• 24/03/2025 00:00

La transición energética abortada

Las novedades relacionadas con el desarrollo del cambio climático distan de ser halagüeñas. En realidad, resultan totalmente desalentadoras. En los últimos 25 años la temperatura media de la Tierra se ha elevado en 1,5 grados Celsius por sobre los niveles preindustriales, traspasando, aun cuando no necesariamente en forma permanente, un primer nivel de seguridad propuesto para salvaguardar la catástrofe climática.

Por otra parte, un grupo de científicos, encabezados por el distinguido experto James Hasen, en un estudio titulado Global Warming Has Accelerated: Are the United Nations and the Public Well-Informed?, han llegado a la conclusión que, de mantenerse las actuales tendencias, el objetivo de mantener la temperatura terrestre 2,0 grados Celsius por debajo de los niveles preindustriales, simplemente “nació muerto”. Se espera que en la medida que se mantenga la actual tendencia, la ruptura de este umbral se daría hacia el 2030. De no darse una acción muy rápida y decidida, estaríamos enfrentando lo que algunos han descrito como el infierno climático.

La realidad no se estaría moviendo en la dirección correcta, sino hacia el caos climático. Es así que, de acuerdo a los datos globales existentes, los combustibles fósiles, es decir los provenientes del petróleo, el gas y el carbón, siguen suministrando el 80,0 % de la energía utilizada. Esto se da en un contexto en que la demanda mundial de energía crece a una tasa promedio anual que se encuentra entre el 2 % y el 3 %, esto es a un ritmo que no ha podido ser alcanzado por el desarrollo de las energías alternas renovables que no dañan el ambiente.

En estas condiciones sería de esperarse que, con base en la información científica existente, la política de los países debería apuntar en dos direcciones fundamentales. En primer lugar, introducir los cambios sociales civilizatorios que ayuden a contener el creciente impacto sobre la naturaleza y concretamente, del uso indiscriminado de energía. Esto necesitaría, entre otras cosas, de una distribución socialmente más equitativa de la misma. En segundo lugar, se debería dar una acción muy decidida para acelerar la transición energética basada en la generación de tecnologías limpias.

En el plano de las trasformaciones sociales resulta más que evidente que el avance es prácticamente nulo, seguimos con un estilo de economía centrado en la generación y acumulación de ganancias, guiado hacia un crecimiento con mayor transumo de energía y materia, el cual se aleja de un verdadero desarrollo centrado en elevar el bienestar de la población sin incrementar el transumo, es decir el impacto sobre la naturaleza.

Con relación a la transición energética se puede observar una situación semejante. Tal como bien lo plantean los editores de la revista Monthly Review en sus Notas de los Editores de marzo de 2025, se puede observar claramente que nos encontramos frente a un abandono del concepto mismo de transición energética. Este abandono queda evidenciado en varios hechos.

En la conferencia anual de Naciones Unidas sobre el cambio climático realizada en Dubai a fines del 2023, los participantes, entre los que se encontraban 200 gobiernos, emitieron un acuerdo final que, de manera explícita, proponía: “abandonar los combustibles fósiles en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la acción en esta década crítica”. Obviamente, la transición energética todavía era el paradigma dominante, al menos en el ámbito de los discursos oficiales.

En la conferencia realizada en Baku de 2024, en que ya se manifestó la captura regulatoria por parte de los grandes intereses vinculados a los combustibles fósiles, la situación cambió de manera drástica. En el borrador final el concepto de transición energética estuvo totalmente ausente. En dicho borrador final se dio un alejamiento completo del paradigma de la transición energética, adoptando un nuevo paradigma conocido como la “coexistencia energética”, el cual, tal como lo señalan los editores de Monthly Review, pasó “de una política de eliminación de los combustibles fósiles a una en que los fósiles seguirán siendo la base del futuro energético.” En este paradigma las energías limpias alternativas se convierten en un simple complemento de los combustibles fósiles, como base de un crecimiento sostenido en el lucro y la acumulación de capital.

No es entonces extraño que entre diciembre de 2024 y enero de 2025 los seis bancos más grandes de Estados Unidos (Goldman Sachs, Wells Fargo, Citigroup, Bank of America, Morgan Stanley, JP Morgan) hayan renunciado a la Net-Zero Alliance. Tampoco es extraño que todos estos bancos hagan parte del grupo de los veinte mayores bancos prestamistas de las empresas de combustibles fósiles. La política de Trump, que busca eliminar todas las barreras que impidan el mayor desarrollo posible de los negocios de las energías fósiles, es parte de la aplicación del nuevo paradigma energético.

En estas condiciones solo la resistencia tenaz de la ciudadanía consciente puede salvar a la humanidad del infierno climático. ¡Cambio civilizatorio o barbarie¡

*El autor es economista, docente universitario y político
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