Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
En la plaza toca:
Porque Puma Zumix Grupo juvenil que interpreta...
Desafortunadamente, el 9 de enero y el significado de esa heroica gesta para la reivindicación de Panamá como Nación soberana y verdaderamente independiente, no es valorado por las nuevas generaciones. Lo acabamos de ver con la actitud de la Alcaldía de Panamá de no declarar el día completo del 9 de enero dentro de las normas de la ley seca.
Pero ¿acaso conmemoramos la fecha como se debe o simplemente la hemos convertido en un día más de asueto para irnos de paseo o quedarnos en nuestra casa sin hacer nada? La actitud del alcalde Mizrachi, si bien criticada por algunos, nos pone a pensar ¿será que después de aquel histórico suceso de hace 61 años los gobernantes hicieron todo lo posible, con su inexplicable omisión, que las nuevas generaciones se olvidaran de todo aquello? ¿Habrá ayudado a que en las aulas de clases no se les enseñe más la historia de las relaciones de Panamá con Estados Unidos, que hoy, con las declaraciones de nuevo presidente de ese país, vuelven a estar en primer plano?
Inclusive, con esos comentarios de “recuperar” el Canal de Panamá, algunos hasta se preguntan si no sería mejor que los gringos volvieran tal como estaban antes. Quizás dirían residentes de barrios cercanos al Canal como El Chorrillo y San Miguel en Calidonia, estamos igual que antes de todo eso de la reversión. Quizás peor, porque antes podíamos rebuscarnos vendiendo productos de los comisariatos gringos, sobre todo sus bien cotizadas cervezas.
Duele decirlo, pero para la gente de esos barrios populares, al igual que para los compatriotas del interior del país, ¿qué significa que el Canal de Panamá sea totalmente de Panamá desde el 31 de diciembre de 1999 y que se hayan revertido miles de edificios y viviendas?
Definitivamente que el Canal representa un gran activo para el país que, quizás por su falta de visión, se deteriora a medida que falte suficiente agua para desarrollar todas sus actividades. Es cierto que es el mayor empleador del país, con casi 9.000 plazas de trabajo, aportando a las arcas del país una renta en el último año más alta de todo lo recibido mientras los estadounidenses estuvieron aquí desde 1904. Dividendos que en 2024 equivaldrán a un poco más de $2.400 millones, pero insuficiente siquiera para pagar los $2.474 millones que Panamá tendrá que pagar este año en intereses de la exorbitante deuda externa creada por los corruptos gobiernos que hemos tenido, sobre todo el de Cortizo.
Para el vecino de El Chorrillo y San Miguel, así como para el de las barriadas populares de Colón, el Canal hoy no significa lo que los motivó a ir a unirse a las justificadas protestas de los estudiantes del Instituto Nacional el 9 de enero de 1964, donde yo estuve presente, porque los zonians habían pisoteado nuestra bandera negando que se enarbolara en la Zona del Canal como había sido pactado. Esos tiempos de soberanía pasaron, precisamente porque esas conquistas, que según el general Torrijos serían del mayor beneficio colectivo, se quedaron en “conquistas” para los mismos de siempre. Como diría el presidente argentino Javier Milei, “para la engreída casta política”.
El Canal, con sus desmesurados salarios, justificados quizás, son un clavo dentro del alma de los que ven que ese gran patrimonio nacional, prometido para todos los panameños, se quedó en las manos de unos pocos. Comenzamos con lo que nos devolvieron desde 1978, como se decía en las manifestaciones populares, “las áreas revertidas se las dieron a las queridas”, haciéndose alusión a que habían quedado en manos de los amigos, los primos, los militares, los del PRD, etc. ¿O es que nos olvidamos que, en un gobierno PRD, dos ministros, Mitchell Doens y Francisco Sánchez Cárdenas, obtuvieron dos lujosas viviendas con envidiables vistas hacia el aeropuerto de Albrook en forma directa? ¿O qué otros grandes dirigentes de ese partido también encontraron su bella residencia? ¿O es que nos olvidamos de que cuando llegó la supuesta democracia en 1989 muchos de los arrendatarios o propietarios de esas viviendas fueron desalojados porque en los años que allí vivían, por tener palancas, no pagaron lo que debían?
Es triste, porque el Canal de Panamá nos debería pertenecer a todos. ¿Qué deben hacer sus actuales regentes para que ese sentimiento vuelva a ser sembrado en la mente de los panameños? Quizás deben bajarse de los encumbrados pedestales donde se encuentran para que entiendan de esa realidad que hay que cambiar para que no sea lo que es hoy, una insípida sopa de soberanía.