• 21/01/2025 00:00

Amenazas del presidente Trump a Panamá

El presidente Donald Trump hizo declaraciones alucinantes desde el 21 de diciembre sobre el Canal de Panamá que causaron un gran revuelo y rechazo mundial y, naturalmente, concitaron la unidad de los panameños en defensa de sus derechos y de su integridad soberana recuperada desde 1979 que merece respeto.

Al repetir el presidente de la superpotencia que “el Canal de Panamá regresará a los Estados Unidos de América” presentó una amenaza que debemos considerar con mucho cuidado, porque la alternativa de una entrega voluntaria del Canal por parte de los panameños nunca sucederá. Finalmente, en enero continuó el ataque y hasta no descartó el posible uso de la fuerza. También amenazó a otros aliados: Canadá, Dinamarca (por Groenlandia) y México.

Para sustentar su deseo, Trump mencionó falsedades históricas, como que más de 38.000 estadounidenses habían fallecido en su construcción de 1904 a 1914 cuando apenas superaron pocos centenares de empleados de esa nacionalidad. El presidente Carter tampoco nos regaló el Canal. Sorprende que el mandatario de la superpotencia no sepa aún que dos tercios de los senadores de su país, incluso muchos de su Partido Republicano, ratificaron en 1978 los Tratados Torrijos-Carter mediante los cuales se pactó la desaparición de la Zona del Canal el 1 de octubre de 1979 y la entrega del Canal a Panamá el 31 de diciembre de 1999.

El presidente Trump parece ignorar el Tratado Concerniente a la Neutralidad Permanente del Canal y el Funcionamiento del Canal que dice: “Panamá declara la neutralidad del Canal para que, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, este permanezca seguro y abierto para el tránsito pacífico de las naves de todas las naciones en términos de entera igualdad, de modo que no haya contra ninguna nación ni sus ciudadanos o súbditos discriminación concerniente a las condiciones o costes del tránsito ni por cualquier otro motivo....”. Es exactamente lo que ha estado sucediendo, por parte de Panamá, garante de dicho pacto bilateral, desde octubre de 1979, cuando entraron en vigencia los Tratados Torrijos-Carter.

El presidente José Raúl Mulino declaró el 22 de diciembre que el Canal “seguirá estando en manos panameñas como patrimonio inalienable de nuestra Nación y garantizando su uso para el tránsito pacífico e ininterrumpido de naves de todas las naciones, como lo establece nuestra Constitución y el Tratado de Neutralidad”. Régimen de libre tránsito que ningún país ha objetado. Es el tratado con Estados Unidos, su otro garante, al cual 40 Estados de la comunidad internacional, entre ellos las mayores potencias marítimas, se han adherido al protocolo depositado en la sede de la OEA. Allí se encuentran otros 3 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Sólo queda la República Popular China que tiene esa deuda pendiente con Panamá y con el mundo.

Arguye el presidente Trump que los peajes del Canal son “ridículos” y “exorbitantes” y que afectan a Estados Unidos. En realidad, dichos peajes son fijados luego de audiencias con los principales usuarios del Canal, administrado por la ACP que actúa como empresa comercial que atrae clientes y los trata bien. Peajes con un impacto insignificante en la enorme economía de Estados Unidos. El Canal cuya ampliación por Panamá fue inaugurada en 2016 para duplicar su capacidad y el valor de su infraestructura más que centenaria en óptimo estado porque goza de un costoso mantenimiento, obra que es mejor administrada por los panameños que por los norteamericanos. Sostiene ahora que los chinos controlan el Canal, lo cual no es obviamente cierto.

Hay especulaciones sobre las intenciones reales del presidente Trump. ¿Quiere complacer a su base extremista o a grandes donantes de campaña? ¿Trata de la rivalidad de Estados Unidos con China, potencia ascendente cuya creciente influencia quiere limitar hasta en Panamá? Más anecdótico: ¿Resiente el caso del hotel Trump de Panamá en donde perdió un pleito, así como sucedió en el hotel en Toronto? Quizá se mezclan varias motivaciones. Ninguna explicación, sin embargo, le otorga derecho a amenazar a nuestro país y menos aún a intentar acciones de fuerza, no contempladas en el Tratado de Neutralidad ni en la Carta de la ONU, porque le costarían muy caro, material, política y moralmente. El argumento fundamental para que el Estado Mayor Conjunto estadounidense apoyara los Tratados Torrijos-Carter fue su convicción de que más valía el uso continuo y pacífico del Canal con un pueblo amigo a su alrededor que su propiedad.

El resultado de estas amenazas del presidente Trump es que, en la práctica, han fortalecido al presidente Mulino, mandatario que ha respondido con entereza y dignidad, acción que ha provocado la unidad nacional de un pueblo que respalda esa posición histórica. Amenazas que contradicen el camino que proclama Trump de engrandecer a Estados Unidos; lo llevan a empequeñecerlo y aislarlo en la comunidad internacional, comenzando por Latinoamérica y Panamá, uno de los más fuertes aliados y amigos de su país en la región. Amenazas que refuerzan el discurso de los enemigos de Estados Unidos y restan credibilidad y confianza en la superpotencia que necesita más que nunca amigos en un mundo cada vez más inestable y más multipolar que exige verdadera paz y seguridad, objetivo central del Consejo de Seguridad de la ONU en donde Panamá ocupa un puesto por dos años, desde el 1 de enero.

Para neutralizar la ofensiva de Trump muchos proponen, entre otras acciones, reforzar nuestra presencia internacional, recurriendo también a la multilateralidad, comenzando por los aliados amenazados, estrategia exitosa ya empleada para concluir las negociaciones de los Tratados Torrijos-Carter.

Uno que es el grupo de Bohuslan Big Band fue en el Centro de Convenciones de Ciudad del Saber

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