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La Cuaresma es un periodo de preparación espiritual de 40 días que comienza el Miércoles de Ceniza y termina en la Semana Santa. Es un tiempo de reflexión.
El papa Francisco ha invitado a vivir la Cuaresma como un tiempo de conversión, esperanza y sanación. También ha señalado que es un tiempo para detenernos ante el hermano herido y para tomar decisiones comunitarias. En 2024, el papa Francisco invitó a “tomar decisiones comunitarias que cambien la cotidianidad de las personas”, y este 2025 a que “caminemos juntos en la esperanza”.
En este tiempo de reflexión para los panameños son muchos los problemas que nos aquejan: un desempleo que ronda una tasa de dos dígitos ante la ola de despidos tanto en el sector público como privado, la mitad de la población se encuentra en informalidad laboral, bajos salarios y alarmante costo de vida, decenas de planteles educativos que literalmente están en las ruinas, cientos de comunidades sin acceso al agua potable 24/7.
Quienes históricamente han generado la corrupción (corruptos y corruptores), insisten en colocarlas como el centro de la preocupación nacional. Con espectáculos en diversas instancias de los órganos de Gobierno, que al final no tienen fruto verdadero. Solo basta con mirar la suerte de los ladrones de cuello blanco, fueron juzgados, condenados y ahora absueltos-liberados. Son los hijos de la cocinera, los luchadores sociales, a los que se sataniza, los que son condenados con procesos amañados, ilegales. Para el Gobierno, para el Órgano Judicial, la consigna es “que suelten a Barrabás y condenen a Jesús”. No es necesaria una ley, la impunidad es la filosofía de los gobiernos, la partidocracia y los seudoindependientes.
Quienes imponen la política económica insisten en el crecimiento económico para la máxima ganancia de unos pocos (menos de 30 familias) mientras lanzan al despojo, la miseria y pobreza a miles de panameños. Es este reducido grupo que controla el poder económico y su gobierno el que impone las reformas a la ley de la CSS (Ley 462 de 2025) que reduce las pensiones, que pretenden la reapertura de la mina, a pesar de los desastres ambientales y a la vida que genera, los que insisten en embalses en Río Indio, los mismos que venden la patria y avalan las amenazas de Trump.
Este tiempo de reflexión no puede quedar en espectáculo, donde las cadenas de televisión compiten por transmitir o retransmitir. Nuestra representación campesina, comunitaria de los días santos, no puede desdibujarse por la representación de otros lares. La fe de nuestro pueblo no puede subordinarse al “turismo religioso” que esconde o disfraza nuestra identidad religiosa.
“...hagamos este viaje juntos. La vocación de la Iglesia es caminar juntos. Los cristianos están llamados a hacer camino juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos. Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios; significa caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía, sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido. Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia” (Mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2025).
Francisco nos llamó a tomar decisiones comunitarias que cambien la cotidianidad y a caminar juntos en la esperanza. El papa Francisco ha destacado que todos somos peregrinos en la vida y que los cristianos están llamados a hacer camino juntos, en este sentido, nuestro pueblo humilde, digno, trabajador, honesto y luchador, frente a la adversidad y los atropellos, se levanta en unidad para cambiar esa cotidianidad. Con la organización y la lucha construimos el camino de la esperanza para la vida digna.