La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
- 15/10/2024 00:00
Mons. Ochogavía: un ejemplo viviente de pensamiento crítico
En días pasados se llevó a cabo en nuestro país una reunión de obispos católicos pertenecientes a la Red latinoamericana “Iglesia y minería”, que realizan sus pastorales (equivalentes a una política pública del Estado cuando esta existe) en territorios intervenidos por las actividades extractivistas minera metálicas, carboníferas y petroleras. Al cabo de la jornada, se escenificó una conferencia de prensa donde, curiosamente, fuera de las interrogantes de FETV, solamente hubo una pregunta -muy acertada y asertiva -de parte de la reportera de Telemetro (Viola Guevara) que cubrió este evento.
Dos aspectos me llamaron la atención, en gran medida, los que resultan muy inspiradores y dan cuenta de que al menos en este renglón de la realidad latinoamericana -de lo que suele denominarse también como parte del “sur global”- la defensa de la vida del planeta y particularmente en el territorio panameño, no está perdida. En este sentido, las palabras de los obispos participantes dan cuenta de una visión y actitud propia del pensamiento crítico latinoamericano que no se reduce a la cuestión minera y ambiental, porque es un asunto que opone vida y muerte. En tal sentido, vale afirmar, con uno de los economistas de mayor solvencia intelectual y moral del sur global, Franz Hinkelamert (2020), que hay pensamiento crítico cuando el conocimiento verdadero -o la búsqueda de este- está orientado a emancipar a los seres humanos de las cadenas que nos atan impidiendo poder alcanzar el desarrollo en todas sus dimensiones. Vale decir, no hay pensamiento crítico si solamente se produce conocimiento de una realidad de explotación, dominación u opresión, sin que lleve implícito el ánimo de transformar esa realidad.
Pues bien, el primer aspecto a mencionar es el que identificaron los obispos como la fuente del poder que engendra acciones que contradicen la vida digna de las poblaciones empobrecidas de nuestros territorios, empobreciéndolas materialmente aún más. Las experiencias anotadas por los obispos de San Marcos (Guatemala) el de la zona amazónica de Ecuador y particularmente el de la diócesis de Colón y Guna Yala, monseñor Ochogavía, revelaron quiénes han intervenido produciendo perjuicios y mostrando que las promesas de desarrollo de los pueblos es una quimera nunca alcanzada: las corporaciones transnacionales con la complicidad de los gobiernos de nuestros países. A tal nivel se da esto, destacaba el obispo de Ecuador, que habiendo ganado una batalla legal contra las “mechas encendidas” de los pozos petroleros que han venido generando secuelas perniciosas en la salud de las poblaciones rurales circunvecinas, la corte suprema de ese país aceptó que a los denunciantes les asistía la razón -después de movimientos pacíficos que fueron reprimidos por el gobierno- sin embargo, el fallo dictaminó que la “apagada” de dichas “mechas” se iniciarían en el año 2030... cabe preguntarnos, ¿se parece al tipo de fallos de nuestra administración de justicia? ¿Se parece al proceder de nuestros gobernantes de unos y otros partidos que se han turnado la gestión gubernamental desde 1990?
Monseñor Ochogavía nos dio la respuesta a esta interrogante, gracias a la pertinente pregunta de la única reportera que intervino en esa atinada conferencia de prensa. Esta fue afirmativa, abundando en hechos que lo respaldaban. Por ejemplo, el hecho de que hubo un fallo el año pasado para cerrar las operaciones de minera Panamá y esta, si bien no ha llegado a extraer minerales adicionales a los que tiene en depósito, sigue actuando como si nada hubiera ocurrido; mostrando su poder por encima de la ley. En esta línea, ocurre que las poblaciones dentro de la zona concesionada a esta corporación internacional, no pueden ni vender sus productos como antes de la concesión, porque tienen el paso prohibido por este poder por encima del poder nacional. Incluso, la propia Iglesia panameña no puede realizar misas o actos litúrgicos por la misma razón, al igual que el impedimento que la susodicha empresa le puso al Ministerio de Salud para controlar los casos de covid-19, en tiempos de la pandemia. Evidencias harto probatorias de que estamos ante un enclave como el de la antigua Zona del Canal. Pero, y es aquí donde se visibiliza el segundo aspecto que habla de que lo planteado por los obispos es ejemplo de auténtico pensamiento crítico, es que la Iglesia interviene para defender la dignidad humana, por encima del dinero que estas actividades generan... ¿Qué más que esto basta decir en quien se diga pensar críticamente?