Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
El 9 de enero es una fecha que, sin lugar a dudas, marca un hito en la historia de Panamá. Hace 61 años, miles de estudiantes y jóvenes patriotas lucharon valientemente por la soberanía del país, enfrentándose a la presencia colonial de Estados Unidos en las áreas del Canal de Panamá. Este acto heroico, conocido como la “gesta del 9 de enero”, resultó en la pérdida de 22 vidas y más de 500 heridos, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva de la nación.
En este contexto, el 9 de enero ha sido conmemorado por el Gobierno Nacional y diversos sectores populares a través de eventos que rememoran esa lucha generacional. Sin embargo, en medio de la reflexión sobre aquel sacrificio y la importancia de recordar la lucha por la soberanía, surge una inquietud: ¿por qué, hoy en día, los sectores sindicales y obreros de Panamá parecen tan divididos?
En la actualidad, parece que esa unidad se ha diluido. Los sectores sindicales y obreros, que históricamente han sido una fuerza de cambio y reivindicación social en el país, hoy se encuentran fragmentados, luchando por agendas propias y, en muchos casos, anteponiendo intereses personales o partidistas sobre la causa común. Este fenómeno genera una gran preocupación, pues parece que la esencia de la lucha por la soberanía y los derechos del pueblo panameño ha quedado relegada a un segundo plano.
¿Por qué esta división? ¿Acaso el protagonismo mezquino y la búsqueda de poder han socavado la unidad de los sectores progresistas? En momentos tan cruciales como el que vivimos hoy, con una serie de retos económicos y sociales que afectan a las clases trabajadoras, es vital que los movimientos obreros y sindicales se unan en lugar de dividirse. La fragmentación solo beneficia a quienes pretenden mantener el statu quo, mientras que la unidad de estos sectores es más que nunca indispensable para enfrentar los desafíos que el país atraviesa.
Es necesario recordar que la lucha del 9 de enero no fue solo una cuestión de bandera, sino de soberanía, justicia social y derechos para todos los panameños. Esa misma lucha debe continuar hoy, pero con una fuerza renovada que provenga de la unidad de todos los sectores patrióticos y revolucionarios del país. Las divisiones internas solo debilitan el poder de la clase trabajadora, y es imperativo que, en lugar de separarnos, nos unamos para avanzar hacia un Panamá más justo y soberano.
En conclusión, el 9 de enero debe ser mucho más que un homenaje a la valentía de nuestros mártires; debe ser una lección sobre la trascendental importancia de la unidad. En un momento en que las luchas sociales y políticas del país exigen respuestas colectivas, resulta esencial que los sectores sindicales y obreros de Panamá superen sus diferencias y trabajen juntos para defender los ideales que nos otorgaron la independencia y la soberanía que hoy gozamos, gracias al sacrificio de esos jóvenes y a la visión política del general Omar Torrijos Herrera. La lucha por la soberanía no debe ser vista únicamente como un episodio del pasado, sino como una fuente de inspiración y un faro para el presente y el futuro de Panamá.