Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
En las Américas existe un canal que de día o de noche cruzan naves transportadoras de gas licuado, derivados de petróleo, maquinarias pesadas y contenedores de mercancías; igual travesía efectúan cruceros con miles de turistas a bordo.
Los pasajeros menos fiesteros durmieron plácidamente al anochecer del océano Pacífico y al cabo de ocho horas de navegación, al son de una caliente guaracha, despertaron en el mar Caribe. Este es un breve, pero verídico relato de la travesía nocturna de uno a otro mar por el sereno y profundo río de agua dulce que es y se conoce con el nombre de Canal de Panamá. Un año sí y otro también, por este cauce de 80 kilómetros de extensión del uno al otro mar navegan doce mil buques de todas las naciones del mundo.
Los panameños disponemos de un tratado de neutralidad que por color, nacionalidad, credo o bandera no discrimina naves ni tripulantes. Desde la orilla del Canal de Panamá, con una sola mirada usted distingue barcos chilenos, brasileños, canadienses, norteamericanos, alemanes, chinos, italianos, rusos, ingleses, etc. Es acontecimiento diario que a los extranjeros sorprende, pero nosotros los panameños estamos acostumbrados a esa anormal normalidad de nuestro amado país cálido y tolerante.
El cauce del Canal de Panamá es de agua dulce, en la época lluviosa que corre de mayo hasta noviembre centenares de riachuelos vierten su caudal en reservorios de los lagos Miraflores, Gatún y Alhajuela. El montañoso río Gatún es principal fuente de suministro de agua para el Canal y las plantas potabilizadoras que sirven a los habitantes de poblados como Colón, Panamá, La Chorrera. En otras palabras, la naturaleza lluviosa de nuestro esbelto istmo es la única fuente de agua dulce de los panameños y del Canal.
Es imposible evitar la enorme pero útil pérdida de agua en cada barco que el Canal moviliza por cuanto la mecánica de pasar una nave de uno al otro océano obliga descargar al mar millones de galones de agua. Por esta razón, en años de sequía, agobiados por el fenómeno de El Niño, el Canal limita el tránsito de buques tal como sucedió el recién pasado año 2024. Para ayudar a la naturaleza estamos trabajando en el proyecto de ampliar los embalses, represando ríos y quebradas que en el presente vierten su caudal en el mar. Gracias al ingenio creador de nuestro pueblo, en el futuro nuevos reservorios servirán al país. Nuestra nación está consciente de que las ciudades y el canal istmeño con extra agua dulce será más confiable y eficiente. Esta alternativa es beneficiosa para nuestro pequeño país y, sin duda, es buena para el resto del mundo, principalmente para la industria naviera y el comercio internacional de bienes y servicios.
Cruzar el Canal de Panamá con un barco de 15 metros cuesta unos 800 dólares; por contenedor se pagan 90 dólares, y el buque crucero desembolsa 148 dólares por litera. Ahora bien, si el capitán no quiere atravesar el Canal, desde la costa panameña navega hasta el extremo de América del Sur y puede cruzar por el estrecho de Magallanes; ida y vuelta son unos doce mil kilómetros.
Lamento decirle, capitán, que arriesga hundir su nave en ese fin del mundo cruel y tormentoso, perderá meses en la travesía y su chequera no alcanza para el extra gasto de combustible y reparar daños en la estructura del barco y cabezas rotas de algunos tripulantes. En otras palabras, poco cuesta el peaje para cruzar un buque de un océano al otro por el fantástico Canal de Panamá.
A este relato le falta el personaje que durante los próximos cuatro años será presidente de Estados Unidos. Curiosamente, Donald J. Trump, durante su pasada y vencedora campaña electoral de noviembre de 2024, ni por asomo mencionó a Panamá, México, Canadá, Dinamarca o Groenlandia. Ninguno de estos países es responsable que el Congreso Republicano rechazó sus nominados del primer gabinete presidencial. No sabemos por qué insiste en tiempo presente, borrar patinazos politiqueros propagando mentiritas y mentirotas, repitiendo y repitiendo cuentos chinos y cuentos de brujas.
Las movidas del Partido Republicano de los pasados días han provocado un coro de chistes y risotadas entre los principales politólogos y comentaristas de USA; el presidente comete otro yerro, asumiendo extrañas poses neocoloniales. Anuncia que cambiará el nombre del golfo de México, anexará Canadá, con la chequera lista comprará Groenlandia sin solicitar permiso a Dinamarca. Incontables veces al día repite el cuento de que la República Popular China administra el Canal y en grave ofensa a su país, a la familia y dignidad del recién fallecido presidente Carter, afirma que por un miserable dólar Jimmy Carter regaló el Canal de Panamá. Repitiendo las mismas y nuevas falsedades promete invadir Panamá y recuperar el Canal por las buenas o empleando su invencible fuerza militar.
El boomerang de la opinión pública funciona contra ese rosario de maldad repetido y repetido por medio de una campaña en la TV de USA y la prensa mundial. Nuestros gratuitos atacantes ignoran que la verdad se impone. Es evidente el apoyo internacional a pueblos como el de Panamá, crece el repudio a USA entre las naciones latinoamericanas. En la misma campaña mediática sus aliados europeos son maltratados con intenciones perversas contra Canadá, Dinamarca y Groenlandia que hasta ayer eran indiscutibles aliados de Estados Unidos de América.
Otra verdad histórica que los papagayos desconocen es que desde 1903 la República de Panamá existe como nación soberana. USA construyó y administró el Canal de Panamá desde el año 1914 hasta el 7 de septiembre de 1977 y ni un día más. El mundo moderno no traga campañas de venganzas repetidas por equipos de imagen y publicidad pagada por financistas súper trillonarios.
No dudamos de la fuerza bruta de USA contra nuestro inerme pueblo istmeño. En 1964, los militares norteamericanos mataron a 21 panameños que cometieron el pecado de exigir respeto a nuestra enseña patria y el convenio de las dos banderas. Señor presidente, ¿bastarán cinco mil o diez mil tumbas para enterrar a los panameños que no rendiremos el honor patrio y tampoco nuestro Canal de Panamá?