• 11/03/2020 04:00

De impuestos, OCDE, GAFI y sociedades panameñas

Panamá es república independiente desde 1903 y fue en ese momento que comenzó a codearse y compenetrarse con la comunidad internacional; para entonces ya la aventura de la construcción del Canal de Panamá por De Lesseps, había sido un fracaso y los más de 800 000 ahorristas de Francia, indignados y desamparados por sus propias instituciones, su Gobierno y una extendida corrupción política, no habían podido conseguir nada para recuperar sus fondos, en muchos casos de toda una vida y destinados a afrontar los gastos de la vejez.

Panamá es república independiente desde 1903 y fue en ese momento que comenzó a codearse y compenetrarse con la comunidad internacional; para entonces ya la aventura de la construcción del Canal de Panamá por De Lesseps, había sido un fracaso y los más de 800 000 ahorristas de Francia, indignados y desamparados por sus propias instituciones, su Gobierno y una extendida corrupción política, no habían podido conseguir nada para recuperar sus fondos, en muchos casos de toda una vida y destinados a afrontar los gastos de la vejez.

En ese clima de desasosiego, cayó el Gobierno de Clemenceau, primer ministro; fue encarcelado De Lesseps, se suicidó el barón Reinach, fueron acusados León Bourgeois y Joseph Nacquet, en tanto que los señalamientos de corrupción de periodistas, políticos y congresistas, fueron abundantes y continuos por años y motivaron investigaciones oficiales, que nunca concluyeron en nada que devolviera a aquellos ahorristas la tranquilidad económica a la que habían aspirado invirtiendo en la Compañía Universal del Canal de Panamá, empresa de nacionalidad francesa.

Ni un solo panameño estuvo involucrado en dicho escándalo, pero como para sacudirse con hipocresía los señalamientos que fundadamente había, así como hoy hablan de los Papeles de Panamá, en Francia se bautizó la trama sucia y de corrupción en la que conspicuos ciudadanos de Francia estaban comprometidos, con el nombre de Escándalo, pero de Panamá, no de Francia.

No han superado el trauma los descendientes de las tribus francas desde entonces y hoy, pretendiendo desempeñar el rol de pulcros defensores de los contribuyentes franceses, cuando allá en las Galias hay abusiva utilización del dinero de los contribuyentes que no necesariamente termina en el bienestar de estos, como bien han comprendido los “Chalecos Amarillos”, nos endilgan males de los que no somos causa. Así, no somos más que un recurso de distracción para su propia enrevesada política interna plagada de inequidad, tanto hacia los contribuyentes como a la población. Vaya usted a saber quiénes se enriquecen en la mitad.

Ya como república independiente Panamá ha ido adoptando y estableciendo leyes y políticas que contribuyan al bienestar nacional y en muchos casos a las naciones del mundo y de nuestro entorno. Así, en 1917 se estableció una marina mercante con la modalidad de ser un registro abierto de naves; es decir, que el capital invertido en el buque no tenía que ser de nacionales panameños, abriendo la oportunidad a que pudiera haber buques panameños pertenecientes a intereses europeos, norteamericanos, orientales u otros.

En aquel momento las naves panameñas sirvieron, especialmente, para evadir el cerco impuesto por la flota submarina alemana a los buques que transportaban suministros a las naciones aliadas en la guerra. Sí, Panamá ayudó eficaz y oportunamente a las naciones aliadas en esa Primera Guerra Mundial a que la misma concluyera más pronto. Después ha servido, hasta nuestros días y mucho, particularmente al mundo occidental, para sostener la energía del comercio mundial. Las conveniencias no han sido solo panameñas, sino del mundo que no ha medido aún los beneficios que dicha flota le ha provisto.

Para 1927 incursionamos en el mundo de las corporaciones, haciendo posible una competencia más libre en la comunidad internacional de los negocios, por ofrecer la oportunidad del anonimato de los propietarios de las corporaciones, y funcionó muy bien. Con el tiempo, como ocurre con muchas cosas, las novedades establecidas con sanas intenciones se distorsionan y no se usan para bien, aunque al mismo tiempo constituyan un freno a las con frecuencia desaforadas cargas fiscales impuestas a los pueblos.

Pero además, esas mismas corporaciones han permitido mayor flexibilidad en los movimientos de capitales, especialmente en las naciones que han afrontado crisis, como la de la posguerra o en vías de desarrollo que han ayudado a sus economías. El Pacto de Cartagena o Pacto Andino abrió la posibilidad de poner a prueba las bondades de nuestro sistema societario y funcionó maravillosamente, y cuando los crímenes de secuestro, extorsión y seguridad personal, proliferaron en el mundo, especialmente en Latinoamérica, el sistema societario panameño volvió a proveer mecanismos confiables para proteger y garantizar lo que los Estados no han podido hacer con la misma eficiencia ni eficacia.

Así pues, alarma que las naciones más desarrolladas particularmente de Europa occidental, solo miren un lado de la moneda. Buena parte de ellas, a su vez, apadrinan sus propios sistemas societarios, esos sí destinados intencionalmente a la evasión de impuestos, respecto a los cuales se cruzan de brazos.

En todos los idiomas hay vocablos para lo que en español llamamos hipocresía y hay sitios donde se practica hasta con pretendida elegancia, pero sin dejar de serlo.

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