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- 02/05/2024 11:12
La primera dama africana
Pocas mujeres y pocos hombres pueden presumir de haber tenido un papel tan primordial en el mundo y concretamente en el continente negro. Ella nació en el seno de una familia de campesinos en Gaza, una provincia de la excolonia portuguesa de Mozambique, el 17 de octubre de 1945. En su niñez frecuentó una escuela religiosa donde hizo sus estudios primarios y, más tarde, provista de una beca, estuvo en un liceo, siendo la única alumna negra de su clase. Posteriormente ingresó en la Universidad de Lisboa, cursando estudios de derecho, y consiguió su diplomatura.
Graça Machel, de nombre de soltera Graça Simbine, muy joven demostró una enorme inquietud por el devenir de su tierra, lo que la empujó, de vuelta de Portugal, a afiliarse, ejerciendo el papel de “correo”, en el Frelimo (Frente de Liberación de Mozambique), el movimiento de guerrilla de tendencia marxista, con sede oficial en Tanzania, que lideraba la lucha para la independencia de la colonia. Fue ahí donde conoció a Samora Machel, y la proximidad de ambos dio lugar a una relación amorosa que alcanzó su punto álgido cuando contrajeron nupcias en 1975, dos meses después de que Mozambique accediera a la independencia el 25 de junio de aquel año. “El colonialismo no murió de muerte natural, lo matamos”, comentó Graça.
Samora Moíses Machel se convirtió en el primer presidente de la República Popular de Mozambique y nombró a su esposa ministra de Educación y Cultura, la primera mujer en ocupar este puesto en el país, estando al frente de este cargo durante más de diez años. Graça se dedicó con esmero a su labor y se empleó a fondo para reformar el plan de estudios de la época colonial, adaptándolo a la idiosincrasia del país. Esta acción tuvo como resultado un significativo aumento de la tasa de escolarización. Desgraciadamente estos progresos obtenidos fueron seriamente mermados por el hostigamiento del Renamo (acrónimo de la Resistencia Nacional de Mozambique), un grupo rebelde anticomunista, respaldado tanto por los servicios secretos de la desaparecida Rhodesia (actual Zimbabue), como amparado por el régimen racista sudafricano; y también por el brusco y violento fallecimiento de Machel, cuando se estrelló en extrañas circunstancias en 1986, en una colina sudafricana, el avión Tupolev en el que viajaba junto a más de 30 personas. Según algunas versiones, fue un vil atentado perpetrado por agentes de los servicios de seguridad del régimen segregacionista del apartheid por el apoyo que prestaba Machel al Congreso Nacional Africano (CNA) de Nelson Mandela, circunstancias que acarrearon un declive de la situación económica del país. Poco después, Graça, sin duda profundamente afligida y decepcionada, anunció que se apartaba de la política.
Algunos años después de la muerte de su marido en condiciones hasta ahora no esclarecidas, Graça conoció en Maputo, capital de Mozambique, en 1990, a Mandela, el carismático líder sudafricano con quien años después iniciaría una relación sentimental. Mandela pasó 27 años encarcelado, de los cuales muchos de ellos los cumplió en la soledad de la isla de Robben Island, privado del afecto de su familia y sobre todo de su entonces mujer, Winnie, de quien se separaría en 1992, divorciándose oficialmente en 1996, poniendo así fin a 38 años de matrimonio. Este divorcio fue la consecuencia, tras salir a la luz, mientras estaba en la cárcel, de los desmanes y tropelías protagonizados por ella misma y a través de su guardia pretoriana bautizada “Mandela United Football Club”(MUFC), implicada en más de diez acusaciones de asesinato, secuestro y violación contra algunos jóvenes del CNA, por considerarlos unos traidores a la causa. El caso más sonoro es el hecho de haber sido involucrada en el asesinato de un militante de 14 años por el cual resultó condenada a seis años de prisión, cuya pena fue posteriormente reducida a una sanción económica. Además de lo anterior, se le reprochó la vida ostentosa que llevaba y su comportamiento poco apropiado a nivel sentimental, traicionando con su actitud el compromiso matrimonial, tras ser revelada la relación que mantenía con un joven abogado. De todo esto, Mandela fue religiosamente informado durante su estancia carcelaria. Eran de sobra conocidos el amor y la admiración que él profesaba por Winnie, desde que coincidió con ella en la oficina de un letrado, amigo suyo, encuentro que describe en estos términos: “No puedo decir con certeza si existe el amor a primera vista, pero sí sé que en el momento que vi por primera vez a Winnie Nomzamo, supe que quería tenerla como mi esposa”. Antes de casarse con ella, Mandela, apodado cariñosamente Madiba, se sinceró explicándole las vicisitudes de su vida y los obstáculos y riesgos a los que podrían enfrentarse por ser un militante del CNA: acosos, amenazas, vejaciones, clandestinidad, represalias, detenciones, destierro, torturas, cárcel, etc. Fue puesto en libertad en febrero de 1990 por orden de Frederick de Klerk, el último presidente del apartheid con quien compartió en 1993 el Premio Nobel de la Paz por sus mutuos esfuerzos para una normal convivencia en Sudáfrica.
Mandela resultó electo por sufragio universal, con el 63% de los votos, en 1994 y se convirtió en el primer jefe de Estado de raza negra de Sudáfrica. Pese a sus enconadas diferencias con Winnie, demostró altura de miras invitándole a formar parte de su primer gabinete ministerial. La nombró viceministra de Artes y Cultura, cargo del cual fue relegada en 1996, por ser acusada de corrupción. Dos años después de su divorcio, y tras más de cuatro de noviazgo, Mandela y Machel se casaron el 18 de julio de 1998, el aniversario del natalicio de Mandela, quien cumplía 80 años, mientras que Graça contaba con 52, siendo las terceras nupcias del primero y las segundas de Graça, quien volvió curiosamente a fungir otra vez el papel de primera dama, pero en esta ocasión en un país que no la vio nacer, hecho que ha sido ampliamente comentado en los círculos periodísticos por la unicidad del acontecimiento. “Fue la boda del padre de la nación con la viuda de la revolución”, ceremonia que se celebró en presencia de los familiares más allegados, de amigos íntimos y de varios miembros del gobierno y políticos locales. Esta relación en principio no estuvo bien recibida en Sudáfrica por el hecho de que la primera dama fuera extranjera. Si bien la vida de ambos fue siempre seguida por muchos, su unión copó los titulares de la prensa mundial: dos activistas de primera línea que lucharon, una por la independencia de su país de Portugal tras varios años de colonización, y el otro por el fin del régimen obsoleto, inicuo y cruel que representó el apartheid.
Graça Machel gozó del excepcional privilegio de haber convivido como esposa de dos emblemáticos jefes de Estado que fueron Samora Machel y Nelson Mandela. Enviudó del primero en 1986 y del segundo en 2013, pero ella no colgó nunca sus hábitos de activista. Sigue siendo una defensora incombustible de los derechos humanos y en particular de los de la mujer en general y sobre todo en cuanto a su liberación y promoción en África. “El significado de mi vida desde que era joven ha sido luchar por la dignidad y la libertad de mi gente”. Fue nombrada en el año 1994 presidenta de la Comisión de Estudios de las Naciones Unidas sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia por el otrora Secretario General Boutros Ghali, para la cual elaboró un impresionante informe titulado: “Repercusiones de los Conflictos Armados en la Infancia” en 1996 y se ha caracterizado por posicionarse en contra del matrimonio infantil, una práctica muy extendida en algunos países del continente africano y se comprometió en la lucha contra el sida. Su labor es encomiable, destacándose por su amplia dimensión humana e intelectual, lo que se evidencia por las muchas distinciones con las que ha sido galardonada, como el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, concedido en 1995 e investida Doctor Honoris Causa por la Universidad de Barcelona en abril del año 2008, y siendo también la primera mujer africana en recibir la “Gran Cruz de la Orden del Imperio Británico”. Es miembro de un sinnúmero de organizaciones con las cuales ha colaborado y compartido su experiencia. Fue cofundadora del Global Elders, el “club de los sabios”, compuesto por algunos líderes mundiales dispuestos a ofrecer sus conocimientos, su liderazgo e influencia para solucionar los problemas más acuciantes del planeta.
Actualmente, con 78 años de edad, Graça representa un orgullo para todas las mujeres, sobre todo para las de su raza, siendo una feminista de gran envergadura. Su trayectoria vital pone de relieve su estatura personal, moral y política. Su firme lucha contra la lacra del colonialismo para la consecución de la libertad de Mozambique, en contra de la pobreza y a favor de los desfavorecidos ha sido y es ejemplar y, por ende, digna de destacar.
He aquí algunos modestos fragmentos de la prolífica vida de Graça Machel Mandela, la primera dama africana.