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- 04/10/2024 00:00
Las predominante intervenciones estatales
Durante el siglo XX existió un eterno duelo entre dos gigantes del pensamiento económico: John Maynard Keynes y Friedrich Hayek. Su desacuerdo incluía el papel que tenía que desempeñar el gobierno y la amenaza suponía a las libertades individuales la intervención del mercado. A Keynes le interesaba la aplicación de la economía como medio para mejorar la vida de los demás, y Hayek estaba decidido a demostrar que no había soluciones simples a los problemas económico-intratables, y que los que defendían el endeudamiento y gasto público a gran escala acabarían provocando una inflación incontrolable y una tiranía política.
Actualmente, en Panamá, el Gobierno tuvo que amenazar con la importación directa de arroz de primera por su escasez en los supermercados y su posterior comercialización en agroferias, y están coordinando las compras unificadas de medicamentos. Ya se han quejado de la mala prestación de las concesiones de internet y electricidad. Han detenido licitaciones públicas por tuit y han puesto en marcha la unificación de la salud mediante expropiaciones de las propiedades de los asegurados.
Pero ¿qué podría estar ocurriendo actualmente para que los actuales asesores se hayan propuesto resucitar el modelo keynesiano extremo?
La profesora de derecho de la Universidad de Haifa en Israel, Michal S Gal, es reconocida mundialmente por la publicación científica de 2002: “Las condiciones del mercado bajo la lupa: los efectos del tamaño del mercado en la política de competencia óptima”. En dicha publicación nos mencionaba que los países pequeños requieren mayores o mejores regulaciones para mantener sus mercados como mercados. “El tamaño pequeño de [un país] también puede hacer que la competencia sea demasiado personal, con una élite empresarial pequeña y con empresarios que actúan cuidadosamente para no competir entre sí”.
Una alta concentración de poder puede favorecer liderazgos y estructuras de poder excesivamente dominantes y verticales -de arriba hacia abajo-, según confirman diversos estudios, y esa verticalización supone un riesgo para la democracia y el capitalismo panameño, porque perjudica la competencia y la cooperación, e impide, en suma.
Dentro de las actuales soluciones gubernamentales que se están dando en Panamá y el desafío de reconciliar intereses postpandemia de brindar atención oportuna de salud, se han unificado las compras de una entidad autónoma como lo es el Seguro Social y una entidad pública como lo es el Ministerio de Salud, en búsqueda de desafiar a la pequeña elite económica que se conoce y se cuida entre sí en el país, como lo mencionaba la doctora Gal, en la búsqueda de la importación directa de insumos quirúrgicos y medicamentos más baratos como lo que iba a suceder con el arroz de primera que nos deja mensajes para reflexionar. Esperemos que no hayan olvidado que los compradores selectivos son los entes que generalmente crean monopolios, como podría ocurrir con el arroz de primera y con la unificación de compras de tecnología sanitaria y medicamentos en el país.
Esperemos que la actual administración no esté resucitando e iniciando una revolución keyneasiana en el istmo. Esperemos que no se interprete por las calificadoras de riesgo e inversores extranjeros que en Panamá no le gusta el laissez-faire y el “libre mercado”, ya que el Estado ha intentado intervenir en el arroz, está encaminada con los medicamentos e insumos quirúrgicos y se ha quejado de las concesiones de electricidad y comunicaciones de empresas que no son gringas. ¿Vamos rumbo a una libreta de abastecimientos para productos alimenticios? ¿Tenemos una efectiva ley antimonopolios?