Mi profesor Eduardo Flores

El resonar de las tumbas de Los Campesinos del Chorrillo estremecía el caserón condenado en la calle 27 abajo. Allí vivía el joven Eduardo Flores Castro, después de graduarse en el Colegio José Daniel Crespo. Se abrió paso entre la pobreza y la esperanza de sus padres, quienes tenían una educación inconclusa de primaria.

El profesor Flores me dio clases cuando yo era estudiante de Física en la Universidad de Panamá. Carrera nada fácil, pero extraordinariamente fascinante cuando los docentes te inspiran a amarla. Era una época en la que todos queríamos ir a la U. Tuvimos esa gran oportunidad, que es más bien un derecho a la superación de las generaciones que seguirán llevando adelante este país.

Del profesor Flores no solo aprendí Física; también fui testigo de su compromiso y preocupación por los problemas del país y las conquistas gremiales de los universitarios; así como de su gran sensibilidad humana. Esto se vivía en las conversaciones y discusiones políticas, académicas y culturales. Tertulias que se compartían en el pasillo o en la cafetería o en una celebración. Particularmente recuerdo cuando llegó a mi casa una tarde con otros amigos, trayendo plátanos y salchichas que él mismo preparó, según dijo ‘para desagraviar ' por no haber ido al hospital al nacimiento de mi primera hija.

El ahora Dr. Flores trabajó en la escuela de Física como ayudante y posteriormente asistente técnico cuando aún era estudiante de licenciatura. Obtiene la Licenciatura en Física en la UP con el índice más alto de su promoción. Posteriormente viaja a México por una Maestría y a Barcelona por el Doctorado. En ambos se gradúa con los más altos honores, dejando a su querido Panamá en un gran sitial.

Sus estudios, investigaciones y publicaciones le dan los méritos para ganar las elecciones de decano de la Facultad de Ciencias y actualmente ser candidato a rector de la Universidad. No deja de sorprenderme cómo, hace cinco años, sacaba tiempo para estar en una campaña electoral universitaria a la vez que acompañaba a su madre a las quimioterapias hasta su despedida final. Tiene el don de dilatar el tiempo y dárselo a quien lo necesite, o para un nuevo sueño; como en aquella ilusión de ver un monumento dedicado a los Héroes de la Patria, que hoy se encuentra en la avenida de los Mártires.

A pesar de haber perdido un año escolar a consecuencia de un grave accidente, ha vivido la vida plena de causas. No ve muros, observa siempre oportunidades. Nos enseña que odios y rencores no construyen, por el contrario, empobrecen. Que somos merecedores de mejores tiempos y que hay que pisar fuerte, con perseverancia y decisión para lograr cualquier cosa que nos propongamos.

Mi profesor Eduardo Flores se ha convertido en el líder de un movimiento universitario, y de muchos que creemos que es posible rescatar y renovar nuestra primera casa de estudios. Lo admiro y lo respeto.

DOCENTE DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ.