• 27/05/2023 00:00

Inversión y calidad universitaria pública

“[…] la UP merece que se le respeten sus solicitudes presupuestarias y que se cumpla con sus requerimientos en materia de inversión, los cuales representan bloques en la construcción de un mejor país”

En España, en el año 2001, por primera vez se llevó a cabo un sólido estudio científico sobre la calidad universitaria estatal, cuyos resultados publicó el catedrático de la Universidad de Barcelona, Jesús de Miguel. Este estudio pionero se centró en el efectuar un análisis pormenorizado del efecto de la inversión contra los resultados, cualitativos y cuantitativos, que se recuperan.

Citando al investigador, este estudio demostró fehacientemente “… la estrecha relación entre calidad y gasto que demuestran los datos que se incluyen aquí obliga a replantearse la relación entre recursos y resultados... La hipótesis de relación entre gasto y calidad se confirma, pues, con los datos actuales existentes en España. La calidad depende (primariamente) del gasto...”, aunque existen otros factores que influyen en distintas formas.

Estos otros factores (controles de calidad en la gestión, nivel de tecnificación en los procesos, mecanismos funcionales de transparencia, renovación institucional permanente, etc.) son igualmente muy importantes, pero el nivel de inversión en educación superior es determinante. Y cuando hablamos de mayor gasto, no nos referimos a recursos financieros malgastados o derrochados, sino a dinero bien empleado en ampliar o renovar la planta física o a comprar e instalar equipamiento de punta o a reclutar más y mejor personal docente e investigativo, así como a contratar cuadros profesionales de alto nivel.

En un artículo firmado por Nanette Svenson y Phillip Altbach, publicado en Martes Financiero y que data de 2018, se reportaba que “Panamá invierte solo 0.7 % de su producto interno bruto (PIB) en la educación superior, menos que la mitad del porcentaje invertido por Estados Unidos y otros países de la OCDE” (https://www.martesfinanciero.com/voz-calificada/en-la-economia-de-la-republica-de-panama-del-siglo-xxi-la-educacion-superior-es-clave/). Seguramente hoy día esa cifra no ha variado gran cosa, si no es que ha disminuido en su valor neto real, a la luz de la inflación acumulada, de los “recortes por contención del gasto” y del alza gradual y generalizada de precios a lo largo de cinco años.

Cabe señalar que, en nuestro país vecino Costa Rica, hace cinco años atrás, el gasto en universidades públicas correspondía al 1.4 % del PIB o sea el doble que en nuestro Panamá actual (https://www.academiaca.or.cr/wp-content/uploads/2017/05/Qué-produce-y-cuánto-cuesta-la-educación-universitaria-estatal-en-Costa-Rica-1.pdf). Juzgando con base a la ubicación de sus universidades públicas ticas en los “rankings”, se demuestra la necesidad de invertir más y mejores recursos, si se quiere más y mejor calidad.

Esto es algo que los tomadores de decisión no acaban de entender. Todos los años, las universidades públicas (una por una) deben atravesar el excruciante proceso de solicitar y sustentar asignaciones presupuestarias dentro del Presupuesto General del Estado para el año siguiente. Después, hacer “lobby” ante los estamentos correspondientes del Gobierno (MEF, Asamblea Nacional, etc.) para conjurar el impacto de predecibles recortes, y que, casi por default son decididos por burócratas, algunos de los cuales tienen un conocimiento muy limitado (y a veces, hasta hostil y prejuiciado) sobre el importante rol que juegan las universidades públicas en la generación de respuestas a nuestros problemas del desarrollo nacional, así como al crucial proceso de reproducción social, difusión y apropiación social del conocimiento, la base para nuestra pervivencia como Nación y nuestra lucha por la prosperidad nacional.

Hace un año, el rector, Dr. Eduardo Flores, denunció ante los medios de comunicación los recortes importantes al presupuesto asignado a este, el principal centro de educación superior e investigación científica del país (https://www.telemetro.com/nacionales/up-sufrio-recorte-presupuesto-proyectos-y-contratacion-profesores-n5766402). Recientemente, el rector Flores volvió a llamar la atención sobre los visibles efectos de estos recortes, que discapacitan a la UP en cuanto a cumplir con la ejecución final de importantes proyectos de infraestructura y otras inversiones, tan necesarias para la Universidad y para Panamá (http://elsiglo.com.pa/panama/falta-plata-hace-temblar-algunos-proyectos/24224106).

La Universidad de Panamá es, hoy en día, una realidad muy distinta, que merece todo el apoyo real (más allá del meramente retórico) por parte de este y de todos los Gobiernos, para que perfeccione y consolide su institucionalidad académica y su proyección social.

Los vicios del pasado, señalados en el artículo de Svenson y Altbach (corrupción, anquilosis, politiquería, ineficacia en la gestión, etc.), han sido o están siendo efectivamente superados. Hoy en día tenemos una UP transparente, seria y productiva, que satisface y, en muchos casos, excede con creces todos los indicadores de gestión docente y de calidad universitaria. También en cuanto a indicadores de gestión investigativa, la UP mantiene un ritmo constante e importante de superación de sus baremos, llegando a estar actualmente en el primer quintil de varios “rankings” a nivel nacional y regional. Estas son cosas que debemos divulgar mejor, extramuros, para que el pueblo panameño las conozca y se sienta satisfecho de su Universidad y de sus innegables avances.

Adicionalmente, la Universidad de Panamá ha liderado el proceso de organización del nuevo Consejo de Universidades Públicas de Panamá, que dará voz al sector académico público, como participante activo en la discusión de los grandes problemas nacionales, aportando soluciones científico-técnicas, garantizando la gratuidad de la educación superior pública, defendiendo la autonomía universitaria y salvaguardando la cultura y la soberanía nacionales.

En conclusión, la UP merece que se le respeten sus solicitudes presupuestarias y que se cumpla con sus requerimientos en materia de inversión, los cuales representan bloques en la construcción de un mejor país. Se lo merece y se lo ha ganado a pulso, porque es una de las pocas instituciones nacionales de las cuales podemos sentirnos realmente orgullosos, en la actualidad.

Ph.D., bioquímico, profesor de la Universidad de Panamá.

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