• 29/12/2019 00:00

Lecciones de política

El Estado nacional panameño, aplicando un criterio científico y político, es producto de un acuerdo y es la máxima prioridad consolidarlo democráticamente y debe corresponderse con la voluntad y poder que emana del pueblo.

En primera instancia definiremos lo que significa política. Para los griegos implicaba el estudio de los asuntos de la “polis”, es decir la ciudad- estado. Y el sufijo “ica” viene a tomarse como “relacionado a”; por lo tanto la política es lo relacionado a la polis, y en nuestro actual contemporáneo es llanamente: la ciencia que estudia el Estado.

¿Y Porque es una ciencia? Porque según Aristóteles en ” La Política”, dice que siendo los seres humanos creadores de su mundo, de su civilización, lo hizo a través del conocimiento y es indudable que los seres humanos viven dentro de una comunidad, con conocimientos; esa comunidad es el Estado, nadie vive fuera de este, por ello sus asuntos, sus problemas atañen a todos, y es solo a través de una ciencia que podemos razonar sobre esto.

Ahora, ¿Porque surgió el Estado? Hay tres teorías para explicarlo: la teológica, la contractual y la histórica.

La teoría teológica plantea el origen divino del estado. Los reyes viene a ser designados por lo divino, ergo, tomando como ejemplo a Luis XIV, “el Rey Sol”, significa que: “el estado soy Yo”. No les parece tan familiar dicha interpretación, tan actual y cercana, bien, ya vemos que tal pensamiento es propio de un déspota del siglo XVII.

La teoría histórica propone la evolución de forma lenta y gradual, teniendo como base la Familia, el gobierno paso de los” pater” o cabeza de familia, a una conjunción con otros pater de familia que gradualmente fueron conformando un gobierno más amplio, un ejemplo las “genes ”en Grecia y los patricios y plebeyos en Roma.

La visión contractual, propone que el origen del estado es un “contrato social”, un acuerdo entre las partes, en donde las personas convienen en ceder unos derechos al Estado con el fin de que este los proteja, de las propias injusticias, de ahí el sistema judicial, de que se respeten las voluntades, de que se defienda y proteja la vida, la propiedad y honra de los asociados, con la finalidad de mantener la paz social y prosperar.

El Estado nacional panameño, aplicando un criterio científico y político es producto de un acuerdo y es la máxima prioridad consolidarlo democráticamente y debe corresponderse con la voluntad y poder que emana del pueblo.

Lamentablemente en nuestra nación, el concepto de Estado no es ni entendido, ni respetado; reina en nuestro pequeño Istmo: el interés personal, ávido, egoísta y mezquino, tomando como vil excusa que se “está en el poder”, o proponer que la actuación de un político es fiel al concepto de Nicolás de Maquiavelo, es decir, “el fin justifica los medios”, y justificar su actuar como producto de haber vivido infortunios personales o tener mucho dinero; es en síntesis, admitir que hemos perdido el significado de la política, del origen y fines del Estado, y que los gobiernos no han logrado rectificar, por su personalismo, e ignorancia, su cívico deber, con el pueblo y la patria.

Así, concuerdo con Platón cuando nos dice en “Las Leyes” que la peor ignorancia de los gobernados y los gobernantes es aquella que ama y acepta lo que es considerado malo e injusto, porque los buenos principios no tienen ninguna influencia sobre quienes gobiernan, si es ello es verdad tal condición viene a conllevar en un Estado Fallido antihistórico, porque para convertirse en un país de tipo uno, debe haber una buena labor científica en el aspecto de acatar las leyes y entender, asimilar sus objetivos y fines; que este administrado económicamente bien, y procurando el bienestar general de la población y si no aplicamos una visión filosófica y ética, tendremos un Estado basado solo el empirismo, la plutocracia y el juega vivo, tendremos solo mediocridad.

Puede que estamos a tiempo, de lograr grandes cosas, un increíble y brillante futuro, de ser la antorcha de la innovación, el progreso y la democracia en nuestra muy golpeada América Latina.

Pero cuando vuelvo la mirada ante lo que está sucediendo, en mi país, no queda más que recordar aquel verso inmortal de Gaspar Octavio Hernández: “bandera de la patria sube hasta el azul del cielo y si ves que el hado ciego en los istmeños puso cobardía, desciende al Istmo convertida en fuego y extingue con febril desasosiego a los que amaron tú esplendor un día”. ¡ Salud compatriotas!

Profesor de Filosofía e Historia
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