015, gracias a una estrategia empresarial global conocida como “China+1”. Consiste en reducir la dependencia que los países tienen del gigante asiático como fábrica del mundo y transformar a Vietnam en el pivote de las cadenas de suministro globales.
La primera inversión directa de China en Vietnam se registró en 1991. ¡Ya para 2012 era 312 millones de dólares y en 2024, 4.700!
Como parte de una gira reciente a cinco países del sudeste asiático, el presidente chino, Xi Jinping —que llevaba seis años sin visitar Vietnam— estuvo allá firmando acuerdos para que China importe más productos vietnamitas y establezca allí más empresas.
El caso de la relación entre Vietnam y Corea del Sur es relevante también. Desde 2008, Samsung apostó por ellos y lo que comenzó con una fábrica de celulares se transformó en la piedra angular de su producción global.
Diecisiete años después, Samsung cuenta con seis fábricas y un centro de investigación. Es el mayor inversor extranjero directo en Vietnam, fabricando allí sus celulares y pantallas OLED. ¡Hoy las plantas vietnamitas representan el 30 % de sus ventas globales y el 58 % de sus ingresos por telefonía móvil!
¿Cuáles son hoy nuestros intercambios comerciales con Vietnam? Las cifras de importaciones recibidas de ellos entre 2010 y 2020 fluctúan bastante: desde un mínimo de 5 millones de dólares hasta un máximo de 36. En 2020, Vietnam ocupaba el puesto 42 de nuestros 94 principales socios importadores y los principales productos fueron pescado, lavadoras, impresoras y fotocopiadoras.
Respecto a nuestras exportaciones, la fluctuación también es notable: entre 3 millones y 34 millones de dólares en el mismo período. Para 2020, estaban en el puesto 31 de entre 83 socios exportadores, y el 99 % de lo que les vendimos fue madera.
Tras cincuenta años de la caída de Saigón, la conclusión es que Vietnam se ha convertido en una potencia manufacturera, tanto para sus propios clientes, como para aquellos que buscan producir fuera de China a costos laborales bajos.
Con un pensamiento estratégico que identifique oportunidades por conquistar, es urgente fortalecer y diversificar nuestra relación diplomática y comercial con ellos. Así crearemos el bienestar económico que exige y merece nuestro pueblo.