• 01/07/2016 02:00

El extraño pacto al que llamaron ‘gobernabilidad '

Hoy le veremos renovar votos, como en todo exitoso matrimonio

Hoy le veremos renovar votos, como en todo exitoso matrimonio. Hace dos años ocurrió algo inédito: dos partidos políticos —por tradición antagónicos— firmaron un contrato que les prometía felicidad recíproca a cambio de algo a lo que bautizaron bajo el nombre de gobernabilidad , que en palabras más irreverentes tiene una interpretación parecida al ‘me quedo con el que más me conviene ', echando a un lado ideologías y en el camino dejando entrever algunos intereses no contemplados en el contrato.

En el 2014 las cosas parecían simples. El Partido Revolucionario Democrático (PRD) aceptaba las condiciones del Partido Panameñista, e imponía las suyas. El objetivo era tener los votos necesarios para que los debates en el Parlamento no durarán siglos y los planes del oficialismo se pudieran cumplir. Lo que hasta entonces no se tenía contemplado, o por lo menos el ojo público no había visto, eran los alcances estratégicos que tendría el acuerdo.

La longeva y cancerígena división en lo interno del PRD fue la nota perfecta para iniciar el plan de ‘gobernabilidad '. Costo lograrlo, por parte de los negociadores del Panameñista, quienes han tenido que ceder la presidencia del Órgano Legislativo en dos ocasiones. Lo interesante aquí es cómo entra a esta trama de idilio y poder, la bancada del partido Cambio Democrático (CD), enemigo político del Panameñista y extremo opositor del PRD.

Las razones de este inusual y abierto apoyo de CD intentan huir siempre del análisis, lo hacen, como ha dicho la presidenta de esta bancada, Dana Castañedas, en nombre de la independencia. Una emancipación que el presidente del partido, Ricardo Martinelli, ha prometido castigar con expulsión.

En el PRD y en el CD ocurre lo mismo: hay divisiones. El Panameñista, de naturaleza conciliadora, se ha convertido en un estratega sobre la marcha, sabiendo aprovechar las oportunidades para ingresar por puertas entreabiertas y pasar de ser el bloque minoritario (siendo oficialista) en las Asamblea Nacional, a ser el bloque con mayor poder.

Estas acciones emprendidas por estos tres partidos no redundarán, como ellos dicen y a un ciento por ciento, en beneficio de los ciudadanos; ya lo vimos en la discusión de la Ley de Contrataciones Públicas, la bancada unitaria independiente y las facciones no incluidas en el ‘pacto de gobernabilidad ' serán quienes aportarán el contraste durante los próximos debates, pero todavía sin mostrar sus inclinaciones permanentes.

Las pugnas internas entre partidos dividen al Parlamento en dos bloques heterogéneos que en cualquier momento pueden revertirse en contra de quien los creó y generarle un problema cuyas consecuencias podrían afectar la visión del Órgano Ejecutivo y muy cruelmente, a la ciudadanía.

Sin duda, los próximos meses estarán cargados de una actividad parlamentaria interesante, la cual promete desvelar hasta dónde el CD resistirá, sin ser firmante, las intenciones del ‘pacto de gobernabilidad ', qué tanto el PRD aceptará las condiciones del oficialismo y pondrá a prueba la capacidad persuasiva del Panameñista.

PERIODISTA

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