• 23/01/2025 18:31

Oportunismo y clientelismo en la política de Soná

Cuando un partido llega al poder en Soná, familias enteras salen beneficiadas con nombramientos en todas las instituciones públicas, incluso sin tener la formación ni preparación adecuada para dichos cargos.

Durante casi treinta años, en el circuito 9- 2 (Soná, La Mesa y La Palma) predominó la gestión como diputado del odontólogo Héctor Aparicio, que ni siquiera era oriundo de ese circuito.

Aparicio supo explotar la necesidad de la gente de a pie y concentró sus primeros años de gestión en ayudar con medicamentos y comida a todo aquel se le acercara. Filas interminables estaban todos los martes afuera de su casa para recibir todo tipo de “apoyo”, que era el término utilizado por Aparicio y sus testaferros.

Héctor Aparicio tenía buen olfato para los cambios políticos que se avecinaban y fácilmente cambiaba de tolda cuando presentía el partido que estaría gobernando. De esta manera fue miembro de Solidaridad, Molirena, Cambio Democrático y Realizando Metas.

Cuando Ricardo Martinelli fue presidente, el mundo político de Héctor Aparicio se convirtió en un paraíso de ensueño. Grandes sumas de dinero llegaron a los circuitos electorales afines a Martinelli y con eso se llevó al máximo nivel el clientelismo político.

Desde materiales de construcción, regalos para el Día de las Madres, bolsas de comida, nombramientos, regalos para los niños del circuito en Navidad, eran los favores hechos por Héctor Aparicio y de esa manera garantizaba el voto para el día de las elecciones.

Incluso, tenía a fichas claves en partidos de oposición nombrados en sus planillas, razón que explica que nadie ganó la diputación en Soná durante décadas. Claro, porque hasta los cuadros conocidos del PRD y también candidatos a puestos públicos pedían el voto para Héctor Aparicio.

Cuando vino el ocaso, Héctor Aparicio hábilmente negoció con el diputado ganador del PRD, Ariel Alba, para que mantuviera a miembros de su círculo cero en puestos claves de Veraguas. No obstante, la gestión de Alba fue como una “llamarada de capullo” en la que prácticamente desapareció del circuito y tampoco tenía protagonismo en la Asamblea.

En el pasado gobierno de Laurentino Cortizo, todas las fam pertenecientes al PRD en Soná quedaron nombrados como si fuera el premio esperado durante muchos años. Es decir, llegaba el tiempo de las vacas gordas para todos y de esa manera su calidad de vida cambió drásticamente. Agricultores, conductores de camión, buhoneros, pequeños comerciantes de pronto aparecieron como directores en instituciones de Soná y Santiago.

La campaña del actual diputado Tomás Benavides (Realizando Metas) se centró en criticar la gestión anterior y prometer puestos a todos los que apoyaron bajo el manto de que “el dinero volvería” con Ricardo Martinelli, ya que su suplente era uno de los hijos del expresidente.

Sin embargo, Martinelli no corrió como candidato por su situación de asilado, y en su lugar ganó José Raúl Mulino, quien no tardó mucho en aclarar que él no era Martinelli, como contrariamente se había proyectado en su campaña.

El actual diputado de Soná es veterinario de profesión y no conoce nada de política. Todo indica que será igual que su antecesor Alba, otro convidado de piedra que no abre la boca en la Asamblea Nacional. No obstante, casi toda su familia ha sido nombrada en puestos claves como si fuera el reparto de una piñata.

Otra vez, el circuito 9-2 será el que pague los platos rotos de la demagogia y el juega vivo de quienes piensan que la política es el arte de la rebusca y garantizar empleo solo a los del círculo familiar y otros allegados. Soná, La Mesa y La Palma merecen algo mejor de lo que han tenido durante décadas de gobierno. La suerte está echada y la experiencia debe garantizar algo distinto en el futuro.

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