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- 22/06/2024 00:00
La situación interna en el PRD
Lo que aconteció con varias candidaturas del PRD en todo el país y en especial con el aspirante a la presidencia de Panamá, fue lo que el escritor colombiano Gabriel García Márquez ingeniosamente tituló en una de sus obras: “Crónica de una muerte anunciada”.
El primer error cometido fue la escogencia de una figura que no llenaba las expectativas políticas ni dentro ni fuera del PRD, puesto que su imagen ya se había desgastado en una administración marcada por muchos acontecimientos en los cuales la pandemia del covid-19 marca el inicio de gran parte de la erosión.
Una cosa es la simpatía que tenga un candidato a lo interno de un partido político y otra muy diferente es la que pueda obtener en el resto de la sociedad. Laurentino Cortizo, por ejemplo, ganó las primarias dentro del PRD por un amplio margen de personas que deseaban una figura fresca y distinta que pudiera conducir el país. Pero todos vimos cómo en la práctica la gestión de Cortizo se fue minimizando por la incongruencia de un discurso divorciado de la acción inmediata.
Para ser valiente no solo hay que pregonarlo, sino también actuarlo y poco a poco el monólogo de “barricada” se fue apartando de las expectativas de la población hacia el presidente electo del colectivo autodenominado torrijista.
El no saber corregir a tiempo el mal trabajo que estaban haciendo algunos ministros de Estado y en lugar de eso gobernar para un partido y no para el país le pasó factura al delfín político Gabriel Carrizo. ¿Qué podría corregir Carrizo si fue parte de una gestión del Ejecutivo y no lo hizo? Fue la gran pregunta que muchos electores se hacían y que indudablemente contribuyó a la contundente derrota del PRD.
Si en las elecciones primarias del PRD se hubiese escogido una figura distinta y no tan ligada al poder Ejecutivo, quizás los resultados hubieran pintado diferente. Sin embargo, la misma forma en la cual se escogen a los candidatos solo por el hecho de los “amarres políticos” y las recomendaciones internas de los que ostentan poder económico es y seguirá siendo una causa de las derrotas en las contiendas electorales y quedó demostrado que el dinero no hace los liderazgos.
Unos meses antes de las elecciones, algunos miembros del PRD y antiguos integrantes del Consejo Ejecutivo Nacional (CEN) ya vaticinaban que la división política expresada en tres candidatos provenientes del PRD restaría votos importantes a la figura de Gabriel Carrizo, pero con todo y eso lejos de lograr una negociación que pudiera acercar dichas figuras, lo que prevaleció fue el ego y los intereses tras bastidores.
Aunque muchos candidatos a la presidencia se mantenían escépticos ante el resultado que se venía reflejando en algunas encuestas de opinión, no se puede negar que las mismas son instrumentos para medir el comportamiento social en determinadas circunstancias y que no se pueden dejar de lado solo por el hecho de que no nos favorezcan en determinados momentos. Es verdad que en el pasado, algunas encuestas no lograron demostrar certeza en el resultado de las elecciones, pero tampoco pueden ignorarse minimizándolas con la frase “mis encuestas son de carne y hueso”.
Hoy el PRD se encuentra en el momento más difícil y que puede influir en su futura existencia como partido. Me atrevería a decir que es más delicada que lo ocurrido con la invasión de EE.UU. en la que un PRD se pudo recomponer y ganar las elecciones de 1994. Ni siquiera el llamado voto fiel o “voto duro” se materializó en las pasadas elecciones lo que representa un indicador de cuidado.
Pero quizá parte del dilema en el partido fundado por Omar Torrijos es precisamente que dejaron de poner en práctica aquello del “relevo generacional” y que hoy día es la pieza que les está haciendo falta en este difícil rompe cabezas.