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- 13/09/2024 00:00
La nueva política en Panamá
El pasado 5 de mayo, se enfrentaron por la presidencia del país, ocho candidatos: Mulino, Carrizo, Martín Torrijos, Rómulo Roux, Ricardo Lombana, Zulay y Gordón, todos defensores del modelo neoliberal y consecuentemente con disminuir la presencia estatal en la economía y generar las privatizaciones. Después que la CSJ consolidara la validez de la candidatura de Mulino, sin vicepresidente etc., gana con una votación de 738.000 votos (34,41%), seguido de Lombana con 536.000 votos (24,96%), Martín Torrijos con 364.584 votos (16,02%), Rómulo Roux con 258.818 votos (11,37%), Zulay Rodríguez con 150.340 votos (6,60%), Carrizo con 133.782 votos (5,88%), Maribel Gordón con 24.531 votos (1,07%) y Melitón Arrocha con 4.660 votos (0,20%).
Los resultados muestran a un Mulino sólido, a un Lombana acostumbrado a ser segundo en las elecciones, a un Martín con una caudalosa votación extraída del PRD que le da un fuerte espaldarazo para las próximas contiendas electorales, a un Rómulo que pierde popularidad así vaya unido con el panameñismo, Zulay también saco parte de los votos del PRD y Carrizo, presentó el residuo de votos del PRD que le quedó después de los que se fueron con Martín y Zulay, Gordón y Melitón muestran un tortuoso avance en las elecciones presidenciales.
En la Asamblea Nacional, de los 60 diputados que buscaban la reelección, solo 13 lograron repetir (21%), el PRD tiene 12 diputados, RM, 13 diputados; CD, con 8 diputados; Panameñista, 8 diputados; MOCA, 4 diputados; PP, 2 diputados; Alianza, con 2 diputados; Molirena, 1 diputado; Independientes con 21 diputados.
Esta nueva configuración política tanto en el ejecutivo como en la Asamblea Nacional, da nuevos caminos de alianzas u oposición entre ejecutivo y legislativo. En la Asamblea nacional hubo consensos en presupuesto del Canal de Panamá, casi todas las ratificaciones salvo la de la CSS y reformas al presupuesto nacional en traslados de partidas. Otras son aprobadas dentro de un rango promedio 48 vs 24, indicando que aún se están haciendo todas las conversaciones para poder llegar a consensos con las dos bancadas definidas en la Asamblea Nacional. Proceso que nos parece importante para mantener vigente el debate abierto, positivo y respetuoso que permite la democracia. Esta nueva Asamblea Nacional dinamiza los consensos y no la imposición del ejecutivo.
Igual pasa con los nombramientos del gabinete y directores de autoridades descentralizadas, se imponen voluntades de figuras políticas, amigos o compañeros políticos del presidente de la República. No hay representación popular en ningún rango gubernamental. Igual pasa con el pensamiento económico, hay consenso en preservar el modelo neoliberal, acentuando la política privatizadora y sacando al Estado del accionar del mercado, evadir el aumento de impuestos impulsando la inversión en el sector minero e informática, regular la migración y el narcotráfico en el país. Sin embargo, tanto el ejecutivo como el legislativo prometen mantener el crecimiento económico, bajar el desempleo, elevar el bienestar social de todos.
Somos un modelo político-económico de derecha, con una intervención transnacional permanente en todas las decisiones gubernamentales. Somos más dependientes del capital financiero mundial y de las vicisitudes del modelo unipolar del sistema capitalista. No tenemos fuerza política vigente que nos permita generar otra alternativa económica, los movimientos sindicales y progresistas tienen que reestructurar su organización y dinamizar una seria escuela de cuadros que pulule hacia sus directivas y a las bases populares, para de allí motivar un cambio de modelo económico, modelo que proponga hacer más productivo al capitalismo, para poder repartir equitativamente las utilidades, mejorando el porvenir de las grandes mayorías del país.
Seguimos siendo un modelo dependiente del sector servicio, hay que promover un desarrollo económico más integral, que abarque el sector agrario e industrial y manufacturero, extender los servicios como hub de servicios logísticos que generen más valor agregado en bien del modelo de centro de trasbordo. Es el momento de imponer una educación cualificada y moderna, para que nuestros recursos humanos respondan a las exigencias del actual mercado competitivo y sistematizado. Solo así podremos unirnos a gobiernos progresistas que se desarrollan en el continente y que unidos a nivel regional y mundial luchan por un nuevo orden económico mundial.